«Estamos intoxicados de política por completo»
José Ángel Mañas, escritor ·
Revolucionó la novela con 'Historias del Kronen' y vuelve para meter a sus personajes en 'La última juerga', 25 años después. La próxima semana estará en el Aula de CulturaSecciones
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José Ángel Mañas, escritor ·
Revolucionó la novela con 'Historias del Kronen' y vuelve para meter a sus personajes en 'La última juerga', 25 años después. La próxima semana estará en el Aula de CulturaMARIA DE ÁLVARO
GIJÓN.
Domingo, 23 de febrero 2020
No había cumplido los 23 años cuando José Ángel Mañas (Madrid, 1971) irrumpió en la literatura con una primera novela que supuso una auténtica revolución. 'Historias del Kronen' se convirtió en un retrato generacional y, de paso, le dio un vuelco a su vida. Para ... bien y para mal. Mañas ha escrito y leído mucho desde entonces, pero jamás ha podido, ni querido seguramente, sacudirse de encima aquel bar «hasta el culo de gente». Tanto que ha regresado. 'La última juerga' (Algaida, Premio Ateneo de Sevilla) no es estrictamente la continuación de aquello, pero sí es de nuevo Carlos (Juan Diego Botto en una película que también le valió el Goya al mejor guion aunque él jamás quedase satisfecho) haciendo de las suyas. Y de nuevo es una foto del momento, una pintura del natural. La próxima semana lo presentará en Asturias de la mano del Aula de Cultura de EL COMERCIO. Será el jueves en Oviedo, en la Librería Cervantes, y el viernes en Gijón, en la Escuela de Comercio con el Ateneo Jovellanos.
-Si le cuentan a mi yo de hace 25 años que iba a entrevistar a Mañas, el del Kronen, palma. Aquello fue gordísimo.
-(Carcajada) Pues sí. Fue un boom, un espectáculo, un show que me sobrepasó totalmente.
-Tenía 23 años, era su primera novela, y, de pronto, finalista del Nadal, un éxito arrollador, un Goya... Era usted algo así como una estrella del rock.
-Con lo del Nadal no los había ni cumplido. No estaba preparado para todo aquello, la verdad.
-¿Era consciente de estar dándole un vuelco a la forma de escribir novela en España? -Entonces no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Me limité a meter un manuscrito en un sobre y a enviarlo a un premio. Lo que sucedió no fue en absoluto normal, pero más imprevisible aún es que, 25 años después, aquella novela siga viva, que se siga hablando de ella, que se siga en las librerías.
-Que se siga vendiendo. ¿Cómo cree que ha envejecido?
-Desde luego mejor de lo que yo esperaba. Siempre que releo algún fragmento, porque nunca la volví a leer entera, lo hago con miedo, en plan «a ver qué escribió este chaval». Pero me agrada constatar que sigue funcionando. Ese arranque, ese «Me jode ir al Kronen los sábado por la tarde...» te sigue metiendo. En tres frases, entraste. Y, luego, los jóvenes que la leen lo hacen como si sucediera ahora.
-¿Aunque haya teléfonos fijos?
-Sí. Justo es eso lo que más les choca. Los bares han cambiado menos, las bandas de rock siguen existiendo... Al final, supongo que logré tocar algo bastante universal. Creo que una de las mayores virtudes del Kronen es haber conseguido que la voz esté completamente adecuada al personaje. Es lo que te mete dentro.
-A usted le metió de lleno en la literatura, pero también salió corriendo. Se fue hasta de España.
-Con un éxito así siempre hay una relación de amor/odio. Me reconocían por la calle, no podía entrar en un bar... Me fui, sí, pero volví.
-Y siguió escribiendo, casi una decena de novelas, ensayos... y ahora vuelve al Kronen. ¿Por qué 25 años después? Porque le llevan pidiendo la secuela desde el 94 seguro.
-La verdad es que no lo sé. Tampoco lo he pensado mucho. Es verdad que me lo habían pedido, pero supongo que de pronto vi por donde podía ir y me lancé.
