PABLO A. MARÍN ESTRADA
gijón.
Domingo, 28 de junio 2020, 00:54
El actor Roberto Álvarez responde a la invitación para apoyar a la hostelería asturiana desde una terraza de Chamberí. Es su día de descanso en la serie 'Servir y proteger' y, mientras disfruta de su caña, confiesa: «Nunca me han sabido mejor que las ... que me estoy tomando al aire libre después del confinamiento».
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Elogia la iniciativa de este periódico invocando su infancia gijonesa: «Me crié entre sidra y pellejos de vino, ya que mi abuelo tenía la bodega San Asensio en la calle Caveda y mi padre, que trabajaba en el Banco Vizcaya, los fines de semana distribuía Sidra Escanciador». Recuerda también a su bisabuela Virginia, «que tuvo un localín muy famoso cerca de la estación. Aún conservo sus servilletas de lino».
Ahora, al sol del mediodía madrileño, confiesa haber recuperado «la auténtica dimensión de los bares como espacios donde compartir la vida, las confidencias, los sentimientos. Es algo que está en nuestra idiosincrasia y en Asturias, en grado superlativo, por supuesto», asegura.
De sus años de estudiante en el Codema rescata también muchos recuerdos: «El olor a serrín de los chigres a donde íbamos a pedir unes cajes de sidra». Y de las visitas con su padre a las espichas: «En Madrid no me creen que nos recibían por la mañana con cecina, empanada, huevos cocidos y culetes sin parar, luego nos plantaban una fabada o un pote, con unos filetes con patatas y pimientos detrás, y de postre arroz con leche; que seguíamos bebiendo toda la tarde hasta que a las seis nos sacaban los chorizos a la sidra y vuelta a empezar».
Desvela que su verdadera vocación es la de los fogones y que el oficio guarda mucho en común con el de actor: «El cocinero coge varios ingredientes, los elabora y los ofrece al público, y este le aplaude o le patea. Es un acto de generosidad hacia uno mismo y hacia los demás».
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Afirma que, en las cocinas de los restaurantes y chigres de Asturias, «ese ceremonial por agradar a los demás es marca de la casa».
A él le gusta cocinar en la suya con el mismo esmero que aplica a construir sus personajes, una pasión que comparte con compañeros de profesión como Juan Echanove, aunque este «se atreve» a decirle «que un cachopo es el filete empanao de toda la vida».
En su ciudad natal tiene donde perderse degustando «un pescadín espectacular en Casa Ataúlfo o en El Planeta, o unes buenes parroches regaes con sidra».
Este verano, la suspensión del teatro (hasta septiembre con 'Intocables' en Oviedo) le permitirá «subir a Asturias más de un viernes» y disfrutar del mantel o de escapadas «a esos sitios que tenemos como sacados de Andersen». Por ello expresa su convicción de que esta guerra esta ganada: «la calidad de Asturias y de sus bares es la mejor llamada y la garantía de que todo volverá pronto a reactivarse». Lo dice un playu.
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