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M. F. ANTUÑA
Jueves, 28 de abril 2016, 00:28
En diciembre se cumplirán 20 años de la muerte de la escritora Dolores Medio (Oviedo, 1911-1996). Y ayer en el Ateneo Jovellanos de Gijón se recordó la efeméride con un perfil personal y emotivo dedicado a recordar a esa niña que escribía en los márgenes de los periódicos, que fabulaba sin tregua, que amaba contar historias. José Marcelino García fue el encargado de desgranadar recuerdos literarios y vitales, de evocar a la gran evocadora de la literatura asturiana que vino al mundo en 1911 y lo abandonó con una prolija obra literaria a sus espaldas, incluido un premio Nadal, en 1996.
José Marcelino García la conoció en los años ochenta. Fue un encuentro casual en Oviedo. Él era estudiante de Teología en el seminario y la vio perdida en un centro comercial. La acompañó a la salida y en La Mallorquina compartieron su primer café. Luego vendrían más. Vendrían excursiones en lancha hasta El Puntal, de donde eran originarios sus abuelos, y muchas confesiones, también la dureza de ver cómo la gran escritora iba perdiendo fuelle a medida que la vejez se apoderaba de ella. «Fue una mujer encantadora, muy vital, fantástica, hiperactiva, le encantaba fabular, siempre tenía un recuerdo muy evocativo de una infancia feliz y siempre tenía historias en la cabeza», relata José Marcelino García.
Más allá de la literatura, Dolores Medio fue una mujer marcada por un amor que no pudo ser. «Tuvo un novio, Máximo Sainz, un repulibcano activo, lo metieron en la cárcel en la guerra civil y cuando salió se casó con otra, esa fue la su gran tragedia, ese amor frustrado por la guerra».
Relata José Marcelino García que era muy avanzada y valiente y que pasó 30 días en la cárcel, en Madrid, por asistir a una manifestación en favor de los mineros asturianos. Le impusieron una multa de 25.000 pesetas y como no pudo abonarla en efectivo pagó con prisión la osadía. Aquella fatídica experiencia quedó impresa en 'Celda común'. «Siempre tuvo un pensamiento muy liberal, era una mujer rompedora».
Maestra de profesión, su gran hito literario lo marcó el Premio Nadal en 1952 con la novela 'Nosotros, los Rivero'. Fueron 50.000 pesetas de la época las que recibió por aquel galardón que fue del todo inesperado. «Nadie pensaba que lo iba a ganar, hubo toda clase de críticas», rememora el poeta y escritor, colaborador de EL COMERCIO.
Vivió en Oviedo y Madrid, también fue maestra en Nava, y en Asturias quiso que su legado se convirtiera en premio literario con el que auspiciar vocaciones. En 1981 se constituyó la fundación que hoy gestiona el premio Dolores Medio de novela que nació bautizado Asturias. «El nombre de Asturias lo llevó por bandera», asegura José Marcelino García,que entiende que quizá su tierra, por contra, la tiene un tanto olvidada, incluso en este 2016 en el que se cumplen dos décadas sin ella. «La figura de Dolores Medio, como la de todas las mujeres de la postguerra, no tiene interés hoy». Con su charla de ayer, buscaba reivindicarla una vez más, poner ante los ojos públicos la vida y obra de una mujer culta y lectora compulsiva que rompía esquemas.
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