-Vuelve Carlos, tan cretino como entonces, pero con algo más de ternura. ¿Le tenía ganas?
-Sí, parece un ajuste de cuentas, ¿verdad? Quería aportarle cierta ternura y eso con un tipo como él solo se consigue haciéndoselas pasar muy putas.
-¿Le escribió él la novela? ¿Le arrastró el personaje a donde quiso?
-Con un personaje así casi casi lo que tienes que hacer es ir transcribiendo lo que hace. He tratado de sortear algunas trampas en las que podía caer y, sobre todo, he tratado de no tomármelo demasiado en serio. No quería cambiar el mundo, quería una novela modesta, con humor...
-Una novela igual de macarra que el Kronen, pero con otro poso. Ha escrito y leído mucho estos años.
-Hombre, algo se tiene que notar. El tempo está más logrado, por ejemplo, pero quería que siguiera siendo fresco, no quería perder eso. Buscaba una novela entretenida.
-Vale. Vuelve Carlos, el transgresor, el líder, el tipo de éxito que se lo pasa todo por el forro y, en frente, le coloca a Pedro, el pusilánime, el padre de familia aburrido como una seta... ¿Todos tenemos un Carlos y un Pedro dentro? ¿Cuál de los dos manda en usted?
-Pues yo, como todo el mundo, soy una mezcla de ambos. La mayor parte de la gente tiene más de Pedro, claro, pero me veo con los dos.
De cine y traiciones
-¿Habrá peli esta vez o ya salió demasiado escaldado de la primera?
-Pues ha habido tanteos, sí, no lo niego. De momento no han cuajado, pero no lo descarto y desde luego me gustaría.
-Siempre ha dicho que la adaptación de Armendáriz le pareció horrorosa.
-Bueno, no, me parece una buena peli de Armendáriz, lo que no me parece es una buena adaptación. Parece Pamplona en los 70 más que Madrid en los 90. Se traicionaron muchas cosas.
-He leído que se fue del rodaje al segundo día cuando a Carlos le pusieron un vodka con naranja en vez de un Dyc-Cola.
-¿De verdad? Pues igual sí, no me acuerdo. Lo que sé es que me fui cuando Querejeta (el productor) me respondió a una sugerencia que era como si a mí me dijesen que escribiese un adjetivo en lugar de otro.
-Volvamos al presente. Hace usted un cameo en la novela y se presenta como José Ángel Mañas, vieja gloria, escritor trasnochado. ¿Se ve o se ha visto así? Porque algún crítico sí.
-Bueno, quise reírme un poco de eso. Está claro que Aramburu no va a tener otro éxito como 'Patria', que Ferlosio escribió un 'Jarama', pero, oye llegar ahí ya está bien.
-De nuevo hay mucha música. «Como a todos los puretas» le gustan Los Planetas.
-Sí, quise revisitar los 90 también en la música porque me parece que es una época algo eclipsada por los 80. Los 90 fueron una fiesta un poco más oscura. Y, artísticamente, quizá se han minusvalorado.
-Suenan Sonic Youth, Jane's Adiction, Nirvana, El niño gusano, Australian Blonde... pero también trap. Se le ve puesto.
-Pues, como todo el mundo, no tenía ni idea, pero de repente lo escuché, me interesó y me puse a echarle un ojo. Hay cosas interesantes. Me gustan Yung Beef, Trejo y Jarfaiter. Cada uno a su manera, consiguen llegar, llevar la calle a sus canciones.
-¿Y Rosalía qué?
-Pues Rosalía ha tenido la suerte de coincidir con el trap. Sin ese barniz moderno, callejero, urbano, no sería Rosalía. Solo con la línea flamenca no la hubiéramos escuchado. Rosalía sin el trap no es nada.
«Soy muy de letras»
-También anda Nacho Vegas por ahí.
-Sí, me gusta, es de los que ha quedado de los 90, de los que ha pervivido. Le pasa un poco como a Los Planetas, y creo que cantar en castellano ha tenido mucho que ver. Yo es que soy muy de letras. Al final acabo en Sabina, en Silvio...
