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Rosario González
Miércoles, 18 de noviembre 2015, 02:51
Ha pasado un año y medio desde que estallara el fenómeno Ocho apellidos vascos y las expectativas que ha generado su secuela son enormes, algo inaudito para una película española que, además, transita el denostado género de la comedia. Nadie se esperaba el éxito y nadie espera repetirlo con el estreno este viernes de la segunda parte, Ocho apellidos catalanes, pero en la presentación oficial de la película todo fueron sonrisas, abrazos y buena sintonía en un equipo de rodaje que no puede estar más que agradecido por el éxito sin precedentes de la primera entrega, la película española más taquillera desde que se realizan mediciones y la segunda con mayor recaudación. «Ha sido una locura, no sé si ha sido un acto de valor o una estupidez», reconocía ayer Ghislain Barrois, al frente de Telecinco Cinema y productor responsable de otros grandes éxitos como Lo imposible, Las aventuras de Tadeo Jones o El Niño.
A su favor juegan los espectaculares datos de su predecesora 9 millones de espectadores y 56 millones de euros recaudados y en contra, quizá, la pérdida de la novedad, pero el clima general es de optimismo absoluto. «No puedes pelear con el factor sorpresa, pero pelea en otras cosas y creo incluso que gana», explicó Dani Rovira, que se enfunda de nuevo el personaje de Rafa. «Tiene tres personajes nuevos que entran muy fuerte y es una comedia más fina, con diálogos más trabajados, más bonita y más redonda; creo que es mejor que la primera y estamos muy orgullosos porque hemos hecho algo que está muy, muy bien», desgranó ilusionado el cómico malagueño, para quien Ocho apellidos vascos supuso un potente desembarco cinematográfico y le hizo valedor del Goya como Actor Revelación. Claro que hubo dudas, reconoce la actriz Clara Lago, que tuvo que lidiar con la «idea romántica» y también de «miedo» de que quizá fuera mejor dejarlo como estaba, en lo más alto. «Si algo me movía a hacer una segunda parte era volver a coincidir con el maravilloso equipo que hizo Ocho apellidos vascos», explica la intérprete que da vida a Amaia. «También me influyeron cosas como el guión, había que cuidarlo y hacer algo que mereciera mucho la pena por respeto a los espectadores, verdaderos culpables de que la película se haya convertido en lo que es».
Los actores Karra Elejalde y Carmen Machi se llevaron el premio Goya como mejores actores secundarios por una actuación en la que desbordaron veteranía y saber hacer.
Hace ahora un año y medio, Errejalde ponía el punto de realidad al fenómeno Ocho apellidos vascos declarando que antes de la película tenía «telarañas en la nevera». El éxito, explica ahora, no lo ha cambiado en lo personal pero sí le abrió muchos camino en lo profesional. «Y también pierdes un poquito de calidad de vida, porque antes era de los que comía en la terraza y ahora como dentro, miro dónde me siento, doy la espalda al cristal y no me tomo dos gintonics a las dos de la mañana».
Una «mochila» que Carmen Machi lleva a cuestas desde hace tiempo por su éxito televisivo pero que, admite la actriz, en esta ocasión le ha cogido por sorpresa. «Es insólito que te paren por la calle por hacer cine».
Se les une la actriz Rosa María Sardá que interpreta a una anciana que sueña con la independencia de Cataluña y para quien su nieto organiza una farsa donde escenificará una Cataluña independiente.
El mayor cambio, explica, lo halló en el propio rodaje, donde la intimidad de la que disfrutaron en la primera entrega se tornó en un fervor de masas al asalto en cada rincón del itinerario de la cinta. «Pasamos de pasear como una familia por las calles de Zarautz, por los restaurantes o incluso en la playa a tener que llevar a alguien detrás que evitara que la gente se tirara encima».
La nueva entrega mantiene el equipo original de la cinta, que vuelve a ser dirigida por Emilio Martínez-Lázaro autor entre otras de El otro lado de la cama y cuenta de nuevo para el guión con la mano experta de Borja Cobeaga y Diego San José (Pagafantas, No controles). Las novedades llegan en el reparto. A los cuatro pilares interpretativos que levantaron la primera Dani Rovira, Clara Lago, Carmen Machi y Karra Elejalde-, se suman los actores Berto Romero, Rosa María Sardá y Belén Cuesta para dar vida a la parte catalana que da nombre a la segunda entrega. Un reto que, explica Romero, no superó en dificultad a la parodia vascoandaluza. «Los catalanes tienen mucho sentido del humor y están muy acostumbrados a reírse de ellos mismos, aunque ahora puedas ver por las noticias a alguno muy serio y preocupado y puede dar la sensación de que es gente adusta», explica el humorista, que debutó en el cine en 2009 con Spanish Movie y en 2013 fue nominado al Goya como Actor Revelación por Tres bodas de más. «TV3 tiene un programa que se llama Polonia, líder de audiencia cada semana, que hace una parodia y sátira política muy descarnada; y también fuimos nosotros quienes decidimos poner una figurita haciendo de vientre junto a Jesús los famosos caganés y hay que tener un cierto cuajo para hacer eso».
El cine y la realidad
Ocho apellidos catalanes llega a la cartelera con el proceso soberanista como tema de máxima actualidad, una coincidencia que, en opinión del director, «nos ha hecho publicidad y al mismo tiempo nos ha jodido». Martínez-Lázaro tiene claro que «la actualidad se lleva mal con el cine porque una cosa ensucia la otra» y admite que ha ocurrido lo que siempre quiso evitar, que le hablen de la película en términos políticos. «Siempre lleva a unas conclusiones equivocadas porque una película no es un mitin ni una colección de ideas ideológicas, sino hora y media de emoción que debe dejar atrapado al espectador, sacarlo de su realidad y meterlo en la de la película durante ese tiempo».
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