Alain Touraine. AFP

Fallece el sociólogo francés Alain Touraine, Príncipe de Asturias de Humanidades en 2010

El pensador falleció a los 97 años en París. Desarrolló la idea de sociedad postindustrial y destacó el valor de la acción de los grupos sociales

César Coca

Viernes, 9 de junio 2023, 11:56

Alain Touraine, el gran sociólogo francés que desarrolló la idea de sociedad postindustrial y destacó el valor de la acción de los grupos sociales, ha muerto hoy en París a los 97 años. Distinguido con numerosos doctorados Honoris Causa y relevantes premios, entre ellos el ... Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2010), era uno de los pocos intelectuales que consiguieron que su voz fuera escuchada lo mismo en la civilizada y decadente Europa que en la conflictiva y emergente Latinoamérica.

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Nacido en Hermanville-sur-Mer, una localidad de Normandía, estudió en París y más tarde completó sus estudios en las universidades de Columbia, Chicago y Harvard. Fue el inicio de su paso por entidades académicas de gran prestigio internacional, un mundo que ya no abandonaría en su faceta de profesor.

A raíz de una invitación para unos cursos en México, cuando aún no había cumplido los 30 años, se interesó por los movimientos sociales del continente al sur del río Bravo. Eso le llevaría a fundar un centro de investigación en Sociología del Trabajo en Chile. En aquel país contrajo matrimonio también con la investigadora Adriana Arenas.

Aunque durante muchos años el objetivo central de su trabajo estaba al otro lado del Atlántico, tuvo la visión necesaria para comprender que el nacimiento de Solidaridad iba a causar un terremoto político en Polonia y más allá de sus fronteras.

En las últimas décadas, Touraine ha estudiado la evolución de la idea de Europa y ha alzado su voz para reclamar una actuación conjunta y decidida ante las sucesivas crisis que han jalonado la Historia. Su denuncia del triunfo de un capitalismo financiero global alejado de la economía real y fuera de todo control lo llevó a reclamar un refuerzo de las instituciones de la UE para defender los grandes valores de Europa.

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Un concepto de Europa que aunque no del todo democrático tampoco veía carente de legitimidad, como suelen argumentar a un lado y otro del espectro político. «Me extraña que la extrema derecha y la extrema izquierda la tache de antidemocrática y subordinada a los banqueros», dijo en una entrevista concedida a este diario a finales de 2011, en plena crisis económica.

Y concluía su amargo diagnóstico: «De la extrema derecha, que es tan horrible, no quiero decir nada. Pero de la izquierda me sorprende su debilidad intelectual». Al final, su confianza en Europa, con todos sus problemas, era mucho mayor que la que tenía en los países que la componen. «Son estos los que deben reinventarse», decía.

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