MIGUEL ROJO
oviedo.
Martes, 18 de febrero 2020, 00:28
«Siempre me he sentido muy asturiano, siempre he estado muy vinculado con Asturias, no solo porque es la tierra de mis padres, sino también a través de la Fundación Príncipe de Asturias. Si había hecho una donación al Museo del Prado, correspondía que hiciera otra donación a la tierra de los míos». Con estas palabras confirmaba Plácido Arango a este periódico en 2016 la noticia de que 29 obras de su colección particular -finalmente serían 32- serían donadas al Museo de Bellas Artes de Asturias. «Su donación fue un acontecimiento histórico para el museo», reconocía su director, Alfonso Palacio, nada más conocer el fallecimiento de su principal mecenas.
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No es para menos. La donación incluye obras vinculadas a la historia del arte español de los siglos XV al XX, siendo la más antigua de 1485 y la más reciente de 1992, todas en un excelente estado de conservación. Entre los pintores hasta entonces no representados en el museo destaca la incorporación de obras maestras de artistas como Diego de la Cruz, Juan de Juanes, Juan Pantoja de la Cruz, Rodrigo de Villandrando, Juan van der Hamen, Jerónimo Jacinto Espinosa, Juan de Valdés Leal, Antoni Tàpies, Manuel Millares, Rafael Canogar, Eduardo Arroyo y Darío Villalba, entre otros. Mención especial merece, por su magnitud, la inclusión del 'Retablo de la Flagelación de Leonor de Velasco', del siglo XV. Y también es de reseñar la presencia de esculturas de autores contemporáneos como Juan Muñoz y Cristina Iglesias, su compañera de estos últimos años.
Por otro lado, entre los artistas ya representados en la colección, el Museo se enriqueció substancialmente con la incorporación de obras destacadísimas de pintores como Juan Correa de Vivar, Luis de Morales, Francisco de Zurbarán, Genaro Pérez Villaamil, Ignacio Zuloaga, José Gutiérrez Solana, Esteban Vicente y Pablo Palazuelo, entre otros. Es de destacar también el hecho de que un número importante de las obras que pasaron a pertenecer al Museo de Bellas Artes de Asturias fueron recuperadas en su día por Placido Arango para el patrimonio español mediante su adquisición, al estar hasta ese momento en manos de colecciones o coleccionistas extranjeros.
La donación de Plácido Arango Arias al Museo de Bellas Artes de Asturias está dedicada a la memoria de sus padres, Jerónimo Arango Díaz y María Luisa Arias Fernández, de origen asturiano. Con motivo de la misma, y a modo de presentación, tuvo lugar una exposición en el museo entre la primavera y el otoño de 2018, acompañada de la edición del correspondiente catálogo y la celebración de un ciclo de conferencias, así como una serie de actividades didácticas. Ese año, el Museo de Bellas Artes superó con creces los 100.000 visitantes y batió su récord de visitas. Desde entonces, lo hace cada año.
También debe recordarse que en 2007 Plácido Arango ya había donado al Museo de Bellas Artes de Asturias el cuadro 'Automne Basque', de Darío de Regoyos, con motivo de la exposición 'Una mirada singular', organizada en el centro un año antes e integrada por 25 obras de su colección.
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En 1991 donó al Museo del Prado ochenta grabados de una edición de 1799 de 'Los caprichos' de Goya. Los compró con el fin de regalarlos, de compartirlos con todos los españoles sin esperar nada más a cambio que la propia satisfacción de hacerlo. En 2015, por medio de una escueta nota de prensa y sin presentación alguna, se informó que donaba 25 lienzos más al Prado, entre ellas cuatro litografías de Goya y piezas de Zurbarán, Valdes Leal, Corrado Giaquinto, Herrera el mozo...
Dicen que la suya es una de las mejores colecciones privadas de España. Sustentada en base al criterio, al buen gusto, al empeño de quien disfruta como un niño mirando una obra de arte, fue creciendo y creciendo hasta superar las 300 piezas y un valor inmenso. Una colección que nació casi por casualidad.
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Cuando se casó compró un cuadro para decorar la casa y casi sin darse cuenta, a base del contacto con artistas y galeristas, se metió en un universo que le atrapó y del que ya no pudo salir y le llevó hasta una implicación absoluta. Quienes miran hoy embelesados 'Las Meninas' han de saber que fue él quien, gracias a su empeño, logró en 1984 que John Brealey, jefe del Departamento de Restauración del Metropolitan, se encargara de recuperar toda la belleza de la obra de Velázquez, lo que supuso un espaldarazo al departamento de restauración del museo. Aportó, además, financiación para llevarla a cabo. Otro regalo del mecenas.
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