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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Lunes, 26 de julio 2021
Está Daniel Grao (Sabadell, 1976) rodando una nueva temporada de 'Hit' y, al tiempo, girando con 'La máquina de Turing', el montaje que estrenó en ... octubre pasado en el Niemeyer de Avilés y que descubre a un personaje histórico olvidado. Es reveladora de una realidad oculta esta obra que el próximo sábado se sube a las tablas del Teatro Jovellanos. Claudio Tolcachir, a partir de un texto de Benoit Solés inspirado en la obra de Hugh Whitemore, dirige esta pieza con Carlos Serrano también sobre las tablas. El plano más humano de un genio, Alan Turing, sale a escena.
-¿De octubre, cuando se estrenó la obra, a hoy qué ha pasado?
-Pues la verdad que estamos súper felices, la función se va renovando bolo a bolo. El entusiasmo, en mi caso en particular, el gustazo de interpretar a este genio con tantas contradicciones, está siempre ahí. Mi forma de encarar el trabajo consiste en que siempre esté vivo, en hacer el viaje de manera sincera cada noche. El personaje no se agota, no deja de sorprenderme, de emocionarme teatralmente hablando, pero es que además saber qué ocurrió, que estamos contando un trozo de vida, eso es un caramelo para un actor, que puede interpretar un personaje con aristas, colores, contradicciones... Y este las tiene, es una mente brillante con una incapacidad en lo social, con esa torpeza, los secretos que tuvo que guardar sobre su sexualidad, su posible síndrome Asperger, su tartamudeo. Es un personaje con muchos matices.
-¿Y cada día evoluciona?
-Va mutando. Nunca es idéntico, para empezar porque quien interpreta no está en el mismo estado siempre, y el público no siempre es el mismo. Nunca deja de soprendernos que en unas funciones haya más risas que en otras. Es un misterio por qué eso ocurre, debe ser algo energético.
-¿Algún truco para no caer nunca en la repetición?
-Claudio Tolcachir siempre nos dijo que no demos nada por supuesto de lo que va a pasar. Cuando los personajes toman decisiones y se plantean cosas, yo puedo pensar '¿y si yo esta noche en el juicio digo que era mentira y lo niego todo?'. Yo sé que, como actor, no lo voy a hacer, pero el planteármelo por unos segundos hace que las emociones sean de verdad, que se mantenga esa viveza. Y luego el personaje no deja de chivarte secretos.
-¿Qué les comenta el público? Porque al final Turing es un desconocido y para todos es necesariamente un descubrimiento.
-Lo es totalmente. La respuesta es de sorpresa al descubrir que esta persona existió, hizo todo lo que hizo, descubrió el código Enigma, que provocó que la Segunda Guerra Mundial acabara dos años antes, que fue el precursor de la inteligencia artificial... Es un shock que no lo conozcamos, que no sea muy popular. Se supone que en esa época era mejor guardar el secreto sobre quién lo había hecho, y después su propia condición sexual lo relegó, lo escondió de los libros de historia y ahí está la gran injusticia. Yo no dejo de sorprenderme. La obra lo trata de forma muy humana, no se convierte en una obra de teatro histórica y biográfica, le coges cariño, tiene algo entrañable. Esa inseguridad lo hace muy abrazable. El mensaje final es cuánta estupidez como sociedad llegamos a hacer por la condicion sexual, la raza, que nos hace quedarnos sin un genio.
-¿Cómo es esto de girar y cambiar de comunidad y de restricciones y de normas?
-Una locura. Mi compañero Carlos Serrano es la primera gira que hace y yo le digo que las giras suelen ser más divertidas, que bebemos vino, charlamos, conoces gente.... En esta, sobre todo la primera etapa, solo podíamos pedir cena al hotel... Muy triste. Y luego han pasado cosas raras, como como hacer un bolo a las cuatro de la tarde en Málaga. Pero emocionados porque, a pesar de los pesares, no hemos parado la gira.
-¿Saldrá más fuerte de esta crisis el teatro?
-Tengo esa sensación. Fue el estreno en Avilés, luego estuvimos en Madrid en un momento de incertidumbre y llenamos, con un aforo del 65%, todas las noches. Hay necesidad, el teatro es insustituible. Tuvimos un par de encuentros con el público y ellos nos agradecían el esfuerzo, era algo recíproco. Es una necesidad mutua; es algo primitivo.
-¿Cómo habrá que encarar ese futuro?
-Más allá del teatro, en el plano cultural en general, hay una desprotección. Podríamos hablar desde muchas perspectivas y recurrir al ejemplo de referencia de Francia para que haya más proteccion al cine, al teatro, para que no se malviva, para que esta no sea una vida con tanta incertidumbre. Tiene que haber más cariño, que debería empezar por cada uno de nosotros. Pero aquí en España todo lo que tiene que ver con la cultura se convierte en arma arrojadiza. España, esa enfermedad autoinmune.
-La tele sí que ha salido reforzada de la pandemia.
-Claro, desde el confinamiento ha crecido mucho más la demanda, el consumo de historias, de series. Sí, estamos en un momento boyante en número de producciones y de estilos.
-Está rodando la nueva temporada de 'Hit'.
-Es un cambio de lugar, después de la experiencia de la primera temporada con alumnos complicados, vamos a por la enseñanza regular, esta vez en FP y nos vamos de la urbe de Madrid a Puertollano, un año después del covid, con consecuencias de fábricas cerradas en esa otra España que se cuenta menos.
-¿Retratan la pospandemia?
-Sí, imaginamos que es un año después, con las consecuencias que trae.
-Tiene por estrenar una peli.
-'La casa entre los cactus', que creo que se estrenará en otoño, con Ariadna Gil. Somos una pareja con cinco hijas viviendo en los años setenta en una casa al margen del mundo.
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