PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Martes, 3 de diciembre 2019, 00:23
El salón de actos de la antigua Escuela de Comercio de Gijón acogió ayer el homenaje anual que el Ateneo Jovellanos dedica a la memoria de quien fuera uno de sus principales impulsores y una de las principales personalidades de la vida gijonesa, el director durante 41 años de EL COMERCIO, Francisco Carantoña Dubert. Una conferencia del escritor y miembro del Ridea José Luis Campal sirvió para recordar y desmenuzar con todo detalle su figura, en un tributo arropado, como viene siendo habitual, por numeroso público y el Aula de Cultura de este periódico y que contó con la emotiva intervención final de una de sus nietas, Clara Arroyo.
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En su introducción, el vicepresidente del Ateneo, Luis Rubio Bardón, evocó el intenso vínculo del homenajeado con la institución, de cuya directiva formó parte, y rememoró al «químico con alma de periodista a quien no le temblaba la pluma para criticar todo lo criticable desde su independencia y su apertura de mente hacia todo lo que le rodeaba». De la autoridad moral e intelectual que sus juicios escritos despertaban tanto entre sus lectores como en los actores de la vida social y cultural, puso de ejemplo esa frase que se repetiría durante décadas en nuestra ciudad y en toda Asturias: «¿Y Carantoña qué dice, qué opina de esto?».
Desde idéntico enfoque desarrolló Campal su intervención partiendo de la premisa de que «en España hubo muchos directores de periódico, pero se pueden contar con la mitad de los dedos de una mano a quienes hicieron de su oficio y vocación un magisterio continuado en medio de la mayor de las discreciones, sin encaramarse a los endebles atriles de la fatua elocuencia ni tratar de mirar a sus lectores por encima del hombro, sino cumpliendo con su cometido cabal y transcendiéndolo hasta convertirse en un faro de luz para la ciudadanía».
No dudó por ello en calificarlo de «ejemplar único que dio Asturias en la segunda mitad del siglo XX», alguien que desde ese respeto al público lector «sembró, recogió y repartió con generosidad de buen filántropo los frutos de una labor de trastienda que sin embargo llegó a muchos rincones de la sociedad civil. Un caso difícilmente igualable hoy», afirmó de quien falleciera hace 22 años.
El investigador literario repasó la trayectoria vital y profesional de don Francisco Carantoña («una biografía sin secretos ni puntos enigmáticos») desde su «desembarco» en Gijón para trabajar en EL COMERCIO, tras haber sido número uno de su promoción en la Escuela Oficial de Periodismo y haber ejercido como redactor de 'El Español' y la revista 'Motor Mundial'. Relató su elección como director de nuestro periódico en diciembre de 1954 con la «difícil tarea de sustituir a Adeflor, inimitable gigante del periodismo costumbrista» y cómo pronto «se amoldó a la vida de la ciudad, saliendo rápidamente de su despacho para integrarse en su tejido social y cultural». Contó que en los propósitos iniciales del flamante responsable de este diario no estaba el de quedarse en Gijón mucho tiempo, pero, tras conocer a quien iba a ser su esposa, Cruz Álvarez Requejo, estrecharía definitivamente su pacto de fidelidad y vida con la ciudad. No tardaría en ser aceptado plenamente por ella y puso como ejemplo su decidida contribución a todo tipo de actividad pública a la que desde un principio iba a ser invitado a participar.
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A lo largo de su extensa y fructífera trayectoria como director de EL COMERCIO «no todo fue un camino fácil», subrayó Campal, y Carantoña «hubo de bregar con no pocas controversias y aportando siempre su atinado punto de vista a la realidad política nacional e internacional». Y siempre, señaló el conferenciante, consciente de ese respeto a quien lo leía, ya que «nunca manipuló la realidad para que se ajustase a su visión si no que procuraba orientar para que el lector fuera el que en última instancia tomara sus propias decisiones». Su compromiso con la cultura fue también destacado y ejemplarizado en la dedicación que volcó en la obra de creadores como Nicanor Piñole o Evaristo Valle o en su olfato en ver más allá de lo local: «Fue un adelantado del periodismo cultural».
La coordinadora del Aula de Cultura de EL COMERCIO y jefa de Edición, María de Álvaro, agradeció al Ateneo su homenaje anual al recordado director de un diario «en el que sigue su espíritu, el de un periodismo responsable, comprometido con el entorno y con la verdad, que él nos enseñó a extraer de raíz para mostrarla». El mejor tributo, afirmó, «es seguir haciendo el periódico cada día con la honestidad y la profesionalidad de las que Francisco Carantoña era ejemplo».
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