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Autorretrato. Javier del Río visto por sí mismo en 1985. Museo Evaristo Valle
Javier del Río en su mundo íntimo

Javier del Río en su mundo íntimo

Se cumplen veinte años de la muerte del pintor y el Museo Evaristo Valle le rinde tributo con una muestra que pone el foco sobre sus obras más íntimas y familiares

M. F. Antuña

Gijón

Viernes, 1 de marzo 2024, 20:06

Es una suerte de autobiografía al óleo y esculpida. Javier del Río (Gijón, 1952-2004) moría hará en abril veinte años y con la primavera entrando se le recordará en uno de los lugares más especiales y queridos para él, el Museo Evaristo Valle, que ultima una exposición que pondrá el 24 de marzo ante la mirada pública su universo más personal a través de fondos conservados por la familia.

Siempre tuvo Del Río una relación estrecha con el museo de Somió y desde él, y mano a mano con su viuda, Lupe, se trabaja en este homenaje que permitirá admirar medio centenar de obras, la inmensa mayoría óleos y cuatro o cinco esculturas, que dan buena cuenta de su genio e ingenio creador. 'Javier del Río íntimo' es el título elegido para, como anuncia Guillermo Basagoiti, revelar al pintor en su universo más personal. «El veinte aniversario de su muerte nos parecía una buena ocasión para recordarle y hemos realizado una prospección de cincuenta obras, desde 1973 a su vuelta de Italia, hasta 2003, el año anterior a su muerte», anuncia Basagoiti, que incide en que la mirada ha querido mostrar la parte más desconocida del artista: «Hay un corpus de 17 autorretratos, la totalidad de los que hizo a lo largo de esos años, y luego están retratos de su núcleo más íntimo de personas», añade.

Foto de Javier del Río tomada por Pablo Basagoiti. Museo Evaristo Valle
Imagen - Foto de Javier del Río tomada por Pablo Basagoiti.

Estará en la muestra otro personaje ilustre de Gijón como fue su bisabuelo, el célebre arquitecto Manuel del Busto, al que captó en una estampa muy singular con un bombín. «Es un retrato divertido, de la época de su periplo inglés, porque antes de diseñar el Banco Herrero de Oviedo, este le costeó una beca en Inglaterra», cuenta Basagoiti. Están también en óleo su padres, está el recientemente fallecido pintor Ramón Prendes con su mujer Paloma, que era la hermana de Javier... Y están con un protagonismo especial Lupe, su mujer, y sus hijos, Tadeo y Alicia, para quienes su padre encontró siempre lugar en su pintura, desde muy niños a su época adulta.

Esa intimidad incluye también a los perros de la familia, que siempre le acompañaron, que fueron uno más en casa, que viajaban con ellos al Cabo de Gata. Y sus casas: la de Somió en la que murió, la familiar de La Coruña donde pasaban un mes al año... Por supuesto, Gijón, siempre Gijón, con sus múltiples paisajes y lugares como la iglesia de los jesuitas, donde estudió.

«Básicamente son obras de la colección familiar, lo estamos haciendo con la ayuda de Lupe, y hay también algunas que nos ha prestado el hijo de Ramón Prendes», relata Guillermo Basagoiti. Hay ese guiño también al pintor fallecido justo en el arranque de este año y que fue además de cuñado amigo querido de Del Río. «Una de las piezas a las que queremos darle protagonismo es una escultura de Ramón Prendes tomando el sol en la playa», cuenta Basagoiti.

Autorretrato de 1979.
Autorretrato de 1980.
Autorretrato con pelo azul.
Autorretrato, 1998.

Junto a todo ese recorrido por su vida pintada y esculpida en menor medida, otros materiales que se instalarán en vitrinas para conocer todo el talento, el oficio, la creatividad y la maestría de un hombre que, a decir de María Soledad Álvarez Martínez, la directora del catálogo razonado de su obra que editó la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, se mostró a sí mismo en su quehacer pictórico con meridiana claridad. Con transparencia se contaba en cada pincelada porque vida y arte siempre estuvieron unidos en él: «Su pintura traduce a través de la forma, de la pincelada, de las figuras y de los temas su situación personal de cada momento», dejó escrito en esa publicación en la que habla del humor y la ironía, la intensidad vital y la fuerza expresiva de una primera etapa juvenil, que da paso a la madurez y estabilidad al formar su familia y al goce y la identificación con su entorno vital de su imaginario en la última etapa. Así se revelaba ya en lo público, tal cual era; ahora toca verle en una mirada privada e inédita con obras que no llegaron a las galerías, que son la vida misma.

Retrato de Ramón Prendes, 1976.
'La familia', 1989-90.
'San Pedro', 2003.
'Maternidad', 1989.
'A Granxa', 2002.
'Pancho', 1994.
'Comida a granxa'.

Sus mil caras se exhibirán con sus texturas cambiantes, con la línea convertida en un recurso fundamental en su pintura, con la manera en que trató la luz y el color, la mayoría de las veces al óleo, pero también haciendo uso del acrílico, y casi siempre sobre un lienzo, pero también utilizando la tabla. Mil caras cercanas de un creador múltiple que derrochaba tanto color como realidad. Esto escribe Lupe Rodríguez sobre sus cuadros: «La fuerza, la vida, la rabia estaban en ellos abrazados de una gran ternura».

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