MIGUEL ROJO
GIJÓN.
Miércoles, 8 de enero 2020, 00:27
No es muy dado Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) a hablar de sus proyectos futuros hasta que han fructificado, pero sí nos adelanta que ultima un libro de relatos y dos películas. «Quiero volver a rodar en Asturias», confirma. Es su fórmula para alargar los veranos ... que pasa en Llanes hasta bien entrado el otoño, su estación favorita «para rodar y para estar». Este sábado recibirá en Madrid la medalla de oro de los Premios Forqué como reconocimiento a toda su carrera.
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-2020 empieza bien, después de un año duro por la muerte de su hermano pequeño, Carlos.
-Precisamente voy a dedicarle el premio a mi hermano. Porque con él he compartido un alto porcentaje de las películas que he hecho. Que hemos hecho. Como tenía doce años menos que yo, lo recuerdo desde que nació y lo he visto crecer. Tengo todos los recuerdos de haber convivido con él en mi memoria, como cuando yo le traía postales de los impresionistas de París, con quien estuve muy entusiasmado. Tengo la esperanza de que quizás eso le influyó en su carrera como director de fotografía.
-A sus 85 años, estos premios a toda una carrera ¿le producen algún tipo de vértigo?
-Siempre es mejor que te den premios que palos. De todas formas, aunque pueda sonar a homenaje póstumo, no solo tengo proyectos, tengo trabajo en marcha. Eso sí, hasta que no me vea rodando no te hablaré de esas dos películas. De lo de escribir puedo contar algo más, porque lo hago todos los días y tengo la suerte de publicar siempre que quiero. En Random House están esperando por un libro de relatos que estoy escribiendo. Ahora mismo estoy terminando uno que se me resiste.
-¿De este me puede contar algo?
-Poco. Prefiero avanzar en ellos sin saber el final o el desarrollo, sin saber quién es el asesino, porque deja de interesarme y entonces creo que no interesará tampoco al lector.
-¿No le molesta para escribir el ruido que llega desde el Congreso?
-Vivo frente a un monasterio y aquí está cerca el Senado, pero ahí hacen menos ruido. Eso sí, en cuanto das dos pasos te metes en el mundo real y me llama la atención que, aunque no quieras, te hacen fotos que no te están destinadas. Cuando pasas por cualquier calle sales en ellas, disparan desde todos los ángulos y, aunque no te conozcan, sales en todas. Antes lo hacían preferentemente los turistas japoneses, ahora todos somos japoneses.
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-Es lo que tiene llevar siempre una cámara en el bolsillo...
-Yo no hago fotos desde hace mucho. Tengo un cierto prejuicio de hombre primitivo o tribu salvaje, de esos que creen que la fotografía roba el alma. Supongo que seré ya un hombre sin alma, pero no tengo prisa por comprobarlo. ¿Puede esperar un segundo?
-Claro...
-Ah, muy bien. Me acaban de decir que he ganado 40 euros en la Lotería, a pesar de que no juego. Supongo que será un décimo compartido.
-No le da para retirarse.
-No, pero al menos me da para ir albar de la esquina.
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-Decía lo del ruido del Congreso por la investidura, no sé si es que quiere escaparse de la pregunta...
-Un poco... Pero bueno, puedo decir que los políticos están en guerra entre ellos y han olvidado que son ante todo administradores. Para eso les hemos elegido, pero se creen que son los dueños del país y de sus ideologías, como si tuviesen el secreto de la verdad, y la imponen desde una perspectiva que consiste en ignorar la pluralidad de ideas. Están muy mal educados estos chicos, tendrían que ir al colegio. Bueno, estos chicos y estas chicas.
-Pensé que lo suyo era más la economía del lenguaje...
-Tendría que defender también a los taxistas y los taxistos, por ejemplo.
-A eso me refiero. ¿Cree que los creadores se autocensuran por si les atacan por sus opiniones?
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-A los creadores y también a cualquiera que habla. Quizás sea un poco pretencioso por mi parte decirlo, pero creo que vivimos una dictadura de la vulgaridad y la mediocridad. Ya no se dan autores, directores como Bergman, como ejemplo. No son posibles. Y eso resulta doloroso. Aunque hablando de creadores, acabo de ver una película de Polanski y me gustó mucho: 'El oficial y el espía'. 'Yo acuso' hubiese sido un título más contundente. No sé quién elige los títulos de las películas.
-¿Cuál es su análisis sobre esa falta de creadores relevantes?
-No hay demanda porque cada vez somos más ignorantes. Y los políticos se aprovechan de ello, nadie habla de cultura, no la llevan en sus discursos. De hecho, no les vale para nada, al contrario. Cuanto más gregarios seamos, mejor.
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-¿Cómo se resiste Gonzalo Suárez ante esa dictadura de lo vulgar?
