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VANESSA GUTIÉRREZ
Miércoles, 30 de julio 2014, 00:35
«Yo déxovos mio voz pa semala fonda: / vuestros son la llabiega, el terrenu y la vida». Pese a dejar escritos estos esperanzadores versos, Felipe Prieto deja desolados a familiares, amigos y lectores tras su muerte. Maestro, artesano y poeta falleció ayer en Oviedo a los 73 años. Nacido en Zamora en 1941 pero asentado en Asturias desde sus primeros años, en un principio se formó para ejercer la docencia y así lo hizo en diferentes pueblos del oriente así como en el Baudilio Arce de Oviedo, pero sus inquietudes eran muchas y diversas. Perteneciente al colectivo literario Erosión, miembro correspondiente de la primera nómina de la Academia de la Llingua Asturiana y del consejo de TVE en Asturias en los años 80, pasó una etapa de su vida como lector de español en la Universidad de Glasgow, estancia en la que dirigió grupos de teatro al tiempo que comenzaba a interesarse por la artesanía a la que se dedicaría el resto de su vida en el taller ubicado en la céntrica calle Jovellanos de Oviedo con el nombre de Escanda. Pero fue su único poemario, publicado en 1980 con el título de 'Esbilla', donde reúne trece poemas escritos en la década de los 60 en apenas una veintena de páginas, el que le valió ser considerado una referencia en una literatura que ayer lamentaba su desaparición.
«Escribió poco. Pero eso poco era de lo poco que se podía leer en la primera época del Surdimientu. Siempre va a ser el gran poeta que pudo ser, en lugar del excelente poeta que fue», explicaba ayer Xandru Fernández. Para Xuan Bello es, «sin ninguna duda, el gran poeta» de esa promoción primera: «Los trece poemas de 'Esbilla', que puedo recitar de memoria, son de lo más hondo e intenso que se publicó nunca en asturiano. El poema del sapu (como símbolo del pueblo) es de una finura que le aproxima al modernismo brasileño de Manuel Bandeira (la vanguardia a mi juicio más fértil de la literatura occidental): Esmigayando plata siento los lloqueros / de sapos espadíos pela nueche. / Como un tarrón gorrumbu llombu al aire / tou amanciáu, moyáu en cuchu / canta la so vida más curtia que la voz del espineru...». Cuando leí, en 1981, los poemas de Felipe, supe que el asturiano podía ser otra cosa. Hablé con él muchas veces diciéndole esto: no lo creyó porque lo más difícil que hay en el mundo es reconocer el genio que hay en uno mismo».
Para Antón García, Felipe Prieto, «un poeta extraordinario y del que lo desconocemos casi todo, fue el primero en enseñarnos que no se puede empezar a hacer literatura prescindiendo del registro oral de la lengua. Con él aprendimos a escuchar a la gente de los pueblos». Opinión compartida por Xuan Xosé Sánchez Vicente quien ya en el año 91 le había definido como «un poeta de excepcional fuerza expresiva y de un especial significado». «El hecho de volver sus ojos al campesinado y al campo viendo en ellos lo que la literatura tradicional nunca había visto (la brutalidad de la emigración, la soledad, la vejez de la población, su miseria...) hacen de su poesía algo radicalmente novedoso», aseguraba entonces sobre la aparición de aquella breve antología de Prieto. Ayer, tras conocer la noticia de su fallecimiento, lo calificaba de «excelente persona, paisano-paisano. Siempre tuve admiración por él, como artesano-artista y como escritor. Es un magnífico poeta, tanto en castellano como en asturiano, aunque esta faceta de su creación la abandonase pronto».
Quien fue director del centro territorial de TVE en Asturias, Pedro Alberto Marcos, coincide en definirle como «una persona entrañable en lo personal, generoso, comprometido y solidario. Su poesía formó parte de nuestras referencias cuando este país caminaba, no sin dificultades, hacia la democracia».
Por su parte, José Luis Campal, quien le trató con frecuencia en los últimos tiempos, tampoco escatimó en elogios a la hora de valorar de trascendencia de la obra de Prieto: «Leonfelipista confeso, encuentra en los ejes de los viejo y lo nuevo un canon de posibilismo, procediendo a novedosas elaboraciones sin abandonar el dominio formal de la tradición. En la poesía cívica y solidaria de Prieto, denunciadora y reflexiva a la vez, que protesta y quiere ser sostén, la fuerza expresiva del uso de las figuras literarias empapa el texto y lo moderniza. Compromiso vital y vivencial, y desgarro asistencial marcan su escritura, en que mandan preocupaciones como la soledad, la temporalidad o la muerte. Prieto construye el poema como diálogo en que sentir pavor o pedir explicaciones, y así la primera persona se declara portavoz de un sentir más amplio, se hace casi profética, una mímesis de la sabiduría popular. No estamos sobrados de esto, todo lo contrario, por lo que su pérdida la vamos a notar una enormidad».
En el mismo sentido se expresaba y lo valoraba el profesor del Departamento de Filología Española de la Universidad de Oviedo Leopoldo Sánchez Torre: «Supo recoger del mundo campesino, y traducir poéticamente, no solo un lenguaje, unas palabras familiares, sino también una forma de pensar, de enfrentarse al mundo y de expresarlo. Pero, y esto me parece lo más importante, sus poemas trascienden ese mundo del que proceden para hablar con emoción y verdad del mundo en su sentido más amplio, de las vivencias, preocupaciones y esperanzas de cualquier ser humano: el abandono, la soledad, el amor como bálsamo, las injusticias sociales, los estragos del tiempo... 'Esbilla' puede verse aún hoy como un modelo de escritura para las generaciones más jóvenes por su lenguaje, de una compleja sencillez, por el hábil manejo del arte de la sugerencia, por el sentido del ritmo y de la composición o por la forma de encarar el compromiso, con su íntima correspondencia entre historia personal e historia colectiva».
Su capilla ardiente quedó instalada en el Tanatorio de Los Arenales de Oviedo, donde su cuerpo será incinerado esta mañana con una ceremonia íntima.
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