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M. F. ANTUÑA
Domingo, 22 de marzo 2020, 00:09
Todo Gijón estuvo presente en el homenaje a Fleming». El martes 20 de septiembre de 1955 EL COMERCIO titulaba así su portada, que recogía un hecho histórico, la inauguración del primer monumento del mundo al descubridor de la penicilina, ese fármaco que tantas vidas salvó. Había sido el acto dos días antes, el domingo 18, pero en aquellos tiempos los lunes el diario no llegaba a los kioscos. Se narra cómo aquel día en el Parque de Isabel Católica sonó el himno de la Gran Bretaña al paso de Lady Amalia Fleming, que se desplazó a la ciudad para asistir a tan hermoso reconocimiento.
Ahora que la investigación médica está en boca y mente de todos, cuando un virus amenaza al planeta, no está de más recordar qué supuso la penicilina para el mundo, lo que significó el casual descubrimiento de Fleming. En los años cuarenta morir de una infección era el dramático pan nuestro, una herida de lo más simplona podía complicarse hasta causar la muerte. Pero un buen día de 1928, Alexander Fleming (Escocia, 1881; Inglaterra, 1955; el pasado 11 de marzo se cumplió el aniversario de su muerte) a la vuelta de unas vacaciones descubrió que se había olvidado una placa de cultivo bacteriano donde creció un hongo. Y ese hongo resultó ser 'Penicillium notatum' y que una vez aislado daría como resultado la penicilina. Esa sustancia era capaz de matar a bacterias causantes de enfermedades. Así comenzó todo. Fleming obtuvo el Nobel con su descubrimiento en 1945 y solo dos años antes comenzó a comercializarse. Hubo que investigar mucho más y muchos más hasta convertir a la penicilina en una sustancia casi milagrosa. Hace 76 años, en 1944, llegó a España.
Cuando en 1955 se inauguró el monumento en memoria del investigador, apenas habían pasado seis meses desde su muerte en Londres. El mismísimo Luis Moya, el gran arquitecto que está detrás del complejo de la Universidad Laboral, diseñó un conjunto que incluye jardín y que ejecutó el escultor Manolo Laviada.
Cuenta el periódico cómo no cabía un alfiler, que aquella iniciativa de honrar a Fleming había sido de suscripción popular y el pueblo respondió a ella con el mismo entusiasmo para rascarse la cartera que para salir a la calle. Notabilísima fue la presencia de autoridades, incluido el canciller británico, y la viuda del científico hasta se animó a pronunciar unas breves palabras en un frágil castellano. «El pueblo de Gijón ha demostrado en el emocionado homenaje que ha rendido a mi esposo que posee esta alta cualidad moral. Todos, ricos y pobres, han contribuido generosamente y con afán a la erección de un monumento dedicado a honrar para siempre la memoria de un gran hombre y al mismo tiempo proclamar ante el mundo el noble carácter del pueblo de Gijón», dijo ella. No solo inauguró el monumento Lady Amalia, que también visitó guiada por Francisco Carantoña las instalaciones de EL COMERCIO y tuvo, además oportunidad de conocer Oviedo y el santuario de Covadonga.
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Lucía Palacios | Madrid
María Díaz y Álex Sánchez
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