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PABLO A. MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Domingo, 15 de julio 2018, 00:31
El Festival de Musica Antigua de Gijón, siempre dispuesto a sorprender con novedosas propuestas en cada nueva edición, ha querido despedir la de este verano con un espectáculo de difícil clasificación y atractivo interés: 'Stabat Mater. The Vivaldi Project', del conjunto Soqquadro Italiano. Música, canto, ... danza y teatro unidos por la figura del cantante y bailarín Vincenzo Capezzuto, contratenor, junto a la formación de intérpretes que lo acompaña sobre las tablas. Todo eso y algo más forman la pieza sui generis, puro deslumbre de los sentidos, que ayer vimos en un Teatro Jovellanos casi lleno.
Soqquadro ('confusión', 'desconcierto' podría traducirse) Italiano es el proyecto de tres creadores atraídos por la producción artística del barroco en su país y por revisitarla ampliando el ángulo de su visión a las formas contemporáneas.
Además de Capezzuto -voz y danza-, participan de esta empresa el dramaturgo y director de escena Claudio Borgianni -autor también de los arreglos musicales- y el coreógrafo Mauro Bigonetti, director del Ballet de la Scala de Milán.
En el espectáculo programado por el Festival de Musica Antigua participan en el acompañamiento musical un quinteto formado por Luciano Orologi (saxofón soprano, clarinete bajo y melódica), Simone Vallerotonda (archilaúd), Gabriele Miracle (percusiones y toy-piano), Marco Forti (contrabajo) y Fabio Fiandrini (programación electrónica).
El conjunto que arropa el trabajo en escena del cantante y bailarín, con su nómina de instrumentos tan diversos, puede dar una idea de los sonidos que busca Soqquadro en sus representaciones.
En la que anoche pudo ver el público gijonés Vivaldi y su 'Stabat Mater' son el leit motiv para reinterpretar la cultura del barroco italiano, con la profunda religiosidad que la inspira y que esta entente de artistas actuales ejemplifica en 'La crucifixión' de Masaccio: colores en la escenografía y el vestuario, dramaturgia de Vicenzo Capezzuto, y en un repertorio de conciertos de 'Il Prette Rosso' (el cura pelirrojo, llamaban al compositor de 'Las Cuatro Estaciones'), al que añaden dos piezas de los siglos XV y XVI ('Planctus Virginis', 'Voi ch'amate', 'Figghju'), con una propina final de uno de los integrantes del conjunto, Gabriele Miracle, basada en un aire popular calabrés. El resultado desconcierta y maravilla a partes iguales.
Las partituras de Vivaldi se ejecutan en arreglos y claves de nuestro tiempo: jazz, electrónica, pop, lenguajes que pueden asombrar al purista o a quien acuda con la expectativa de escuchar una formación de cámara convencional, pero al espectador dispuesto a dejarse envolver por el juego y la magia de las nuevas expresiones artísticas, enriquecidas por el talento innegable de los padres de esta criatura llamada Soqquadro Italiano (lo recordábamos antes: 'desconcierto', y podríamos añadir otro sentido de nuestro tiempo: 'deconstrucción'), sin duda no le defraudará lo que va a experimentar desde su butaca. Así lo pareció disfrutar el público que anoche asistió a este singular colofón del Festival de Música Antigua y que salió entusiasmado tras brindar al conjunto una larga y calurosa ovación.
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