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PABLO A. MARÍN ESTRADA
AVILÉS.
Sábado, 15 de mayo 2021, 04:23
El dramaturgo David Serrano volvía ayer a elegir el Teatro Palacio Valdés para un estreno, en este caso la adaptación de 'El hombre almohada' de Martin MacDonagh, que hoy repetirá función en el coliseo avilesino antes de viajar a representarse en los Teatros ... del Canal de Madrid. Un sólido elenco formado por Belén Cuesta, Juan Codina, Manuela Paso y Ricardo Gómez se mete en la piel de los personajes de esta nueva versión de la pieza maestra del autor angloirlandés, considerado el máximo representante del llamado teatro de la crueldad. La marca de la violencia en la formación del individuo desde la infancia y el arte como redención para sobrevivir al infierno de la condición humana, son los temas que plantea este drama con engañosa forma inicial de investigación policial.
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Serrano convierte al protagonista masculino original, el autor de cuentos escabrosos sobre niños, Katurian, en autora (como hiciera Tito Asorey en sus versiones en gallego y castellano de la pieza) y sigue en lo demás fiel al texto de MacDonagh, sutilmente su ferocidad verbal y parte de la puesta en escena. En ella nos presenta la detención e interrogatorio en un país totalitario de la escritora -magistralmente encarnada por Belén Cuesta- como sospechosa de una serie de crímenes a menores, cuyos detalles recuerdan a algunos de sus relatos. El foco conducirá hacia Michal, su hermano retrasado mental, y la acusación a Katurian como autora intelectual. Ese sería el pobre resumen del punto de partida de la obra si esta fuese una historia convencional. Que no lo es lo percibirá pronto el espectador cuando vea escenificarse los macabros cuentos de la escritora con los actores cubiertos con máscaras grotescas o el delirante y espeluznante diálogo que mantiene Katurian en la celda con su hermano Michal -un espléndido Ricardo Gómez, haciendo olvidar su televisivo personaje de 'Cuéntame' para mostrar al gran actor-. Tampoco son convencionales los interrogadores desde su misma autopresentación: «Él es el poli malo y yo la poli buena» (dice en su papel una Manuela Paso tan soberbia en su trabajo como su compañero Juan Codina). Y es que el texto de McDonagh, aunque hable de algo muy real, como el horror del maltrato en la infancia y el poder liberador de la creación para contarlo, no está escrito en clave realista, sino en el de las fábulas crueles que imagina Katurian. En su versión, Serrano, recrea toda la grandeza y la rara belleza del drama original y golpea duro a las emociones, montando un teatro con mayúsculas. Merecidísima la intensa ovación con la que aprobó el estreno el público del Palacio Valdés en un lleno que esperemos se repita hoy y en toda la singladura de esta magnífica función de arte mayor.
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