El cuestionado entramado cultural de Asturias: entes públicos, sociedades y fundaciones

El Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) es uno de ellos. Con un presupuesto en el año en curso de 376.191 euros, es un organismo público con personalidad propia, plena capacidad de obrar y con patrimonio propio. Funciona con plena independencia y sus objetivos son la investigación y difusión de temáticas culturales en torno a Asturias. Funciona a través de comisiones de trabajo que organizan las distintas actividades, como ciclos de conferencias. Cuenta con un director, un consejo general, una junta permanente y la secretaría general.

El Centro Regional de Bellas Artes tiene este nombre en los presupuestos del Principado, pero es para todos el Museo de Bellas Artes de Asturias, que cuenta con un presupuesto de 3,2 millones de euros. En este caso es un órgano autónomo pero dependiente del Gobierno del Principado de Asturias y del Ayuntamiento de Oviedo. Su órgano de gobierno es el patronato con una presidencia que acostumbra a ocupar el titular de la consejería, en este caso Vanessa Gutiérrez. Seis miembros los designa el Principado, tres el Ayuntamiento y uno la Consejería de Hacienda. Se suma el director del espacio a este órgano que ha de dar el visto bueno a la programación que se desarrolla en el museo y a todos los programas sociales y educativos que se ponen en marcha. Obvio es que entre sus objetivos se hallan las tareas de conservación y difusión.

Vamos con la OSPA, que, pese a estar infradotada presupuestariamente a decir de la auditoría interna, recibe un presupuesto de los más abultados de la Consejería, al menos de estos entes, puesto que se eleva a 7,1 millones de euros. Está catalogado como organismo autónomo igualmente adscrito a la Consejería de Cultura, pero aquí no hay patronato, sino que los órganos de gobierno son otros: el Consejo Rector, que cuenta con un presidente, y un gerente. Su objetivo es la difusión de la música a través de temporadas estables pero también ha de llevar a cabo proyectos sociales y educativos.

Hasta aquí los entes públicos de la cultura a los que se les confiere carácter «limitativo a los créditos de sus presupuestos de gastos». Hay otro otro tipo de entes sujetos a contabilidad privada. Y aquí es donde se ubican la Fundación Centro Cultural Oscar Niemeyer y la Fundación Laboral Centro de Arte, Creación Industrial y Promoción Cultural. La primera ha tenido sus buenos líos desde que en 2006 echó a andar con el objetivo de gestionar ese centro cultural con programacíon de cine, música, artes escénicas y que cuenta con un patronato liderado por representantes públicos autonómicos y locales. 3,1 millones es su presupuesto. Lo mismo sucede en Laboral Centro de Arte, con una fundación al frente que encabeza el Gobierno del Principado y a la que se adscriben administraciones públicas y privadas y que igualmente pasó por momentos económicos complicadísimos. No arrastra ya deudas, pero sí sufre los problemas estructurales de un edificio que también es de la Consejería de Cultura y que exige obras inmediatas. Su asignatura pendiente es contar con más patronos del ámbito privado. La financiación privada es precisamente una vía a explorar a decir de la auditoria de la OSPA. 1,7 millones es su presupuesto.

Hay otra modalidad jurídica que es la que adquiere la Sociedad Pública de Gestión y Promoción Turística y Cultural del Princpiado de Asturias, en la que se inscribe Recrea. Con un capital social de 150.000 euros, en realidad no depende de la Consejería de Cultura sino de la Presidencia y Reto Demográfico. Pero ocurre que bajo su gestión están: Laboral Ciudad de la Cultura (incluido el teatro con programación estable), el Museo del Jurásico de Asturias, el Parque de la Prehistoria de Teverga, el Centro de Intepretación del Prerrománico del Naranco y el Museo Etnográfico de Grandas de Salime en el ámbito de la cultura. Su presupuesto global, 29 millones de euros.

64,8 es el presupuesto de la Consejería de Cultura este ejercicio, cuyo trabajo, por supuesto, se mueve en otros muchos ámbitos, como las subvenciones a distintos sectores, como puede ser el del teatro, las inversiones para el mantenimiento de bienes culturales, para la promoción de la literatura, para apoyar propuestas culturales tan destacadas como la Ópera de Oviedo, para la conservación del patrimonio, para la creación artística... También de ella depende otros museos, como es el caso del Barjola, del que es titular el Principado, y el Museo Arqueológico, de titularidad estatal pero cuya gestión está en manos regionales.

Son múltiples las vías de gestión cultural que la auditoría realizada para analizar el funcionamiento de la OSPA pone en tela de juicio de una manera contundente. Esta es la recomendación que lanza: «Reordenación del sector público cultural adscrito a la consejería con competencias en la materia cultural y en el que coexisten diferentes entes dotados de diversa configuración (órganos desconcentrados, organismos autónomos, sociedades públicas, órganos directivos centrales, etcétera) a través de los que se gestionan intereses culturales de carácter público y general».