-Yo sigo manteniendo a ultranza mi propósito de hacer lo que me gusta y evitar lo que me desagrada. Eso me lo permite sobre todo la literatura, porque no me siento en absoluto condicionado a la hora de escribir. Ni busco la aprobación multitudinaria ni me adscribo a temáticas que garanticen el éxito. En cuanto al cine, en el momento que interviende el factor dinero ya hay un condicionamiento, no puedes hacer la película que quieres.
-Me decía que anoche estaba viendo una película con sus amigos. ¿Qué tal la sesión?
-Estaba viendo la última de Tarantino, 'Érase una vez en Hollywood'. Es un director que no me gusta especialmente, me parece demasiado explícito con la violencia que, a mi parecer, no tiene que ver con la de Peckimpah, que tenía un gran vínculo con lo poético. Aquí la temática y la complacencia en la violencia es mayor. Tampoco me gusta que se utilicen hechos tan horribles y recientes como el asesinato múltiple de Sharon Tate y sus amigos. Ahora bien, es una película interesante, y te impresiona. Actoralmente está muy bien servida.
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-Le acaban de dar el Globo de Oro a Brad Pitt por esa actuación.
-Me parece estupendo lo de Brad Pitt, y también lo de Tarantino. De lo que he visto, es de lo mejor.
-Pero no se llevó nada Scorsese por 'El Irlandés'...
-Con 'El irlandés' me dio la sensación de que era una antología de películas que ya había visto, una repetición. En lo que se refiere a series de esa temática tengo el recuerdo de 'Los Soprano', que la supera en personajes. Es una obra maestra. La película está muy bien y también bien servida actoralmente, pero es muy reiterativa.
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-Quizás por eso no le dieron nada.
-De los premios puede salir de todo. No siempre quiere decir que el premio obedezca a la mejor película. Ni siquiera los que lo dan habrán visto todas las películas. Eso sucede también en los Goya. Por eso no soy amigo de estos premios gregarios. Prefiero los que me dan a mí, incluidos estos sospechosos de final de carrera, aunque pienso sobrevivir.
-¿Próxima visita a Asturias?
-He pasado un largo verano en Llanes, de más de dos meses, pero me temo que no volveré hasta el verano próximo. Y si puedo rodar allí, que lo voy a intentar, seré muy feliz, porque así puedo alargar hasta noviembre o diciembre mi estancia. Con 'El portero' acabé poco antes de Nochebuena. Tuvimos sol hasta entonces, y necesitábamos el cielo nublado. Hubo que armarse de paciencia y devolver a casa cada día a trescientos extras que venían en autobús hasta la playa de Borizu. Tuvimos que esperar quince días a que se ocultase el sol y luego empezó a granizar. Al final, pudimos hacerlo.
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-Necesitaba las nubes asturianas...
-El otoño es mi época preferida para rodar, y para estar.
-Siempre ha sido muy cuidadoso con esos detalles, con la estética y la poética de las imágenes.
-Es una cosa que me preocupa, la degradación del material. Cuando encuentro copias deficientes de mis películas me disgusta mucho ver que el color se ha perdido, parece que las sacan de viejos vídeos. Yo tengo la suerte que todas han acabado en la productora de Enrique Cerezo y es un hombre que las cuida. Eso me da tranquilidad. Eso y que la filmoteca esté trabajando y conservando las películas. Yo invierto mucho tiempo en el rodaje buscando esa perfección que nunca se alcanza. Te dicen que el público no se entera, pero creo que el cine, entre otras cosas, puede ser arte. Sería triste que un cuadro de alguno de los grandes pintores estuviese sin cuidados sometido a esa degradacón.
-Es que ha escogido usted un material muy sensible para plasmar su obra...
-Sí, es cierto. Aunque los pintores también tienen ese problema. Cuando vi 'La última cena' de Leonardo estaba hecha un asco, ahora creo que la están cuidando mejor.
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-A Oviedo va menos que a Llanes.
-La última película larga, 'Oviedo express', me permitió estar, pero sí es cierto que para mí se ha convertido en un sitio más de paso. El verano pasado recuperé el primer sitio donde yo estuve en Asturias después de la guerra, porque yo me fui de allí con dos años.
-¿Dónde es?
En Puñil, un pueblecito cerca de Anleo, en Navia. Allí tengo familiares con lo que me he reencontrado. Bueno, más bien con sus hijos y nietos. Allí iba de niño a veranear y tengo gente a quien tengo mucho cariño en el recuerdo. Mi tío abuelo Eusebio Suárez, por ejemplo. Ha sido una alegría verles, yo les debía esta visita y la pude hacer. La playa de Frejulfe me volvió a encantar, como siempre. También me gustaría dedicarle a esa zona alguna vez una película.
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