Las protagonistas de la obra, María Galiana y Lucía Quintana, sobre las tablas del Jovellanos. Público asistente a la función de anoche. FOTOS: PALOMA UCHA

Balada triste de un lugar llamado infierno

El duelo magistral de unas inmensas María Galiana y Lucía Quintana conquista el Teatro Jovellanos con 'La reina de la belleza de Leenane'

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Domingo, 2 de febrero 2025, 01:00

Llegaba ayer a las tablas del Jovellanos 'La reina de la belleza de Leenane', una función que desde su estreno en marzo del pasado año en Avilés ha ido cosechando parabienes e impresionando al público sin demasiado ruido, a pesar de la solidez de ... su propuesta. Los principales avales de esta obra del anglo-irlandés Martin McDonagh son los de ver la calidad con la que aborda la dirección escénica el gran actor Juan Echanove, la ocasión siempre impagable de disfrutar del magisterio de María Galiana, en perfecto estado de gracia a punto de cumplir los 90 y un drama puro que, sin renunciar a su radical contemporaneidad, lo apuesta todo a la potencia del texto y al compromiso de los actores con sus personajes. De lo segundo en esta versión dan cumplida cuenta Galiana y su compañera de duelo interpretativo, Lucía Quintana.

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La trayectoria de McDonagh ha estado siempre marcada por su personal interpretación del llamado teatro de la crueldad, tan presente en su obra dramática como en la de cineasta y de esta última tal vez no haya mejor ejemplo que su exitoso filme 'Almas en pena de Inisherin'. También por su visión nada complaciente de una Irlanda actual, muy alejada de los tópicos turísticos y las mitificaciones.

En este caso nos lleva a Leenane, una pequeña población periurbana castigada por la crisis y la emigración de los 90. Allí Mag Folan (María Galiana) y su hija Maureen (Lucía Quintana) mantienen una obligada y conflictiva convivencia, especialmente asfixiante para la segunda, que afronta su madurez vital sin expectativas de futuro ni en lo laboral ni en lo afectivo. El regreso temporal al lugar de Pato Dooley (Javier Mora), que trabaja como obrero en Londres, abrirá como un inesperado temporal las ventanas del enrarecido hogar de ambas mujeres y desencadenará el drama en el que se verán arrastradas las dos.

La historia, el escenario donde sucede y el perfil de los propios personajes, podrían trasladarnos a un lugar similar de nuestras cuencas mineras y de hecho, una lectura en esa clave se sugería en la magnífica versión en asturiano de esta obra que montó la compañía Nun Tris. Es un atractivo más para esta función que Echanove conduce con exquisita sensibilidad y esmero a la hora de aprovechar el talento de sus actores tanto como la fuerza intrínseca del texto de McDonagh.

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Una obra dura, directa a las entrañas en muchos momentos como un puñetazo y por lo mismo llena de verdad, en la que ningún personaje es de una pieza.La maldad y la inocencia están en ellos, como humanos que son, y los demonios adoptan formas que a veces llamamos salud mental. A esa verdad sirven con toda la suya Galiana y Quintana, en su impresionante duelo, sus estupendos compañeros Mora y Alberto Braga en sus papeles que hacen vivos Echanove y la prodigiosa luz de David Picazo o el diseño genial de Ana Garay para este lugar llamado infierno, donde sucede el drama: pequeño o grande, no importa. Un Teatro Jovellanos lleno los despidió con sonora ovación.

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