El primer recetario «exprés»
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En 1924 se publicó en Zaragoza y por primera vez en la historia un libro de cocina ideado para guisar con olla a presiónAna Vega Pérez de Arlucea
Sábado, 10 de julio 2021, 15:28
Hace tiempo que hablamos aquí de la increíble (y nunca suficientemente apreciada) historia de los aragoneses que cambiaron el mundo gracias a la olla exprés. José Alix Martínez y Camilo Bellvis Calatayud transformaron radicalmente la forma de guisar en los hogares españoles y redujeron ... el tiempo que se dedicaba diariamente a las tareas culinarias, poniendo un fundamental granito de arena tanto en la construcción de la sociedad moderna como en la liberación de la mujer, que tantas horas había pasado pendiente del puchero.
Que yo sepa no tienen ningún monumento, busto o rotonda dedicados a su memoria, una clara injusticia histórica que deja patente la trascendencia que otorgan las instituciones a la vida doméstica: ninguna. Sin embargo pocas personas habrá habido en la historia de España que hayan hecho más que don José Alix por mejorar la vida de sus compatriotas y si no me creen, prueben a hacer cocido de legumbres un día sí y otro también sin la ayuda de la olla a presión. Cierto es que su invento estuvo basado en unos experimentos llevados a cabo 240 años antes por el científico Denis Papin (1647-1712), pero Alix tuvo el acierto de idear lo que hasta entonces nadie había podido: la aplicación doméstica y a pequeña escala de la cocción a presión. En vez de complicados cierres o pesadísimos tornillos, la olla patentada por este militar zaragozano en 1919 usaba la misma fuerza del vapor generado en el interior de la cacerola para ajustar su tapadera superior. Además era portátil, segura y fácil de usar, condiciones que no habían podido cumplir aplicaciones anteriores del mismo principio como las de Kenrick & Sons (Inglaterra, 1890) o Dietrich-Niederbronn (Alemania, 1898).
Tal y como explica Rafael Bailón, profesor de Ingeniería Química de la Universidad de Granada, José Alix produjo los primeros prototipos en 1917 con la ayuda de Camilo Bellvis y en el modesto taller de calderería que este último tenía en Zaragoza. La patente llegó en noviembre del año 1919, pero Alix no tardó en darse cuenta de que no tenía medios ni capacidad de fabricación para cubrir la incipiente demanda. El 12 de diciembre de 1924 José Alix vendió los derechos de su patente a la sociedad mercantil «Bellvis y Montesano» que, dirigida por Camilo Bellvis, había comenzado ya meses antes su particular estrategia de promoción para aquella mágica olla. En septiembre de ese mismo año el señor Bellvis Calatayud había publicado en la capital aragonesa un libro titulado '360 fórmulas de cocina para guisar con la olla exprés', un «manual práctico para el exclusivo y perfecto uso» del invento en cuestión en el que se explicaban su funcionamiento, limpieza y conservación y además se incluían 360 recetas culinarias pensada para adaptar la olla exprés a la cocina tradicional española.
El cocido, estrella de la dieta popular por aquel entonces, fue también la piedra angular de este recetario: desde el más clásico hasta versiones regionales como el puchero canario, la escudella catalana o el pote gallego. Legumbres, verduras, purés, sopas, albóndigas, búdines, guisos de carne y pescado… Aquellas 360 fórmulas abarcaban prácticamente todo el recetario clásico reduciendo el tiempo necesario para cocinar casi en un 90 por ciento. Normal que tuviera tanto éxito y que a la vez que las ollas llegaban a miles de hogares fueran apareciendo sucesivas reediciones de un libro que quizás exageraba el uso racional de la olla a presión (¡la recomendaba hasta para hacer bacalao a la vizcaína!) pero que ayudó a a hacer la vida mucho más fácil.
'360 fórmulas de cocina para guisar con la olla exprés. Zaragoza, 1924.
«Se limpian y atan las perdices para que guarden su forma, poniéndoles sal y zumo de limón para sofreírlas y dorarlas, colocándolas después en la OLLA EXPRÉS. En la misma grasa se fríen ocho cebolletas, cinco berenjenas pequeñas, tres zanahorias cortadas, dos ajos, un poquito de harina, una cucharada de puré de tomate, tres granos de pimienta y nuez moscada; se añade una copa de agua y otra de vino blanco, el zumo de un limón y unas gotas de anís, vertiéndolo todo en la OLLA sobre las perdices, se sazona de sal, se cierra y gradúa al 3, poniéndola al fuego».
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