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Con un gesto libre y honesto, la obra de Daniel Roibal (Palma de Mallorca, 2001) se despliega sobre unos lienzos en los que la pincelada ... es la absoluta protagonista. 'Pinturas sobre la pintura' que, lejos de la rigidez figurativa, se construyen a partir de manchas y trazos que parecen responder más a una puslión interna que a una estructura premeditada.
En la serie que se puede ver desde el pasado jueves en la galería Espacio Líquido de Gijón, Roibal reimagina la naturaleza a partir de su propia experiencia, desde un viaje a la selva costarricense e inspirado por el 'Shinrin-Yoku' o 'baño de bosque', la práctica japonesa que invita a una inmersión en la naturaleza con los cinco sentidos. 'Puesta de sol', 'Eclipse' o 'Luz entre las hojas' no son representaciones literales, sino interpretaciones que condensan la atmósfera de un momento: el sol cuando desaparece en el horizonte, la sombra que proyecta un eclipse, la luz al filtrarse entre la vegetación. Para ello, el artista trabaja con una paleta dominada por los ocres, azules intensos y verdes profundos, con brochazos amplios que dejan entrever el lienzo en algunos puntos, aportando una sensación de inmediatez y crudeza.
Roibal busca llevar al espectador a experimentar la conexión con la naturaleza a través de sus lienzos. Aunque algunos de los trazos pueden parecer formas concretas, quizá hojas, ramas o huellas, la abstracción de sus pinturas invita contemplarlas desde lo sensorial, a pararse a mirarlas con conciencia plena, tal como receta la práctica japonesa de la que el artista se hace eco.
Con esta exposición, Roibal no solo plantea una experiencia estética, sino también una invitación a ralentizar la mirada, a dejarse envolver por la materia pictórica y sus ritmos orgánicos. En un mundo acelerado, sus lienzos funcionan como una pausa, un respiro en el que la naturaleza se filtra a través del color y la textura. El trazo y la energía de su trabajo revelan un proceso de exploración casi físico, donde la propia textura del óleo o el acrílico se convierte en un elemento expresivo. Roibal no pinta escenas, sino que parece construirlas en el acto, permitiendo que la pincelada respire y dialogue con el fondo, creando capas que sugieren más de lo que muestran.
El artista, que a pesar de su corta edad ha participado en exposiciones tanto colectivas como individuales en Londres, Corea del Sur o China, expone por primera vez en la galería gijonesa donde estará hasta el 14 de mayo. Una oportunidad para dejarse cautivar por un despliegue de colores y formas que recuerdan al espectador la importancia de conectar con la emoción a través de la pincelada.
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