AZAHARA VILLACORTA
OVIEDO.
Lunes, 9 de diciembre 2019, 00:42
La vida de Juan Noval-Moro (Pola de Siero, 1973), sobrino del gran compositor Falo Moro, dio un giro radical cuando, a punto de que le hicieran fijo como profesor de música en un colegio y con una dilatada experiencia en la ... dirección de coros, decidió que quería «más». Pero no porque sea un hombre ambicioso («Las ambiciones las dejo para Jesulín»), sino porque sabía que lo suyo era cantar, algo que hace casi desde que se levanta hasta que se acuesta. En la ducha y mientras cocina. Así que se lió la manta a la cabeza y se fue a Alemania «sin saber una palabra de alemán, con seis meses de paro y una mano delante y otra detrás». A cantar. Allí conoció a la que hoy es su mujer (polaca, pianista), con la que tiene «dos críes» que ya apuntan maneras, porque, además de estudiar en el Conservatorio, están en el coro infantil de El León de Oro: «Ayer, a las once de la noche, estábamos cantando todos juntos. No sé si los vecinos estarían muy contentos, pero por lo menos afinábamos», bromea. Y, claro, irán a verle al Campoamor, donde el próximo 15 de diciembre subirá el telón 'Pagliacci', la célebre ópera de Leoncavallo que se representará junto a 'Una tragedia florentina'.
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-La música se lo ha dado todo.
-Sí. La verdad es que no tengo conciencia de mí sin ella. Hay fotos mías con tres años tocando una guitarra.
-Aunque su carrera lírica fue casi producto de una epifanía.
-Yo sabía que tenía talento para la música y oído desde siempre. Lo que no tenía era ejercicio. Ya sabes: en los ochenta y los noventa te dedicabas a salir, a los colegas, baloncesto, chicas... Pero había algo dentro de mí que decía: «Tiene que haber algo más que dar clase a chicos que no quieren aprender». Canté mi primera ópera en 2004 en Francia y, a partir de ahí, dije: «Esto es lo mío». Si quiero dirigir, puedo retomarlo más tarde, pero cantar es ahora o nunca.
-Esta será su segunda ópera en el Campoamor...
-Sí. He hecho mucha zarzuela, pero con la Ópera de Oviedo tuve mala suerte porque siempre se nos cruzaron los caminos. Estuve en 2009 haciendo 'Ariadna en Naxos', pero después siempre pasaba algo: o yo tenía otras cosas o en esa temporada no había papeles que se ajustasen a mí...
-¿Para un asturiano supone una presión adicional cantar en casa?
-No. Yo, cante donde cante, disfruto e intento que los demás disfruten.
-¿Cómo es su personaje?
-El papel no tiene una exigencia vocal excesiva. Es muy llevaderu. Tiene una parte muy lucida, que es el 'Oh! Colombina', una serenata en plan humorístico. Junto con el 'Vesti la Giubba' que canta el payaso, es lo más conocido de esta ópera. No tiene demasiada dificultad técnica. No resulta demasiado potente, incómodo o cansado. La mayor dificultad de esta ópera son los planos interpretativos.
-¿Y eso por qué?
-Porque esta ópera es el paradigma del teatro dentro del teatro. Entonces, tú tienes que hacer una comedia que está enmarcada dentro de una tragedia. Y en esta producción hay tres planos. El primero es el de Juan, que soy yo y que salgo en un momento como Juan al escenario. El segundo es el del personaje, Beppe, que forma parte del drama. Y, después, está el personaje de Arlequino, que es el que Beppe interpreta en la comedia que se representa en el segundo acto. Es decir: tienes que tener tres planos de interpretación que el público debería reconocer fácilmente. Y, por mucho que intentemos ser buenos actores, somos cantantes.
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-Ha sido muy crítico con los recortes a la cultura en España.
-El problema es que aquí dependemos demasiado de las subvenciones porque el escaso incentivo al mecenazgo hace que sea inexistente. Estamos en una especie de tierra de nadie de la que es difícil salir.
-También disminuye la presencia de la música en la escuela.
-Eso ocurre porque en España no se entiende el valor que tiene la música. Por ejemplo, en Alemania, iba en un tren estudiando una partitura y una señorina que estaba al lado me dijo: «Es usted cantante. Qué profesión más bonita y más sacrificada». Aquí, a lo mejor, te preguntan a qué te dedicas y, cuando dices que eres cantante, piensan que es algo que hacer en tus ratos libres. Yo, en cambio, siempre digo lo mismo: un alumno que lea un compás y detecte un error está detectando un error matemático porque son sumas de fracciones. Y los esquemas de las obras tienen que ver con la gramática. Los chavales que estudian música son mucho mejores alumnos en general y más maduros. Pero todo eso no se sabe apreciar.
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-Observo que no tiene rasgos apreciables de divismo.
-¿Tú vesme? (Risas) Pues eso. Una vez me dijo un director de orquesta que era un tenor con mente de barítono porque los tenores suelen ser más neuróticos. Recuerdo una anécdota dando clase con Renata Scotto. Yo estaba cantando un aria muy difícil y me dijo: «Si tienes miedo...». A lo que le contesté: «Tendría miedo si fuera cirujano, porque, si opero mal a alguien, lo mato. Pero, por cantar, no». Puso los ojos como platos porque está acostumbrada a que le digan que esto es lo máximo. Yo, en cambio, admiro mucho a los cirujanos y a los ingenieros y procuro siempre recordarme eso antes de salir a cantar.
-¿Ni siquiera se pone nervioso antes de salir a escena?
-Siempre. Lo dijo Pavarotti: «Si un cantante no tiene nervios antes de salir a cantar, no es cantante». Pero, después, disfrutas. Y tampoco soy nada neurótico con la voz porque creo que es malo vocalmente.
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-¿Cómo es eso?
-Las personas que se preocupan muchísimo por la flemita o el catarrito al final están peor que los que no lo hacen. Los grandes cantantes antiguos echaben un pitu o se tomaban un lingotazo de vino antes de salir... Yo fumé de joven, saliendo por ahí, pero nunca tuve hábito, pero tampoco pasaría nada si fumase algo. Naturalmente, el tabaquismo te afecta a la voz, pero la clave es llevar una vida normal: no hay ningún cantante que fume dos cajetillas al día. Hay que tomárselo con calma y dominar una técnica que te permita estar tranquilo en el escenario, salir concentrado y tener siempre un dominio del instrumento para no dañar la voz.
-¿Tuvo alguna noche desastrosa?
-No. ¡Aunque hasta Messi falla faltas! ¿Cómo no vamos a fallar nosotros notas alguna vez? Pero eso no te convierte en un mal profesional.
-Sé que coincidió con Domingo. ¿Qué piensa de su situación?
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-Presunción de inocencia, como con todes les persones de este mundo.
-Y para terminar: ¿le queda algún sueño por cumplir?
-No. Iré a donde me lleven la música y la vida. Mi única aspiración es hacerlo cada vez mejor y por eso no paro de estudiar, de leer, de escuchar, de dudar... Somos el pequeño porcentaje del mundo que nos dedicamos a lo que nos gusta y eso es una maravilla.
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