
Oriol Paulo | Director de 'La última noche en Tremor'
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Oriol Paulo | Director de 'La última noche en Tremor'
«Todos nos hemos tenido que enfrentar alguna vez a la reconstrucción personal»Oriol Paulo (Barcelona, 1975) está estos días en todas partes, gracias al estreno en Netflix de su serie 'La última noche en Tremor', basada en ... una novela homónima de Mikel Santiago. Este trabajo se rodó durante veintiocho semanas, bajo la lluvia y la noche de Puerto de Vega, un enclave que resultó ser perfecto para combinar el 'thriller' y la reflexión que necesitaba esta historia, protagonizada por Javier Rey y Ana Polvorosa.
–Ya es una de las series más populares de Netflix en España, ¿cómo está viviendo este éxito?
–Con mucha emoción, sobre todo, porque ha sido un viaje muy largo. Han sido dos años y medio de trabajo, desde que empezamos a escribir los guiones hasta que ya ha salido, y es siempre muy emocionante ese momento en el que algo deja de ser tuyo –nuestro– y pasa a ser del espectador. Tenemos mucha expectación por ver cómo se recibe.
–De momento, ¿qué mensajes le están llegando?
–Los comentarios son positivos, de gente que se ha pegado maratones de flipar. Al final, esta serie está formada como por ocho minipelículas.
–La serie está rodada en Puerto de Vega, ¿por qué eligieron esta ubicación?
–La novela transcurre originalmente en Irlanda, pero yo tenía muy claro que quería hacerla en España, y a la hora de traducir el universo de Mikel Santiago a nuestro país, lo primero que se nos vino a la cabeza fue el norte. Sí que es verdad que, a diferencia del libro, nuestro personaje no se aísla en una casa, sino que el nuestro se aísla y vuelve a casa. Asturias nos daba esa sensación de casa y, cuando encontramos Puerto de Vega después de recorrer todo el norte, nos enamoró porque cumplía con todas nuestras expectativas geográficas.
–¿Qué dificultades entraña hacer una serie con una novela como base?
–La dificultad es intentar contarle a Mikel que me encanta su novela, pero que quiero aportar mi visión. Ha sido muy generoso y, a partir de ahí, lo complicado ha sido traducir todo lo que Mikel había puesto en páginas en blanco a imágenes. Hay un proceso de desmenuzar la novela, que es lo más laborioso cuando te enfrentas a una adaptación.
–Quienes vean la serie después de haber leído el libro verán que el final no es el mismo.
–Sí. Esto fue lo primero que le comenté a Mikel Santiago. En la novela hay una trama muy potente y se cierra en la trama, pero yo quería hablar de la sanación y de la superación de traumas. Eran temas que ya estaban escritos, pero yo quería llevarlos un pelín más allá todavía. Le propuse a Mikel no cerrar la historia en la trama, sino cerrarla más en el personaje.
–Los traumas juegan un papel fundamental, ¿es una manera de que cualquier espectador se vea reflejado?
–Sí, está muy buscado. Creo que todos nos hemos tenido que enfrentar en algún momento a la reconstrucción personal o hemos tenido que ayudar a alguna persona conocida a reconstruirse y eso era algo en lo que a mí, por mi momento vital, me apetecía incidir. Quería darle espacio, no solo al 'thriller', sino también a los personajes.
–Trata asuntos muy delicados como una violación grupal y el trato que da, en muchas ocasiones, la justicia a las víctimas. ¿Cómo fue enfrentarse a un tema tan espinoso y conseguir tratarlo de la manera adecuada?
–Fue la mayor decisión que tomamos a la hora de adaptar la novela. En la novela existe el trauma, pero no tiene la carga de crítica social que le hemos metido nosotros. En el libro forma parte simplemente del trauma del personaje y nosotros, cuando nos enfrentamos al proceso de adaptación, nos planteamos qué podíamos hacer. Le dimos muchas vueltas, hablamos con Ana Polvorosa y, a partir de ese momento, yo he sido un acompañante del viaje que ha querido hacer Ana para contar la historia de esta manera.
–¿Por qué eligió a Javier Rey y Ana Polvorosa?
–En el caso de Polvorosa, precisamente por el episodio que se narra. Yo quería a una actriz que fuera frágil, pero a la vez muy fuerte y con un convencimiento muy grande sobre lo que es sobrevivir, reconstruirse, renacer y convivir con heridas. Y, en el caso de Rey, buscaba un actor que fuera un hombre-niño. Es un personaje inmaduro, perdido, que se tiene que perder para encontrarse a sí mismo. Una vez lo conocí, le propuse que no se afeitara y que empezara a dar clases de piano y Javi me dio la mano y para delante.
–Decía además Javier Rey que el rodaje fue intensísimo, ¿por qué?
–Han sido veintiocho semanas de rodaje, que son muchas, y Javier rodó veintiséis. Fue un rodaje que además tuvo de todo, sobre todo, mucha noche y mucha lluvia. Hemos tenido diez semanas de grabación nocturna y con lluvia y hemos tenido que sortear todo tipo de situaciones en ese tiempo.
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