Padilla, tras la cornada que le arrancó parte del cuero cabelludo. REBECA HERNÁNDEZ / MUNDOTORO

Padilla sufre una espantosa cornada en Arévalo que le arranca el cuero cabelludo

La herida, muy impactante, no revistió mayor gravedad que unos cuantos puntos de sutura, además de la conmoción que sufrió

EL COMERCIO

Gijón

Domingo, 8 de julio 2018, 01:26

Los diestros Morante de la Puebla y Miguel Ángel Perera resultaron triunfadores del festejo celebrado ayer en Arévalo (Ávila), una tarde marcada sobremanera por la espantosa cogida del Padilla por el cuarto, que le arrancó parte del cuero cabelludo. Una imagen escalofriante, de las ... del vello de punta, primero por el hecho de verle con un colgajo de piel y pelo desprendido totalmente de la parte derecha de la cabeza, y después porque los fantasmas de Zaragoza parecieron, por un momento, sobrevolar la coqueta plaza de esta localidad abulense.

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Pero afortunadamente todo quedó en un susto. La herida, muy impactante, no revistió mayor gravedad que unos cuantos puntos de sutura, además de la conmoción que se llevó por la tremenda paliza que cobró por parte del 'garcigrande' que, después de colocar un par de banderillas al violín, le echó mano tras perder pie el torero.

Quedó inédito el jerezano, que ha anunciado su presencia en la Feria de Begoña, donde los aficionados gijoneses podrán despedirse, ya que este año se retira de los ruedos coincidiendo con el vigesimoquinto aniversario de su alternativa, y que ayer no pudo pasar de voluntarioso con un primero de corrida sin fondo alguno, y al que, además, acabó «pinchando» en la suerte suprema.

El que sí se llevó el gato al agua fue Morante de la Puebla, que realizó dos bellas faenas a dos toros -segundo y quinto- tan nobles y dóciles como escasos de raza y fuelle. El de la Puebla del Río dejó retazos de su toreo clásico, de empaque, duende y sabor añejo. A los dos le acabó cortando una oreja. Al finalizar la tarde decidió salir a pie, y no a hombros, por respeto al compañero cogido.

También Perera logró tocar pelo del tercero, al que cuajó una faena de temple y mucho dominio, en la que hubo muletazos de muy buen porte por los dos pitones. No pudo redondear con el flojísimo sexto, con el que, no obstante, estuvo por encima de las circunstancias.

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