Julie Andrews, una actriz supercalifragilística
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El sesenta aniversario de 'Mary Poppins' recupera la figura de una de las grandes supervivientes del 'star system' de HollywoodHay películas que forman parte del imaginario colectivo. 'Mary Poppins' pertenece a ese bagaje común en el que compartimos secuencias, canciones adictivas y originales coreografías. ¿Quién no ha escuchado o tarareado 'Chim, chim, cheree', dice de corrido supercalifragislíticoexpialidoso o recuerda a Julie Andrews bailando con ... deshollinadores sobre los tejados de Londres? Se cumple el sesenta aniversario de su estreno y ese legado sigue vivo. También su protagonista, una actriz dúctil que forma parte del Olimpo clásico de estrellas de cine.
Pero, quizás, no somos justos con ella. No es sólo la niñera perfecta, capaz de llegar volando y cambiar el ambiente familiar, ni la novicia que corre desaforadamente ladera abajo en 'Sonrisas y lágrimas' mientras canta que las colinas cobran vida con el sonido de la música. Andrews, de 88 años y nacida en un suburbio de la capital británica, es una intérprete excepcional que ha triunfado en todos los escenarios que ha pisado, desde los set de rodaje de Hollywood a los platós televisivos y escenarios de Broadway.
En un casting de la MGM la rechazaron aduciendo que no tenía dotes para la actuación. Sin embargo, cuando aún era una adolescente, ya mantenía a su madre, pianista de vodevil, y a su padrastro, actor con problemas de alcoholismo que intentó abusar de ella. Su voz privilegiada le permitió debutar en un teatro inglés con doce años y, siete después, llegaba a Estados Unidos.
El primer éxito vino con su interpretación teatral de 'My Fair Lady'. También el primer desengaño porque Audrey Hepburn le arrebató su papel en la versión cinematográfica. Pero hay fracasos providenciales. En ese periodo de decepción, en 1964, Walt Disney la llamó para encabezar el reparto de su más ambicioso proyecto, una película que mezclaba personas reales y dibujos animados con sofisticados efectos especiales para la época. La película obtuvo numerosos premios, incluido el Globo de Oro y el Oscar para la actriz. La encantadora institutriz no dejó escapar la ocasión para dedicar vengativamente el primer galardón a Jack Warner, el productor que la había rechazado en la adaptación a la gran pantalla de su obra dramática.
El público familiar le volvió a dar su respaldo en 'Sonrisas y lágrimas', otra producción llena de sentimientos nobles y melodías campestres, y que Christopher Plummer, su coprotagonista, hizo lo más difícil posible ya que detestaba el guión. Ahora bien, el encasillamiento fue uno de los peligros que siempre quiso evitar. La actriz intentó contrarrestar la imagen almibarada de aquellas películas con su participación en 'La americanización de Emily', una comedia para adultos, o 'Hawaii', superproducción dramática en la que formaba parte de un triángulo adúltero
En la cúspide de su éxito, Andrews trabajó con Paul Newman a las órdenes de Hitchcock en 'Cortina rasgada'. Pero no tuvo continuidad. Ambos intérpretes fueron impuestos por la productora Universal y no gozaban del aprecio del director. La inglesa, que sustituyó a Eve Marie Saint, no se integró en el club de rubias actrices que tanto gustaban al autor de 'Psicosis'.
Tras estas incursiones en el drama, la intérprete volvió al género musical, en el que se sentía como pez en el agua. Tras 'Millie, una chica moderna' rodó 'Darling Lily', bajo la batuta de Blake Edwards. La actriz, divorciada del diseñador de vestuario Tony Walton, y responsable de obras tan notables como 'Desayuno con diamantes' y 'Días de vino y rosas' se enamoraron y se casaron.
La vida personal y profesional experimentó un profundo cambio a finales de los setenta. En manos de su segundo marido, Andrews modificó sustancialmente su trayectoria a través de comedias que destilaban un humor ácido. Tras una primera incursión, irrelevante, en el taquillazo '10, la mujer perfecta', participó en un proyecto sorprendente. En realidad, hizo de sí misma, de una actriz que había triunfado en el cine musical para todas las audiencias y que se veía obligada a mostrar sus pechos en la gran pantalla para remontar el fracaso de su marido, un director y productor en horas bajas. La película se llamó SOB y se tradujo en España como 'Sois honrados bandidos', aunque el acrónimo original proviene de 'Sons of a bitch'.
Pero lo mejor estaba por llegar. En 1982 ambos llevaron a cabo su último proyecto conjunto, 'Víctor o Victoria', una historia ambientada en el cabaret parisino de los años treinta. Fue un canto del cisne deslumbrante que le aportó un David de Donatello, el César y su tercer Globo de Oro. Luego, sobrevino el silencio. A la intérprete se le hallaron nódulos en la garganta y la operación para extirparlos acabó con su prodigiosa voz. El Hospital Mount Sinai de Nueva York debió hacer frente a una reparación multimillonaria.
Las últimas apariciones en el cine tuvieron lugar a principios de los 2000 con la saga 'Princesa por sorpresa', éxito inesperado que le proporcionó el reconocimiento de generaciones que desconocían su carrera anterior. Ella asumía el rol de reina, un papel que le iba como anillo al dedo. Su última relación con el séptimo arte se produjo hace tres años en Venecia. Fue entonces cuando recibió el León de Oro de la Mostra la chica que enamoraba a padres e hijos, la esposa perfecta, la cantante privilegiada, la superviviente del Hollywood más dorado, sin duda, la más expialidosa.
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