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Evaristo Valle. 'El sueño de la pastora', 1919. Colección Sabadell Herrero
Explosión estética
Culturas

Explosión estética

De Botticelli a Goya y de Valle a Piñole, la estación que estrenamos ha sido y es inspiración creativa. Los museos asturianos tutelan colorido y verdor hecho arte

M. F. Antuña

Gijón

Jueves, 21 de marzo 2024

Ees luz. Es color. Es inspiración. Es implosión y explosión. La primavera está en la música de Vivaldi, en el aire fresco y en los lienzos y las tablas. Desde siempre. Una de las obras más icónicas de la historia universal del arte se bautiza con el nombre de la estación que mira hacia el verdor primigenio que llega cada mes de marzo. Botticelli, genio del renacimiento italiano, dejó sobre una tabla su alegórica mirada sobre los días que ya nos inundan, pero también los artistas asturianos lo han hecho, también los museos de la región conservan óleos que conducen hacia ese mismo espacio y tiempo.

Gretel Piquer, doctora en Historia del Arte y experta en la obra de Evaristo Valle, sabe bien lo que significa este momento para los creadores: «Es el renacimiento de la vida, es un periodo de explosión estética, nos convierte a todos en artistas, nos hace disfrutar de las cosas con mayor intensidad», resume. Es, pues, una temática importante en el arte y que se deja ver, cómo no, en la obra de Valle, como en 'El sueño de la pastora' y 'El sueño del pastor', dos obras de la colección Sabadell Herrero que derrochan poderío lumínico y cromático.

1.- Manuel Medina. 'Primavera', óleo de 1929; 2.- Nicanor Piñole. 'Primavera', 1924; 3.- Santiago Rusiñol. 'El almez del claustro de San Benito de Bages', 1907
Imagen principal - 1.- Manuel Medina. 'Primavera', óleo de 1929; 2.- Nicanor Piñole. 'Primavera', 1924; 3.- Santiago Rusiñol. 'El almez del claustro de San Benito de Bages', 1907
Imagen secundaria 1 - 1.- Manuel Medina. 'Primavera', óleo de 1929; 2.- Nicanor Piñole. 'Primavera', 1924; 3.- Santiago Rusiñol. 'El almez del claustro de San Benito de Bages', 1907
Imagen secundaria 2 - 1.- Manuel Medina. 'Primavera', óleo de 1929; 2.- Nicanor Piñole. 'Primavera', 1924; 3.- Santiago Rusiñol. 'El almez del claustro de San Benito de Bages', 1907

También en los museos de Gijón se guardan obras con esa mirada, como es el caso de un Piñole de 1924 que elige 'Primavera' como título. Es un óleo de gran formato que es un depósito del Reina Sofía. Antes, en 1899, Ramón Álvarez-Sala Vigil eligió idéntico título para otro óleo de gran formato, que forma parte precisamente de un conjunto de cuatro obras que se crearon para decorar el portal de la calle Capua 2 para un edificio proyectado por Mariano Marín Magallón. De Santiago Rusiñol, y de 1907, es otra obra alegórica de este tiempo, como la tabla que más recientemente, en 1990, Reyes Díaz le dedicó a una tarde plateada de mayo.

El verde adquiere protagonismo incluso en la obra de un creador que no parece llamado a resultar primaveral, como es el caso de Juan Barjola, extremeño con museo en Gijón. De los años cincuenta es un 'Mercado' aquí conservado de gruesas pinceladas que parece mirar hacia ese lugar.

En el Museo de Bellas Artes de Asturias nunca falta la luz siempre derrochada de Sorolla, que parece no entender de estaciones, y se conservan obras alegóricas a este tiempo incluso en loza, con una delicada cara de San Claudio con el nombre de la estación. También Manuel Medina firmó un lienzo con idéntico titulo, mientras que el palentino José Casado Alisal retrató a una muchacha en un bosque rodeada de flores.

Y si empezábamos con Botticelli, sigamos con otras obras icónicas absolutamente consagradas a la estación de las flores. Monet firmó un célebre lienzo bautizado 'Primavera', mientras que Van Gogh se deleitó pintando 'Flor de almendro'. Mucho antes que ellos, William-Adolphe Bouguereau pintó en maneras angelicales 'El regreso de la primavera' a finales del XIX y John William Waterhouse compuso 'Una canción de primavera' ya entrado el XX.

También el Museo del Prado muestra piezas tan reveladoras y destacadas como 'Las floreras' o 'La Primavera', un lienzo de gran formato de 1786 de Francisco de Goya. Y no es la única obra, porque hay también una sobresaliente alegoría primaveral con la firma de José de Madrazo.

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