
En el Aula de Cultura de EL COMERCIO, el día 9
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En el Aula de Cultura de EL COMERCIO, el día 9
Veinte años después de llegar a China, el conocimiento de la cultura y los negocios en el país mandarín han despertado en Julio Ceballos la necesidad de trasladar a nuestra cultura las claves para imitar el modelo de éxito del gigante asiático. Tras 'Observar el arroz crecer', 'El calibrador de estrellas. Aprendizajes chinos para Occidente en el siglo XXI' es su segundo libro, que presentará el próximo 9 de abril a las 19 horas en el Ateneo Jovellanos de la mano del Aula de Cultura de EL COMERCIO.
-¿Qué relación personal tiene con China?
-Llegué allí con una beca de internacionalización y me he quedado dos décadas ayudando a empresas a desarrollar su negocio en ese mercado, a instalarse, encontrar distribuidores y socios. Y me sigo dedicando a ello, pero desde hace un par de años ya resido en España.
-¿Qué es lo que más le llamó la atención de esta sociedad?
-En China, al occidental le llama la atención todo. Pero, quizás, el afán de los chinos por mejorar continuamente y, además, su mentalidad abierta al aprendizaje. Es gente siempre en búsqueda de lecciones, de buenas prácticas, de buenos procesos, de mejoras con las que salir adelante y alimentar ese afán de superación y esas ganas de progresar.
-El libro que presenta recoge una serie de aprendizajes de su experiencia. ¿En qué áreas se podrían aplicar?
-Hay aprendizajes en tres niveles. El primero, institucional, que supone una serie de mejoras o de desarrollos de nuestro sistema actual, pero que en ningún caso propongo que deba dejar de ser democrático, liberal, multipartidista y participativo. En segundo lugar, a nivel empresarial, que tiene que ver con una evolución y un perfeccionamiento de las estrategias de negociación con China. Y el tercero, a nivel individual, hay una serie de mejoras que tienen que ver con el cultivo del afán de superación y la cultura del esfuerzo, con el fomento de la lectura y con la incorporación de hábitos de la medicina tradicional china en nuestro día a día.
-¿Cuál cree que es la más urgente de aplicar en nuestras sociedades?
-Dejar de improvisar. Fijar unas metas claras, consensuadas y compartidas por la mayoría de la ciudadanía y trazar un plan para alcanzarlas en el que estén de acuerdo las principales fuerzas políticas para que, en lo fundamental, haya un consenso. Hablo de la política educativa, la inversión en infraestructuras, la innovación tecnológica, la política energética o medioambiental. Dejar de actuar de manera cortoplacista, coyuntural y contextual y empezar a actuar de manera más estratégica para que el Estado no sea un mero burócrata que gestiona la rutina y, en cierto modo, la decadencia, sino que empiece a poner rumbo a un lugar en el que nos convirtamos en eso que queremos ser.
-Presenta el libro el próximo miércoles en Gijón, una ciudad con gran tradición industrial y comercial. ¿Cree que sus estrategias pueden ser especialmente útiles para el tejido empresarial asturiano?
-Sí, sin duda. Asturias y, en concreto, los empresarios y los asturianos, han demostrado a lo largo de los siglos que son gente muy emprendedora y dispuesta a coger la maleta para empezar desde cero. Esas ganas de salir adelante, ese afán de superación, muchas veces espoleado por la necesidad y por la escasez, deberíamos recuperarlo. Y ya no tanto por la escasez presente, sino por la amenaza de escasez y necesidad futura. Hay fórmulas y medidas de actuación clave para los asturianos como la apuesta decidida por la educación como motor de crecimiento y progreso, volver a premiar el mérito o lograr que sean los más capaces, los más experimentados, los que ayuden a no solo planificar la hoja de ruta, sino también a llevarla a efecto.
-¿Qué espera que los lectores extraigan de su libro?
-Que todavía estamos a tiempo de reaccionar y de reivindicar un papel relevante a nivel mundial. Estamos a tiempo para cohesionarnos y, con medidas audaces, ágiles y un liderazgo fuerte, seguir jugando un papel decisivo a nivel global. Es un libro optimista porque, aunque esta es la hora de la verdad y Europa se la juega, todavía disponemos de una ventana de oportunidad para reaccionar. Lo que propongo son una serie de recetas, no son todas ni quizás las más importantes, pero sí las que yo considero de aplicación más urgente.
-¿En qué sentido Europa se la juega ahora mismo?
-Nos jugamos nuestro papel como actor relevante a nivel internacional. Para no perder capacidad de influencia, poder de negociación y, en definitiva, calidad de vida y bienestar. No dejamos de perder competitividad, la desafección política no deja de crecer, aumenta la polarización de la sociedad en términos políticos, donde parece que no se puede llegar a consensos, los populismos están en ascenso, hay cada vez una mayor crispación en términos electorales además de una desinformación galopante, una pérdida de soberanía, no tenemos autonomía tecnológica... para atajar muchos de esos problemas necesitamos actuar de manera unida. Estamos en un momento crítico en el que o tomamos una decisión rápida y firme, o la omisión de toma de decisiones nos condena a la irrelevancia, a pasar de jugar en la Champions a irnos a segunda división.
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