Última comparecencia en la Comisión de Cultura de la Junta General del Principado de la consejera del ramo. Y, por extraño que pueda parecer en el mundo de la política, resonaron los aplausos. También los de la oposición para la consejera Berta Piñán. Hizo un ... balance de su gestión en materia cultural en estos cuatro años que ahora acaban, dijo que desde 2019 hasta aquí el presupuesto para la cultura asturiana ha crecido un 44 por ciento, que hay ahora 14,8 millones de euros más que antes, que si cuando llegó había tres líneas de subvenciones ahora son el triple, que en la pandemia se echó el resto para ayudar al sector de la cultura, que se trazó un plan y que se está en el camino.
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Habló del Museo de Bellas Artes cuya fase final se ha puesto en marcha, rememoró sus malos momentos en el Patronato de la Fundación Selgas-Fagalde, transitó por el Camino de Santiago y por otras muchas vías. Y hasta tuvo tiempo para lamentar que la iniciativa privada no apoye suficientemente la cultura. Pero, al final, de tantas cifras y letras, quedarán los versos de Wislawa Szymborska, la Premio Nobel a la que acudió con el poema 'Lista'. Es exactamente esom una lista de «preguntas cuyas respuestas ya no alcanzaré a saber, porque es demasiado pronto para ello, o porque seré incapaz de entenderlas». Y una de ellas: «Qué era real y qué apenas si lo parecía en este auditorio estelar y bajo las estrellas donde es necesario tanto billete de entrada como billete de salida». Se emocionó. Se le saltaban las lágrimas. Pese a que la comparecencia continuaba, sonaron sus palabras a adiós.
Ya antes había dicho que lamentaba no haber podido ver terminados proyectos iniciadas en este mandato, que podrá disfrutar como ciudadana. Ya antes había agradecido el tono cordial con el que se ha sentido tratada. Y ya después siguió con más cifras y letras, con los depósitos del Arqueológico, con la estación de Pajares. Lo prosaico tras lo poético.
He hecho una lista de preguntas
cuyas respuestas ya no alcanzaré a saber,
porque es demasiado pronto para ello,
o porque seré incapaz de entenderlas.
La lista de preguntas es larga,
toca temas importantes y menos importantes,
pero como no quiero aburriros
sólo revelaré algunas de ellas:
Qué era real
y qué apenas si lo parecía
en este auditorio
estelar y bajo las estrellas
donde es necesario tanto billete de entrada
como billete de salida;
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Qué pasa con todo ese mundo vivo
que no tendré tiempo
de comparar con otro mundo vivo;
Sobre qué escribirán
pasado mañana los diarios;
Cuándo acabarán las guerras
y por qué otra cosa serán sustituidas;
En qué dedo corazón estará ahora
el anillo del almaque a mí me fue robado, que perdí;
Cuál es el lugar del libre albedrío
que es capaz de ser y de no seral mismo tiempo;
Qué ha sido de decenas de personas:
¿nos habremos conocido realmente?
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Qué intentaba decirme M.,
cuando ya no podía hablar;
¿Por qué tomé por buenas
cosas malas
y qué necesito
para no volver a equivocarme?
Tomé nota antes de dormirme
de algunas preguntas.
Al despertarme
ya no pude leerlas.
A veces sospecho
que se trata de un código preciso.
Pero ésta también es una pregunta
que me abandonará algún día.
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