García Montero advierte del peligro de «un progreso que nos reduzca a clientes»

Con Carlos Aganzo como moderador, la charla comenzó por recordar que «nuestra lengua no sería nada sin la literatura y la creación», en palabras del subdirector de la Fundación Vocento. García Montero, que también es director ejecutivo del Observatorio Global del Español, habló en primer lugar del PERTE de la nueva economía como desafío inmediato: «Yo le doy especial importancia –dijo–. Es la primera vez que se toma la importancia de la lengua en la dimensión, no solo cultural, sino también económica».

En su opinión, «hace falta inversión para desarrollar las posibilidades del español» y hace falta la implicación del Gobierno de España junto con instituciones como el Cervantes. En este sentido, aseguró que «el PERTE va a ser una inversión para analizar sus posibilidades económicas, no solo en la cultura sino también en la tecnología y en la ciencia y para indagar en las posibilidades del lenguaje de las máquinas y la inteligencia artificial».

Pero siempre con la advertencia sobre esto último; para que no sea una nueva forma de desigualdad y de opresión, porque «hay ya muchas experiencias políticas de manipulación». El reto en este terreno todavía resbaladizo es, para él, «evitar sesgos y convertirlo en un espacio para la gran diversidad de nuestra lengua».

Elvira Lindo, por su parte, también habló del papel de entidades como la Biblioteca Nacional: «Las instituciones tienen que vivir del dinero –recordó–. Son un patrimonio de todos y tiene que revertir en beneficio de todos. Las instituciones tienen que llegar a los ciudadanos. Muchas veces se nos llena la boca de la importante que es el español, pero luego hay que ver la realidad».

La creadora de 'Manolito Gafotas' lamentó que el idioma internacional de la ciencia sea el inglés y «eso es algo contra lo que es muy difícil luchar». Según ella, aunque los laboratorios norteamericanos «se rifan a los científicos españoles», lo hacen porque «saben trabajar la sociabilidad». «Nuestra cultura tiene mucho más potencial, ¿por qué no potenciarla? –se preguntó–. Hay que hacer autocrítica para saber por qué se desaprovecha esa capacidad».

Además del papel de los creadores en la difusión cultural del idioma, Lindo destacó también su importancia en desarrollar otros potenciales, algo que, según ella, todavía es complicado en nuestro país: «Los creadores no solo tienen responsabilidad cultural con el idioma, también económica, pero eso da pudor en España».

García Montero abundó en la necesidad de ganar el español como «lengua de prestigio económico y científico»: «Tenemos que hacer que sea la lengua de la ciencia y la tecnología y para eso tiene que haber un apoyo institucional. Trump hizo borrar la web en español de la Casa Blanca y empezó a tachar el español como lengua de pobres».

Por otro lado, para él, «si el español ha tenido fuerza en el mundo «no ha sido porque los españoles lo hayamos cuidado mucho». Si ha sido importante, «ha sido por el poder demográfico del español en América Latina». Por eso juzgó necesario «huir de la idea de 'pureza' del español» y «huir de centralismo del español para evitar riesgos de separación como le está ocurriendo al portugués de Portugal y el de Brasil. El español, en cambio no pertenece a España y permite amar la particularidad de cada país. El español pertenece a los hablantes».

Futuro en Español es precisamente un foro creado en torno a una idea: el idioma común de casi quinientos millones de personas en todo el mundo, «un espacio para la reflexión sobre los valores compartidos por América Latina y España y el idioma que nos une, un foro que favorece el encuentro y la colaboración entre empresas e instituciones en torno al idioma común». Así coincidieron en señalarlo en la presentación de este miércoles Concha Andreu, presidenta de La Rioja, José María Vázquez, rector de UNIR, y José Luis Prusén, director del diario 'La Rioja'.

En ese camino hacia el futuro, el poeta aconsejó «diálogo generacional». «Dialogar puede enseñarnos que es temeridad renunciar al progreso y no aprovechar los avances. Pero al mismo tiempo conviene poner ese progreso al servicio de los seres humanos y no de los negocios. La Revolución Industrial también generó la miseria que narró Dickens. Nuestro caso dependerá de cómo lo programemos los seres humanos. Lo podemos utilizar para entendernos o para hacernos clientes».