-En el Kronen ya había música, lo que no había es nada de política, pero en 'La última juerga' también se ha colado.
-Porque la política vuelve a coparlo todo. Estamos completamente intoxicados. Eso no sucedía en los 90. Y luego que con casi cincuenta años ya te empiezan a interesar más las cuestiones sociales. Con veinte solo quieres follar.
-Dice usted que los 90 se acabaron con el 15-M.
-Bueno, es que el 15-M lo cambia todo. Después de la Transición, un momento histórico muy crítico en el que la política lo vertebra todo, llega la mayoría socialista y la gente empieza a pasar de la política. Por eso en los 80 y 90 hay tanta creatividad, se crea cierta industria... Eso se prolonga a los 2000, va agonizando y llega la crisis. Y el 15-M es la respuesta.
-¿Y el 15-M cuando se murió?
-No tengo tan claro que esté muerto. Que Pablo Iglesias esté en el Gobierno es en cierto modo una constatación del cambio.
-Ya que nos ponemos, ¿qué constata que Vox esté en el Congreso?
-Pues es parte de ese clima de intoxicación política del que hablaba, una reacción de visceralidad contra visceralidad. Al final, es la respuesta a todo lo que está sucediendo en Cataluña. La verdad, me cansa siquiera hablar de ello, pero reconozco que como fenómeno resulta interesante.
-Venga, pues cambiamos de tercio. ¿Hablamos de droga? Porque casi hay más droga que sexo y rock and roll en este libro. Le podrían acusar de hacer apología.
-No, no, en absoluto es la intención, pero no podía volver al universo Kronen si tocar el tema. Además, hay mucha más gente funcionando así de lo que pensamos. Lo que tengo claro es que con las drogas hay que convivir, y tengo tendencia a pensar que la legalización sería positiva, acabaría con el negocio como mínimo. Pero vaya, que esta no es una novela dogmática.
-Vale, volvemos a la literatura. Hay mucha, muchísima literatura en esta 'juerga'. Ha plagado la novela de citas y de referencias. De Baroja a Luna Miguel, que se dice pronto. ¿Ha querido hacer una especie de crisol con eso?
-Me pasó un poco como con la música: también quería dejar patente un poco la literatura de una época. Por eso están también Lucía Etxebarria o Ray Loriga. Está claro que Baroja se sale de ahí, pero me hacía gracia incluir esa reflexión sobre los escritores («un escritor es un hombre que debe ir a un café a hablar mal de este o del otro, a decir que escribir es una tontería»).
-¿Siente que pertenece a una generación como escritor?
-No, no. A mí me metieron en ese saco porque está claro que Kronen es una novela muy generacional, pero no siento que tenga nada en común, por ejemplo, con Lucía Etxebarria o Ray Loriga, que además son mayores que yo.
-¿Y cómo se ve? ¿En qué escritor se ha convertido?
-Me gusta más decir que soy novelista. Me considero un creador de personajes. Eso es lo que me gusta y lo que mejor se me da. Luego tengo algo de dejado y ninguna manía de perfección. Está claro que lo mejor puede ser enemigo de lo bueno y ahí están Baroja, Stendhal o Simenon.
-Casi nada.
-Ya, bueno, pero no son los escritores más pulidos del mundo, tienen algo de oscos, y a mí es lo que me gusta.
-¿Sigue queriendo hacer 'nobelas con b'?
-Bueno, y con 'v'. Aquello era por hacer el gamberro, por hacer ruido, el tema de querer molestar.
-¿Y en qué anda ahora?
-Pues estoy ya con la próxima novela, esta vez histórica. Ando por Roma. Ya veremos. Y también con un par de proyectos audiovisuales entre manos.
-¿Películas o se pasa a las series?
-Pues son dos series y están bastante avanzadas. Lo que sucede es que ahora hay muchísimos proyectos sobre la mesa. 'La casa de papel' ha hecho un poco de catalizador, como le ocurrió al Kronen en la literatura en su momento, y se están haciendo cosas interesantes, con una factura muy buena. A ver lo que dura.
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