

Secciones
Servicios
Destacamos
La catedral de San Esteban, el Palacio de Belvedere o el Prater. Viena se rodea de monumentos y construcciones asombrosas incapaces de dejar indiferente a aquellos que pasean por la ciudad. A todas estas maravillas, se ha unido un elemento más que está consiguiendo dejar boquiabiertos a turistas y locales. Situada en Neu Marx con 19 metros de alto y 51 de diámetro, la carpa del Cirque du Soleil transporta a los cientos y cientos de espectadores que se adentran en ella a una realidad paralela a través de su espectáculo 'Kurios. Gabinete de Curiosidades', donde la palabra imposible se desprende de su significado. Para comprobarlo, EL COMERCIO ha viajado hasta la capital austriaca con el fin de conocer este show de primera mano antes de que llegue a Gijón, donde permanecerá del 11 de julio al 17 de agosto en el que será su estreno nacional.
Locomotoras, máquinas de vapor, gramófonos o turbinas. Bajo la estética de 'steampunk' el escenario introduce al público en el inicio de la Revolución Industrial, concretamente en un gabinete de curiosidades de un científico donde nada es lo que parece. A las once y once, hora local del gabinete, las luces se apagan y una locomotora de vapor –de más de 100 kilos– aparece dando comienzo a la actuación. De ella salen personajes de lo más particulares: un hombre acordeón, una especie de Obélix mecánico o una mujer que emula un telégrafo. A través de una música animada y una coreografía que destila alegría por los cuatro costados, el elenco presenta al espectador la esencia de lo que es 'Kurios'.
E igual que los sueños, que siempre parecen durar más de lo que duran, el espectáculo de dos horas, cuenta una historia que transcurre en tan solo un minuto. Una sensación que consigue trasladarse al espectador gracias al medio centenar de artistas de 21 nacionalidades que componen el reparto, así como los 464 elementos de atrezzo, que van desde una mano autómata con partes de madera, metal y mármol de 340 kilos hasta un pequeño monopatín para los dedos, o las 8.000 piezas de vestuario donde cada una de ellas está pensada y organizada al detalle. Ejemplo es el traje del hombre acordeón hecho de papel de cartón utilizado normalmente para dar rigidez a la parte trasera de los zapatos. Cosido completamente a mano forma una especie de origami japonés que nada tiene que ver con un traje normal.
1 / 5
Todo esto consigue mantener absorto al público logrando alterar su sentido del tiempo a través de los diferentes actos del espectáculo. Y, como en todo buen circo que se precie, no pueden faltar los números clásicos de acrobacias, malabares, saltos imposibles, contorsiones increíbles o equilibrios que mantienen en vilo a aquel que los ve.
Pero, si de algo es capaz el Cirque du Soleil es de transmitir ese mismo asombro al público contando una historia a través de una coreografía que se vale únicamente del uso de las manos o de dar con la tecla de la risa incontrolada bajo un circo invisible, donde la propia imaginación del espectador es suficiente para entender y disfrutar de un número que nunca ha visto. Para que todo esto suceda y se pueda crear algo lo más parecido a la magia, el medio centenar de artistas y la veintena de técnicos que trabajan tras el escenario siguen una especie de baile en el que cada cual sin excepción tiene que seguir un ritmo y un camino para que todo salga bien.
Una vez que el reloj del gabinete marca las once y doce, una enorme ovación despide al elenco y las luces de la carpa se apagan. Detrás de bambalinas, algunos de los artistas siguen ensayando sus números. Aún con el traje puesto y el maquillaje intacto se encuentran los valencianos David García, quien interpreta al excéntrico científico del gabinete, y Bruno Esteban Pitarch, guitarrista del espectáculo. Para ellos, convivir con 21 nacionalidades es algo «muy divertido», señala Pitarch, que viaja con su mujer y su hijo de 9 años. «Lo fundamental es el respeto, somos muchas culturas diferentes. Aunque al principio te choca aprendes a convivir», indica García. Con ganas de llegar a Gijón señalan que ya han explicado «a todo el mundo qué han que comer y qué hay que beber» en la ciudad asturiana. Y para poner la miel en los labios, Pitarch define 'Kurios' como «una nueva ola dentro del Cirque du Soleil. Ya se veían patrones y se dieron cuenta de que había cosas que cambiar. Como espectador lo recibí». Un espectáculo en el que pasan muchas cosas a la vez y del que advierten: «Si pestañeas, te lo pierdes».
Publicidad
Álvaro Soto | Madrid y Lidia Carvajal
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.