«Escribí casi toda la novela en Asturias»

-¿Es fácil diferenciar entre el bien y el mal?

-No. De hecho, me parece muy complicado, pero si prestas atención es más sencillo. Uno de los males contemporáneos es que vamos tan deprisa que no prestamos atención y creo que eso nos dificulta tomar conciencia. No es fácil, pero si prestas atención es menos difícil.

-¿Qué significa para usted 'Agua de Luna'?

-Agua de Luna tiene que ver con una vieja leyenda que dice que si te bebes el agua de un cántaro que ha estado bajo la luz de la Luna, tomas la energía de ella. Y también tiene que ver con su reflejo en el mar; cuando la luz crea un camino borroso, indefinido, que no se sabe dónde empieza y dónde termina. Es una luz equívoca, un camino tentador, pero que puede ser engañoso. Y ese es el sentido de la novela. Una trama familiar en la que las cosas que suceden puede que no sean realmente como tú creías.

-Las redes sociales y la vulnerabilidad. Sabemos de su peligrosidad, pero somos incapaces de vivir sin ellas.

-Es cierto, pero el problema está en que somos mucho más vulnerables de lo que creemos. Nos servimos de ellas como elemento de contacto y a través de ellas les contamos nuestra vida a otros, lo cual está bien, pero al mismo tiempo también hay personas que no tienen buenas intenciones, ciberdelincuentes, que se aprovechan. Saben mucho de nosotros y pueden utilizarnos, manejar nuestra opinión, nuestros gustos y hasta nuestra ideología. Eso es muy peligroso porque se pueden construir mentiras dolorosísimas y devastadoras a través de las redes sociales.

-En el libro hay escenarios extranjeros y españoles, y uno de ellos es Asturias.

-Quería que el origen de la familia fuera asturiano. El protagonista se llama Julio Noriega y ese es un apellido que tengo yo. Viene de mi abuelo, que también era escritor y a quien dedico el libro. Asturias no se explicita, pero Julio Noriega tiene su refugio ahí y cada vez que quiere huir o estar solo se va Asturias.

-¿Y por qué Asturias?

-Quería dar al menos una pincelada del paisaje asturiano que yo veía cuando estaba escribiendo este libro porque nosotros tenemos una casa en Noriega, en Ribadedeva, y delante tenemos la Sierra del Cuera. Así, utilizo el paisaje de mi casa dentro de la novela como los caballos, los picos de la Sierra del Cuera, los árboles, etcétera. Casi toda la novela la escribí en Asturias, así que lo mínimo que tenía que hacer era ponerle un recuadrito.

-Dentro de los temas que trata en el libro, uno de los más impotentes es el salafismo en España y el relativismo con el que se trata a los salafistas.

-Intentamos ser abiertos y multiculturales y a veces no diferenciamos muy bien entre los islamistas que son tolerantes, que los hay, naturalmente, porque es verdad que el Islam es una religión de paz -aunque podamos discutir después la forma en la que discriminan a las mujeres, como hacen también otras religiones-, y los que, si pudieran, acabarían con nuestra cultura y, en algunos casos, no sé si con nuestras vidas. Hay que tener mucho cuidado con eso. No digo que sea fácil, pero a veces caemos en una cierta relajación sobre ese particular. Siempre consuela, que es una de las cosas que he aprendido en la elaboración de la novela, que las fuerzas de seguridad que tienen que luchar contra el terrorismo saben muy bien quién es cada cual y tienen a los salafistas bastante controlados.

-Otro de los temas es el de la globalización, pero no desde el punto de vista de ampliación de cultura, sino como el mayor ejemplo de la democracia liberal.

-El tema de la globalización es positivo en el sentido de que debería extender la igualdad de oportunidades, pero al final no lo hace y termina siendo un ámbito en el que mandan las grandes corporaciones tecnológicas. Quien maneja las herramientas son corporaciones que no están bajo control de nadie.

-¿Y el poder global?

-El poder global hoy no es igualitario. No es un poder comercial igualitario, sino que se ha terminado convirtiendo en un poder de grandes corporaciones que controlan todo. Lo positivo que puede tener la globalización se está diluyendo por esa especie de control no democrático e interesado.

-Y con todos estos ingredientes usted ha construido un thriller.

-Sí, un misterio. He querido contar una historia que entretenga, llame la atención y, como dice mi amigo Víctor del Árbol, ponga orden en mi propio mundo. Lo que he hecho es documentarme para construir un escenario que sea verosímil y ahí contar un thriller que intento que enganche al lector para que juguemos juntos durante el tiempo que dure la lectura.