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marifé antuña
Domingo, 26 de enero 2020, 03:17
30+5. En esas dos cifras sumadas está el quid de la cuestión, en ellas se resume la trayectoria profesional de una galerista que hace 35 años comenzó su andadura en el mundo del arte, desde abajo, colocando carteles de tienda en tienda, y ahora pone su nombre en mayúsculas en importantes ferias de todo el mundo.Aurora Vigil-Escalera celebra aniversario en un oficio que se ve y se goza, que se toca y se siente, que se disfruta, que exige vocación y dedicación y que tiene también sus aspectos más prosaicos y mundanos.
«Cuando miro atrás no me lo creo.Parece que fue ayer cuando con 17 años empecé a ayudar en el apartamento de Ezcurdia 40 que puso en marcha mi madre, en el que se celebraban aquellas tertulias artísticas en una mesa de cristal frente a la playa de San Lorenzo», rememora hoy, que además de galería muy cerca del mar (esquina Capua y Marqués de Casa Valdés) tiene un showroom abierto a las visitas privadas de coleccionistas en el barrio de Salamanca, al lado del Retiro. Corrían los años ochenta cuando Kíker o Basterrechea frecuentaban el apartamento de Angelines Pérez, la madre de Aurora, que en 1984 abrió junto a su padre la galería Van Dyck. Ella se formaba en arte y decoración y ayudaba en el negocio e iba viendo cómo todos los mundos, incluido el de arte, daban vuelcos continuos en aquellos años vibrantes de pura eclosión cultural. «De lo que estoy orgullosísima es de haber empezado desde abajo, porque aprendes a valorar el trabajo». Y de abajo a arriba pasaron treinta años y llegaron para ella el adiós y el hola.
Van Dyck cerró y hace cinco años abrió las puertas la galería Aurora Vigil-Escalera, que ahora festeja el lustro con una exposición que muestra la obra de todos los artistas que forman parte de su nómina, los más veteranos, los que ya han soplado noventa velas, y los más jóvenes, que con poco más de veinte marcan las tendencias del arte de hoy. «El galerista no es solo la persona que se dedica a vender obras de arte, su papel es algo más, tiene que proyectar a los artistas en los que cree, tiene que asumir la tarea de difundir su obra», afirma Vigil-Escalera, que quiso darle más protagonismo a esa faceta en su nueva tarea con galería propia. «Quería trabajar con esa filosofía, de forma profesional y seria, manteniendo los artistas que vienen de Van Dyck, como Gordillo, Feito y Canogar, pero al mismo tiempo con una visión del arte contemporáneo más ecléctica, más enfocada a la fotografía, a las nuevas tecnologías», anota.
Aspiraba también a quedarse en casa y al mismo tiempo romper fronteras. «Estoy orgullosísima de que seamos una galería asturiana, pero queríamos también posicionarnos a nivel internacional, como hemos hecho durante estos años, en ferias en Lisboa, Lima, Miami». El proceso de internacionalización continúa abierto: «Ahora tengo las vistas puestas en Japón y Dubái, esos son los próximos objetivos».
Los tiempos son distintos. En esos '30+5' que dan título a la exposición que abrirá sus puertas el 14 de febrero para quedarse durante un mes se verá sobre las paredes esa evolución a la que Aurora Vigil-Escalera le pone palabras. «Las galerías ahora son mucho más abiertas, antes en Asturias lo que triunfaba era una pintura regional, y en estos momentos el abanico es muy amplio y si los artistas no están posicionados a nivel nacional, no hacemos nada». Nadie olvida los buques insignias del arte asturiano, nadie duda del valor de los Piñole o Evaristo Valle, pero ahora el circuito del arte exige una mayor proyección. Y para eso es fundamental estar presente en todas la ferias. Esa es una de las razones por las que Vigil-Escalera ha apostado también por su showroom de Madrid. Porque a veces cuesta hacer viajar a Asturias a coleccionistas o a los representantes de fundaciones o críticos. «La mayoría de mis clientes son nacionales e internacionales, y me encontraba con ese problema, de que si alguien viene desde Lima a España no le apetece coger el coche y hacer cinco horas hacia el Norte, así que decidí que necesitaba un punto de referencia en Madrid para darle servicio a artistas y clientes», aclara. No es un espacio público; al contrario, es tan privado que incluso se convierte en su vivienda cuando se desplaza a la capital, pero allí puede colgar las obras de su colección, enseñarlas en unas paredes con techos altísimos y puede incluso organizar encuentros o cenas. «Quiero que sea muy privado, me gusta esa forma de entender el arte, que le dediques tiempo a los coleccionistas, a los artistas, a las charlas con los amigos», señala la galerista gijonesa.
El camino llega al 30+5, pero nadie duda que la cifra continuará creciendo al seis, el siete, el ocho... Hay presente y futuro en una galería que prepara con mimo el aniversario. Son una treintena de artistas los que mostrarán sus obras y ocuparán las dos plantas de la galería gijonesa. Pero aún así el espacio será escaso y no se expondrán todos al mismo tiempo a lo largo del mes, sino que irán rotando. Vigil-Escalera no quería olvidarse de ninguno en este aniversario, que mostrará junto a pintura y escultura, muchísima fotografía.
Feito, Canogar, Farreras o Gordillo, esas vanguardias clásicas que la han acompañado a lo largo de toda su trayectoria, compartirán exposición conmemorativa con magos de la luz como Chema Madoz –que hoy recibe en la Casa de Cultura de Grado el Premio Aula de las Metáforas 2020– , Pablo Genovés o Dionisio González. Con ellos, otros nombres como los de Ismael Lagares o Pablo Armesto, sin olvidar a artistas muy jóvenes como Francisco Mayor y Sergio Femar. «Me gusta la idea de hacer ese recorrido por las distintas etapas y que los grandes maestros arropen y acompañen a las nuevas generaciones», concluye Vigil-Escalera.
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