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PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Lunes, 7 de noviembre 2022, 01:01
Hace escasas semanas la Junta General del Principado reconocía la contribución a la lucha por las libertades del maquis Cristino García Granda y otros dos guerrilleros asturianos. Nacido en Gozón y héroe nacional en Francia por su participación en la resistencia, fue fusilado en Madrid en febrero de 1946 tras haber regresado a España para recomponer la organización clandestina del PCE. Sería pronto elevado por su partido a la categoría de mártir oficial. En su última misión, frustrada por la policía franquista, llegaba a Madrid para tomar el relevo del gijonés José Vitini Flórez, detenido y ejecutado junto a otros ocho compañeros por unos hechos que han vuelto ahora a la actualidad con la publicación de 'Madrid 1945', del escritor Andrés Trapiello. Las biografías de ambos guardan un sorprendente paralelismo desde su origen, su intervención en la contienda española como oficiales del ejército republicano y en el exilio su incorporación al maquis donde los dos alcanzaron el grado de Teniente Coronel de las Fuerzas Francesas del Interior (FFI). La dictadura de Franco les reservó el mismo destino final, pero a partir de ahí, sobre Vitini caería una pesada losa de silencio y olvido por parte de quienes fueron sus camaradas. El documentalista mierense Alberto Vázquez García reconstruye ahora su historia en el filme 'La sombra de Vitini', que se proyectará en el Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX).
«Me gustaría que se entendiese esta película como la vuelta a casa de un héroe», afirma el realizador sobre un trabajo fruto de una labor de investigación de más de una década y en el que cuenta como hilo conductor con el testimonio de Manuel Rodríguez Vitini, sobrino de José o el de expertos como el historiador Carlos Fernández Rodríguez. Las razones del borrado de su figura en la historia del partido al que perteneció se desvelan en el documental, donde también se relatan la de sus hermanos Luis, Manolo y Mariano. Cada una de ellas encierra una fascinante novela real y de hecho, el proyecto de Vázquez se completará con la edición de dos dvd sobre los Vitini además de un volumen con las fotografías y documentos reunidos en su investigación. El más célebre de todos, sería Mariano, identificado en 2010 como el personaje principal de la imagen más icónica del fotógrafo Agustí Centelles, la de un guardia de asalto disparando en las calles de Barcelona, parapetado sobre unos caballos muertos, en los primeros días de la guerra civil. Considerado el Robert Capa español, la instantánea -como la del miliciano de Guadarrama inmortalizado por el mítico reportero-, es un posado aunque recrea unos hechos sucedidos horas antes en el mismo escenario. Su potencia visual es indudable y sería difundida mundialmente, llegando a ser portada de la revista 'Newsweek'.
Luis Vitini, el menor de los hermanos, estuvo al lado de José durante su actividad al frente del maquis y en los primeros meses de 1944 pasó la frontera con un grupo de guerrilleros para establecer su base de operaciones en Barcelona. Todos serían detenidos tras perpetrar un atraco y fusilados en octubre del mismo año. Muy distinto sería el destino de Manolo como exiliado y estaría unido al de otro asturiano, el poeta Celso Amieva, trabajando como cocinero en la escuela y refugio para niños españoles que dirigió el llanisco en Saint Goin, cerca de Pau.
El foco del largometraje que se presenta en la sección Esbilla del FICX se centra en José Vitini. Nacido en Gijón en 1912, era el cuarto de una familia de ocho hermanos. Su padre, Mariano Vitini Fernández, era un afamado sastre y viajante de comercio local. El estallido de la guerra civil sorprendió en Madrid a José, guardia de asalto como su hermano Mariano. El filme sigue los pasos del primero y de los familiares que le acompañarían en el exilio. La documentación conservada en el archivo personal de Manuel Rodríguez Vitini -hijo de su hermana Carmen- muestra su hoja de servicios en las FFI al mando de la 4ª División en los departamentos de Aveyron, Tarn y Herault, formada por combatientes españoles: «Participó en la liberación de Gaillac, Albi, Rodez, Carmoux y Mazametn. Hizo 2.000 prisioneros alemanes y 300 muertos», recoge la traducción española en el original. Su misión más difícil se la encomendaría la dirección del PCE instalada en la Francia liberada: la de cruzar la frontera para ponerse al frente de la agrupación guerrillera urbana en Madrid e iniciar una campaña de sabotajes que sirviera para llamar la atención de los aliados sobre la necesidad de derribar el régimen franquista. En la película, el sobrino de Vitini recuerda la noche en la que éste fue a despedirse de los suyos antes de marchar a España y la imagen de sus botas reforzadas de montaña: «Con ellas voy a darle una patada en el culo a Franco», le dijo con una sonrisa al niño.
El capítulo final de su historia lo encontró por azar el escritor Andrés Trapiello en uno de sus paseos por El Rastro y con él trazó su libro 'La noche de los cuatro caminos', ahora revisado y aumentado en el reciente 'Madrid 1945'. Era una copia del sumario en el que se procesó y condenó a la pena capital a José Vitini junto a otros siete guerrilleros de la red que lograría montar en la capital de España. Se les acusaba de asaltar una sede de Falange en la calle Ávila y de causar la muerte de las dos personas que se encontraban en el local. El juicio tuvo una gran repercusión, tanto en nuestro país, donde el régimen de Franco presentó el atentado como una prueba del peligro comunista, como en el exterior, especialmente en Francia donde se desarrolló una importante campaña a favor de su héroe nacional en la que el propio presidente De Gaulle intervino pidiendo clemencia al dictador español.
La losa de silencio sobre el dirigente guerrillero comenzó a forjarse al mismo tiempo por parte del buró que dirigía desde territorio francés Santiago Carrillo. Historiadores como Carlos Fernández, autor de 'Los otros camaradas', han investigado acerca de los motivos que llevaron a la dirección del PCE a poner su propio punto final lapidario sobre la figura del maquis gijonés hasta borrarlo de su nómina de héroes. Otro autor atraído por el personaje, el novelista Javier Cercas, rescataba, contra la sombra que rodeó su caída, en un artículo el testimonio de una militante comunista detenida por los hechos que llevarían a Vitini y a los otros sentenciados ante un paredón de Carabanchel. Lo había visto en los calabozos cuando lo bajaban ensangrentado por las torturas: «Camaradas en momentos como estos es cuando hay que cantar la Internacional», relataba que gritó y que comenzó a entonarla con una energía inesperada. Si fue así, al final del viaje tal vez recordaba la promesa que le había hecho a su sobrino Manuel. Ahora su memoria vuelve a Gijón para ser recordada en el FICX.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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