M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Miércoles, 9 de diciembre 2020, 02:38
Cinco años de investigación para componer desde la realidad una ficción, para poner sobre la mesa qué pasa con un deportista de élite cuando deja de estar en la cima, de ganar medallas, cuando pierde el aplauso y baja a la tierra. Ese es ... el planteamiento de '8.56', la medida del salto que hizo célebre al atleta avilesino Yago Lamela, la inspiración de Julio Béjar, que era un adolescente cuando se produjo ese vuelo y quiso hacer de su aventura teatro, con documento, con compromiso, con mucho de tragedia griega.
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Iba a estrenarse en el Niemeyer este fin de semana después de ser aplazada por vez primera en mayo, pero finalmente se tendrá que dejar para abril de 2021. La pandemia ha marcado el devenir de la obra de Julio Béjar, que nació tras una residencia en La Guindalera en Madrid hace ahora un año y solo allí se pudo ver. Confía el dramaturgo y director que a la tercera irá la vencida: «Para nosotros ir a Avilés es ir a la cuna de Yago Lamela, cerrar un ciclo», afirma Béjar, un director teatral que dio su propio salto vital dejando la docencia para dedicarse en cuerpo y alma a la dramaturgia. Por eso el salto es tan importante. Ejerce de metáfora global y de asunto particular. «Lo presentamos como una obra de ficción inspirada en un salto de Yago Lamela, intentamos visibilizar la problemática para rehacer su vida de los deportistas de élite», asegura. En Eurípides está el porqué de elegir al saltador avilesino: «En 'Las Troyanas' escribe una obra de teatro sobre los crímenes que los griegos cometieron con las mujeres troyanas después de la guerra, y yo retrato la problemática de un deportista de élite, que después del éxito se encuentra con el vacío, la negación, el abandono de un país, de la clase política», revela el autor, que considera que una vez que los deportistas dejan de ganar medallas se les abandona a su suerte. «Eso le pasó a Yago Lamela, se encontró solo, sin un gabinete de psicólogos, sin personas que pudieran tutorizar su vuelta al mundo real», explica. No fue el único, las gimnastas podrían ser otro buen ejemplo. Y en todo ello «hay algo que resuena a tragedia griega clásica».
Julio Béjar, que sostiene que España es «un país más de deportistas que de deportes» y por eso nos rendimos a Yago Lamela, Fernando Alonso o Pau Gasol, investigó en todos los ámbitos del atletismo y en la propia modalidad del salto con el ánimo de intentar acercarse «a cómo puede funcionar un ser humano cuando se obsesiona por algo». Y ese algo es ser mejor, superarse, saltar más lejos. Hay además una relación entre el fondo y la forma en este montaje. Está la obra compuesta de 16 escenas, que son precisamente los mismos apoyos con el pie de batida que Lamela -al que da vida Federico Ortiz- realizó para ese salto. «Luego el tiempo también va a saltos, la obra empieza por el final y no hay una línea realista», afirma el dramaturgo.
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