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En el año 1902 Adeflor escribía en la primera página de este periódico un artículo sobre Evaristo Valle. Relataba que un cuadro suyo tomaba rumbo ... a La Haya para ser destinado a un rifa que habría de efectuarse a beneficio de la lucha de los bóer en Sudáfrica. Describía así este gouache sobre papel particulamente original: «Una alegoría donde el pintor y el satírico se aúnan para lanzar una tabla partida por gala en dos temas, una nota retozona, alegre, con un fondo de amargor. Arriba del cuadro luchan los bóer con denuedo, inspirados por ese amor a la independencia que hizo inmortales las cenizas de los pueblos de Alcón y Megara. Abajo, el rey Eduardo, el rey de juventud depravada, que por ser de rey fue para algunos de crápula elegante, es el protagonista de una bacanal».
Pues bien, esa pieza, conocida por esta crónica periodística, pero perdida en el espacio y el tiempo, va a retornar a Gijón más de un siglo después. Viajará desde Amberes, donde una familia belga la conserva y la prestará para la próxima exposición en la que trabaja el Museo Evaristo Valle que este año celebra sus 40 años y los 150 del nacimiento del pintor. Será una entre las 42 que compondrán la muestra 'Un Valle no contado', que pretende mostrar ese pintor menos visto, más desconocido, y poner ante los ojos públicos obras nunca expuestas. Son una veintena las recopiladas de colecciones privadas y otras tantas las que se extraen de los fondos del museo de Somió. «Estas obras no forman parte del relato visual común», avanza Gretel Piquer, que comisaría una muestra que tiene tras de sí hasta historias rocambolescas para hacerse con obras de las que nada se sabía y componer un periplo alternativo para mirar a Valle, que incluso se conserva en su propio museo pero no había encontrado hasta ahora momento para ser exhibido. «Son obras primerísimas, las famosas tablitas reutilizadas con las que empieza a trabajar, hay dibujos también que nunca se han expuesto hasta el momento presente, o cuadernos de dibujo», revela Piquer. Añade que al configurar esta muestra se ha buscado una mirada global: «Hemos intentado que todas las temáticas estuvieran representadas para poder hacer un trabajo coherente; excepto las faenas carboneras, hay desde escenas campesinas a carnavaladas, el dibujo, la labor publicitaria, esos primeros trabajos en la litografía», apunta la biógrafa y gran experta en la obra de Valle, que subraya que se presentarán dibujos primerizos y estampas a las que no nos tiene acostumbrados, como un tablao flamenco que compuso para una publicidad sobre vino; que se desvelará también su faceta de retratista, que no es un género habitual salvo en su obra familiar; se exhibirán algunas escenas de romería propias de la primera época; también una carnavalada muy interesante de los años diez que retrata esos bailes aristocráticos del Gijón de la época; otras dos carnavaladas de las décadas siguientes, los años veinte y treinta, escenas campesinas...
Hay un intenso trabajo de búsqueda tras esta exposición, puesto que son numerosas las obras de Valle de las que no se tiene noticia. Y sucede que algunas, como la subastada en Holanda, estaban muy lejos en alguna colección privada y otras, como se ha confirmado ya en numerosas ocasiones, fueron reutilizadas para componer nuevos lienzos. Esa reutilización hace imposible saber cuántas obras perdidas de Valle puede haber. Además, el arte tiene gran movilidad y si bien pueden estar catalogadas en alguna colección, también pueden haber cambiado de manos.
No es fácil. Y menos aún cuando la obra está en poder de una familia belga asentada en Amberes, como es el caso de la obra bóer. No llegó a ella esta familia en aquella subasta de principios del siglo XX, sino posteriormente. Fue cambiando de manos hasta que un buen día: «Apareció el año pasado. Fueron los propietarios los que se pusieron en contacto con nosotros, querían tasar la obra, contactar con algún especialista», revela Gretel Piquer sobre esa pieza que separa con paspartú dos escenas distintas.
«Son pequeños milagros», resume Piquer sobre la localización de obras que en ocasiones fueron fotografiadas y por eso se sabe de su existencia y en otras hay descripciones como las de Adeflor. Todas esas obras juntas perfilarán una nueva mirada de la obra del creador gijonés, que servirá también para conocerle un poco más a fondo. Porque, en cuanto estén en Gijón los préstamos, se someterán al análisis de los expertos. Se podrá mejorar, en definitiva, la catalogación de la producción de Valle.
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