José Mercé, sobre el escenario del Palacio Valdés de Avilés, donde ayer fue aplaudidísimo. JOSÉ PRIETO

Lecciones y seducciones flamencas

José Mercé impartió en el Palacio Valdés clase magistral de los distintos palos que domina como nadie | El artista de Jerez de la Frontera hizo cómplice a un público que puso oído muy atento y le ofreció aplausos permanentes durante la velada

Domingo, 13 de mayo 2018, 01:14

Hace ya algunos años, José Soto Soto (Jerez de la Frontera, 1955), quien para el mundo artístico es José Mercé, declaraba a este periódico que «el cuarto de cabales puede quedar para los amigos, pero el flamenco se ha convertido en cultura general». Ayer, ... en el Teatro Palacio Valdés, dentro de la programación del ciclo Avilés Arte Sonoro, se confirmó una vez más la popularidad que ha alcanzado el flamenco con el espectáculo del cantaor gaditano que proviene de un antiguo linaje gitano y virtuoso de los tablaos. Y hasta podría decirse que el cuarto de cabales se extendió prácticamente al aforo completo del recinto avilesino, pues la fiesta resultó de espíritu muy libre y epílogo más que feliz. Muy cabal, a fin de cuentas y cantos, palmas y hondura. Se arrancó por malagueñas, tras diez minutos de espera sobre el horario previsto, perdonados con una ovación, y después de agradecer el protagonista a «una tierra que sabe apreciar nuestra cultura, en este teatro tan coqueto en el que estoy por primera vez».

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Para que el flamenco haya alcanzado la temperatura que se pudo advertir, de ida y vuelta, sin duda la figura de José Mercé pertenece a la categoría de las imprescindibles. A los trece años ya grababa su primer disco, 'Bandera de Andalucía', teniendo en los costados -hagamos la reverencia- a Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar. Después se embarcó junto a la compañía de otro ilustre, Antonio Gades, hasta 1983. 'Flamenco', la película de Carlos Saura, también le sacó emoción a su voz. Y en 1998 fue el primer gitano en dispensar su talento a los espectadores del Teatro Real.

En esta noche del sábado avilesino, flanqueado por el guitarrista Antonio Higuero -que esmaltaba las cuerdas ya en la soleá con la que siguió el concierto- , cajón flamenco y dos palmeros -chico y chica, que se incorporaron para la alegrías-, se envolvió en el aire de los palos flamencos que gobierna como nadie y que transmitió a la audiencia con tanta naturalidad como arte, que en su caso parecen nacer del mismo manantial. Como para confirmarlo, siguió con «unos fandanguitos».

En los últimos tiempos, explorador infatigable, había gratificado a sus seguidores mediante el proyecto sinfónico que edificó el año pasado, o con ese disco para el recuerdo que es 'Doy la cara', en el que le acompañaron en dueto desde Sabina a Ainhoa Arteta. Pero en esta ocasión ha querido dibujar las esencias flamencas, recorriendo los mástiles de la malagueña, la soleá, los tangos, los fandangos, las alegrías o la bulería de Jerez. Aunque se permitió algunos apartes, como los bises, que inició con su particular adaptación de 'Al alba', de Aute. Impartiendo lección y seducción en todo momento, garganta prodigiosa de sol y plata que se entregó por entero, e incluso prescindiendo del micrófono y silueteando el baile. Aplaudidísimo de principio a fin.

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