El profesor César Bona, durante un viaje a Buenos Aires. EFE

«El diálogo político es un oxímoron»

César Bona Maestro y escritor ·

El autor presenta mañana su último libro, 'Humanizar la educación', en el Aula de Cultura de EL COMERCIO

Martes, 18 de mayo 2021, 01:57

En 'Humanizar la educación' (Plaza & Janes, 2021), César Bona (Ainzón, Zaragoza, 1972), maestro y escritor, nominado como uno de los 50 mejores maestros del mundo en el Global Teacher Prize (2014), aborda la necesidad de repensar y evaluar el sistema educativo actual tras las ... experiencias vividas durante la pandemia. El autor nos invita a reflexionar, viajar al niño que fuimos y preguntarnos por la educación que queremos. El libro se presenta mañana, a las 19.30 horas, en el Aula de Cultura de este periódico, a través de ELCOMERCIO.es.

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-¿A qué se refiere con humanizar la educación?

-Es una invitación a la reflexión. Cómo humanizar la educación es una de las muchas preguntas que planteo en el libro. Es la invitación a que nos preguntemos qué nos hace humanos, cuál es la esencia y cómo podemos sacar lo mejor de nosotros.

-Nos dice que tenemos que tener presente al niño que fuimos, pero ¿cómo se viaja al niño que llevamos dentro?

-Tenemos que preguntarnos por qué ser el niño que fuimos. Desde la adultez lanzamos opiniones basadas en un pensamiento adultocéntrico, nos empeñamos en preparar a los niños y adolescentes para la edad adulta y se nos olvida que la niñez y la adolescencia son etapas en sí mismas. Por ese pensamiento es por el que lanzamos frases del tipo «los niños son los adultos del futuro», y eso no existe. Son niños hoy.

-El confinamiento ha sacado a la luz brechas digitales entre familias, alumnos, colegios... ¿La experiencia vivida va a servir para mejorar?

-Sería un grandísimo error que cerráramos los ojos, apretáramos los puños y deseáramos que todo pase para volver a lo que teníamos antes. Sería una oportunidad perdida para mejorar. En todos los ámbitos se han ido proponiendo cambios necesarios para esta evolución, y sería curioso que en educación no sucediera. Y eso depende de que se le dé la importancia que merece. Ahí entraría crear infraestructuras para que no haya niños y adolescentes descolgados.

-Como docente, ¿cree que el peso de la enseñanza durante el confinamiento recayó en profesores y familias?

-No se puede generalizar, hubo de todo. Yo recuerdo las palabras de la directora de un centro, en septiembre, que decía: «No podemos fallarles en esto». Esa era la sensación de miles de docentes que, sin las herramientas y nadando en la incertidumbre, hacían lo posible por dar lo mejor que tenían para que los niños estuvieran seguros y tuvieran una puerta abierta a la información y el conocimiento. Las familias también han sufrido muchísimo y sí que es verdad que desde la sociedad se simplificó mucho la relación de los niños con la escuela.

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-Cuando se hacen las reformas de las leyes educativas, ¿se piensa en los niños?

-Resoplo porque, obviamente, lo primero que necesitamos es sentido común y esa mirada hacia la infancia. La política influye y es importante para la educación la buena política, pero también la educación es importante para la política y más en estos tiempos. El diálogo es importante y falta.

-¿Y los derechos de los niños están presentes en las leyes educativas?

-Deberían porque, si lo pensamos, la base de la educación tendría que ser los derechos de la infancia, los valores universales, de los cuales nadie se puede apropiar, y los derechos humanos. A partir de ahí, construir y darles conocimientos y otras cosas que les van a ser útiles. Es algo que se da por hecho y por eso a veces no encuentra espacio en las escuelas.

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-¿Cree que los políticos saben escuchar?

-No me cabe duda de que saben escuchar; otra cosa es que lo hagan para defender sus propios fines o no. Es importante ese matiz porque defender no es defender sus propios fines, sino defender el bienestar de las personas a las cuales se supone que representan. Y a las que no representan, también. Esa es la clave y cualquiera que se dedica a la política debería tenerlo muy claro. No solo las familias o los docentes educan. La élite política, con sus decisiones, también. Estoy convencido de que si viéramos a diferentes partidos políticos acercándose al diálogo, lo veríamos en la gente, que se acercaría más a dialogar.

-Pero lo que se ve últimamente es justo lo contrario.

-Es verdad. Yo alguna vez he llegado a decir que ahora la expresión «diálogo político» es un oxímoron (combinación de dos palabras o expresiones de significados opuestos) y nos tenemos que preguntar por qué, cuando debería ser el arte de servir y de acercarse.

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