Hay abonos con más festejos dentro de su misma especie, pero es difícil concentrar más alicientes en cuatro días de toros. Primero, porque están representadas las principales figuras de todos los escalafones. Después, por la variedad de encastes con que cuentan las combinaciones, y, ... finalmente, por el gusto y el criterio con que están elaboradas las mismas. Por todo ello, y alguna otra cosa más, el de la Feria de Begoña 2024 es un ciclo modelo. Una feria ejemplar.
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Abre la programación el jueves día 15, festividad de la Virgen, el rejoneador Diego Ventura, la máxima figura de este arte en la actualidad, mientras que al día siguiente se baten en duelo los jovencísimos Manuel Román y Marco Pérez, dos de las más sólidas promesas de la novillería, dos ejemplos de precocidad e intuición, de irreverente desparpajo, en un vis a vis que pretende mostrar el futuro y la vigencia que tiene este espectáculo.
En cuanto a los matadores, el menú se antoja más que apetecible, con un mano a mano entre Alejandro Talavante y Daniel Luque el primer día secundando a Ventura, un cartel para los amantes del toreo de arte, que reúne a Morante de la Puebla, José María Manzanares y Juan Ortega el sábado 17, y otra terna de auténtico tirón el último día, en la despedida como torero de Enrique Ponce en tierra astur. El maestro valenciano estará arropado por el peruano Andrés Roca Rey, el número uno del escalafón y el diestro más taquillero del momento, y el extremeño Ginés Marín, que vuelve a El Bibio tras su brillante debut en 2021.
En cuanto a la materia prima, hay anunciadas seis ganaderías de hasta cuatro procedencias diferentes. Además de los 'Domecqs' de Núñez del Cuvillo y de El Freixo (éstos, propiedad del maestro Julián López El Juli, previstos para la novillada), arribarán hasta Gijón 'murubes' de Los Espartales para rejones, 'santacolomas' de La Quinta (que como los 'cuvillos', harán doblete en corrida de toros y novillada), y astados de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana, que aunque con sangre Domecq en sus venas, aún conservan en su raíz la base 'Lisardo - Atanasio' de su origen.
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El inmueble, como demostró un informe el pasado año, se mantiene bien cuidado y, como cada mes de agosto, ha sido acondicionado con esmero para acoger en sus corrales un toro que siempre sale por toriles en tipo y hechuras. Por eso, que algunas de las mejores faenas de cada ejercicio tengan como escenario el coso asturiano ha dejado de ser casualidad.
La afición que ocupa sus escaños en tendidos y gradas es igualmente edificante. No en vano, Gijón es una de las ciudades de España con más peñas taurinas censadas, y sus militantes se dejan sentir en cada festejo, tanto con sus pancartas como por su comportamiento, siempre respetuoso, siempre también en favor del espectáculo, y luego en sus tertulias y conferencias invernales, muy necesarias para mantener viva la llama del toreo durante los meses de inactividad.
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Los aficionados de provincias limítrofes, veraneantes habituales y turistas ocasionales terminan de dar colorido a las localidades del inmueble neomudéjar, y junto a los lugareños, aportan rigor y conocimiento a esta singular marea humana, testigo de una feria que siempre cuenta un hilo argumental.
Sombras tenebrosas se posaron sobre su más que centenario tejadillo hace ahora tres años. Pero El Bibio resiste. Resiste orgulloso, porque se sabe guardián de un pasado luminoso y un futuro que, con el respaldo de la administración y la implicación de la empresa arrendataria, se augura esplendoroso y resplandeciente.
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