La otra historia de la Transición

Todo relato de la historia es parcial por riguroso que sea. Si además se excluye la visión de la mitad de los seres humanos, la parcialidad se convierte en distorsión y ocultación. 'Españolas, Franco ha muerto', la función que ayer se estrenó en el Palacio Valdés, escrita por Ruth Sánchez y Jéssica Belda -que también actúa en el elenco- y dirigida por Veronica Forqué, viene a contribuir a la visibilización de esa mitad de la ciudadanía durante un periodo clave de nuestra historia reciente, el de la Transición, como antes ya habían hecho ambas autoras y con el mismo elenco en 'La Sección', centrada en la dictadura de Franco. El texto ha sido fruto de una intensa investigación y su puesta en escena muestra lo enjundioso de un resultado que despierta el interés del espectador.

A pocos días de su debut en el Teatro Español de Madrid, el público avilesino -avezado a valorar estrenos- le daba anoche su aliento de aprobación a una obra que sostienen con un trabajo de constantes cambios de registro y tensión dramática sus protagonistas, Belda, Manuela Rodríguez y Roger Pujol, con una eficaz Forqué orientando los hilos.

La función entera evidencia lo feliz que puede rendir un auténtico trabajo colectivo, porque aquí todo el equipo se ha implicado hasta las trancas en levantar este ejemplo de cómo en tiempos de desmemoria, falsas verdades y cinismo explícito, el teatro puede ser útil para cambiar la realidad cuándo en ella pasan hechos que claman al cielo. Pero no es a las alturas inciertas a quién se clama aquí sino a la que tenemos delante. Teatro político, militante, necesario que también emociona, divierte, golpea con la palabra o la música desde una interpretación desnuda y valiente como el gesto final de Belda. La larga ovación final fue para las tres actrices y Forqué por su faena. Las máscaras al servicio de una necesidad ética siguen funcionando a la perfección como en los días de aquella convulsa transición en la que también estaban ellas.