«Es un buen momento para contar en femenino»

-'Adictos' aborda un tema complejo: información, desinformación, tecnología...

-Es una obra en la que la realidad ha sido superando a la ficción. Hacemos hincapié en cosas que ojalá se quedaran solo en ser una ficción, como el control del poder sobre las personas, las tecnologías, la adicción al bienestar que nos deja como inactivos para ver con claridad lo que está sucediendo a nivel humanístico. Es un tema difícil de explicar porque raya mucho en la filosofía, la moral y en la ética. Lo que va a contar esta función es que tenemos que tomar partido contra quedarnos anestesiados y ser adictos a la sociedad del bienestar.

-¿Abre debate y discusión?

-Sí, desata la controversia sobre el presente y el futuro.

-¿A usted a qué reflexiones le ha conducido?

-Me ha llevado a pensar que ojalá los poderes políticos, fácticos, tecnológicos, las grandes empresas, no se olviden del carácter humano, del trato a la persona. No debemos ser esclavos de una fábrica de lo material.

-¿Es difícil llevarlo a escena?

-Es contar una historia que, finalmente, es una ficción sobre lo que pasa con tres mujeres en escena viviendo unas tensiones, unos viajes emocionales, que suceden entre ellas y que, al final, son puro teatro al servicio de una realidad compleja muy actual, que hoy en día está muy en boga.

-¿Cómo es su doctora?

-Soler es una doctora en Psiquiatría que se enfrenta a un problema crucial en su vida, porque tiene que recuperar la memoria de alguien muy importante para la sociedad que la ha perdido. Ella se pega todo un viaje para ver cómo va a arreglar una situación que se le viene encima y, con astucia y emoción, va a intentar solucionar el problema.

-¿Es un personaje difícil?

-Sí, es difícil, actual, escrito por autores actuales, con varias caras, que oculta cosas. Es una persona que para exteriorizar está bastante limitada. Es un personaje contenido, científico y muy en relación con Lola Herrera.

-¿Cómo crea usted sus roles?

-En principio, leo, como si no fuera conmigo. Intento crearme una visión genérica de la función y, luego, ya recalo más en mí. Lo suelo hacer desde bastantes puntos de vista, desde el físico, desde el intelectual, pienso en este personaje: cómo anda, cómo piensa, cómo suena su voz, cómo huele, y creo mucho en el ritmo, las palabras, en mantener una línea melódica. Luego salgo, pruebo, miro, respiro a las compañeras, intercambio, «si tú me das esta emoción, yo te devuelvo esta otra», escucho a la dirección... También depende del estilo. No es lo mismo un clásico que una obra contemporánea o poética. Lo afronto como puedo, cómo sé. Y todo, basado en la palabra, dejándome llevar e intentando vivir el aquí y ahora.

-Menudo póquer de damas.

-Sí, sí, sí.

-¿Buenos tiempos para los personajes femeninos?

-Buenos tiempos para que la mujer se abra un espacio importante, se la escuche, protagonice personajes que estaban privados para nosotras, fuertes, comprometidos, que no dependen de nadie. Es buen momento para contar en femenino. Se nos está abriendo la puerta desde otro lugar y yo, encantada.

-Lola Herrera. ¿Cómo es trabajar con ella?

-Para empezar, es tener la oportunidad de conocerla, que yo no la conocía personalmente, y rendirme a sus pies por la calidad, la calidez, la humildad, el buen humor, el criterio y la inteligencia. Y todo eso, enmarcado en una señora de una generación mayor a la que respetan desde la generación de mi madre hasta la gente joven. Y, a partir de ahí, empezar a trabajar, a intercambiar energía, comprendernos, cuidarnos... Todo acaba de empezar. Llevamos ya varias semanas ensayando, estrenamos y eso va a ser el punto de partida de unas maravillosas relaciones entre nosotras en lo profesional y en lo personal.

-Magüi Mira también son palabras mayores del teatro.

-Yo a Magüi le he hecho una declaración de respeto y admiración. Es alguien revolucionario, una actriz de culto, que, en las últimas décadas, ha ocupado una parte muy importante de nuestro teatro. Y trabajar con ella es dejarte llevar de la mano de su criterio, su inteligencia y su fuerza. Es muy compañera y muy cercana.

-¿Ana Labordeta?

-Maravillosa. Te mete en el bolsillo con su interpretación, su energía y su positividad. ¡Estar con estas dos en escena es una barbaridad!

-¿Se lo están pasando pipa?

-Lo estamos pasando muy bien. Estamos disfrutando, desbrozando, inventando, intercambiando...

-¿Cómo son sus vísperas de estreno?

-Es innegable que hay nervios. Quien diga que no, miente. Pero depende también de cómo llegues al estreno. Hay algunos en los que sientes mucha inseguridad, hay otros que estás arrebatado de emoción y te puede desbordar. Este, para mí, va a ser una fiesta. Vengo de estar en el teatro clásico y hace tiempo que no entraba en el comercial, así que es todo un lujo y lo voy a vivir como una celebración... Cuando empieza la luz a darte en escena, todo se te dispara.

-¿Qué más le dispara a usted?

-El equilibrio y la paz. Y, en el plano teatral, me gusta lo poético, la música. He estado ligada a ella y nunca me acabo de desligar. De hecho, tengo una asignatura pendiente de hacer algo de creación propia o ponerme en las manos de alguien, y también tengo muchas ganas de hacer una comedia loca y divertida, un vodevil, de trabajar con gente interesantísima que siempre te hace crecer. ¡Y yo qué sé! Le metería mano a un Shakespeare.

-Hace mucho que no la vemos en la tele.

-Demasiado. Hace dos años, hice un personaje en 'Cuéntame'. Ya toca y creo que va a salir. No tengo nada, solo la intuición, porque empieza a haber mucho hueco para mujeres más maduras en el audiovisual.