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El crítico literario Darío Villanueva, durante la presentación de 'Morderse la lengua' . E. C.

«Admitir la censura de la corrección política en el diccionario llevaría a su destrucción»

El crítico literario Darío Villanueva presentó, de la mano del Aula de Cultura de EL COMERCIO, 'Morderse la lengua', un libro sobre la posverdad

ANA RANERA

GIJÓN.

Miércoles, 23 de junio 2021, 05:11

Darío Villanueva habla porque tiene mucho que decir y pocas ganas de callarse. Este crítico literario, que fue director de la RAE, echa mano del humor y del sentido común para disparar sus opiniones sobre este presente en el que nuestro idioma se ha convertido en un arma política; plagada de incorrecciones, anglicismos y ganas de quedar bien en cada frase. Ayer, presentó de la mano del Aula de Cultura de este periódico -junto al escritor Ignacio del Valle-, su nuevo libro, 'Morderse la lengua', en el que critica y explica, a estas alturas, de qué va esto del vocabulario y la gramática.

Últimamente, escuchamos muchas voces que quieren suprimir del diccionario palabras como gitanada, judiada o madrastra, por motivos tan obvios como comprensibles, pero Villanueva recuerda: «Eso parte de la creencia de que la Academia crea las palabras, pero no es así. La Academia es simplemente notaria de la lengua que se crea por sí misma a lo largo de los siglos».

Por sí misma y por nosotros, por lo tanto, que cada uno decida si quiere o no usar esos términos. «En la Academia, hemos mantenido siempre la misma postura: admitir la censura de la corrección política en el diccionario llevaría a su destrucción». Lo dice porque los idiomas no son un cúmulo de palabras bonitas, las hay de cualquier índole, para poder decir de todo. «El lenguaje sirve también para ser canallas, la lengua refleja la realidad».

«La Academia no crea las palabras, es simplemente notaria de la lengua que se crea por sí misma a lo largo de los siglos» «El lenguaje inclusivo está abandonando la lógica gramatical para someter todo a una pulsión ideológica»

La corrección política incluso nos está llevando a censurar lo que ya está escrito. «Uno de los grandes retos de la corrección política es la actitud revisionista hacia el pasado», aseguraba. Algo que haría que condenáramos obras como 'El lazarillo de Tormes' y 'El buscón', de Quevedo. «La literatura picaresca es políticamente incorrecta. Denigra creativamente y con mucha inteligencia a quien no le agrada, entre ellos, a las minorías», recordaba Villanueva. Pero no debemos olvidarnos de separar literatura y realidad y el siglo XXI de los anteriores.

Aunque si hay un problema sobre el lenguaje hoy en día es el que atañe a masculino y femenino. «El lenguaje inclusivo está abandonando la lógica gramatical para someter todo a una pulsión ideológica», opinaba. «Se parte del supuesto de que la lengua es la responsable de las desigualdades». Y no es así, de hecho, nada tiene que ver. «Hay algunas lenguas en las que el genérico es el femenino, como el guajiro. En esa sociedad, el papel de la mujer es aborrecible, por eso hay que separar la gramática del machismo».

Aunque, a veces, no esté de más eso de desdoblar géneros si viene a cuento. «Puede ser útil usar los dobletes de masculino y femenino en alguna ocasión como se hizo siempre con señoras y señores. El problema está cuando el doblete se convierte en norma y condiciona la manera de hablar», consideraba.

Nos estamos acostumbrando a ofendernos por todo y a dejarnos llevar por la desinformación que se agolpa en las redes sociales. «Yo leo el periódico para enterarme de lo que está pasando porque la realidad en bruto es caótica y es necesario crear un discurso sobre ella», señalaba. «Los medios de comunicación serios han abogado siempre porque ese discurso se construya sobre evidencias, hechos, por contrastar fuentes diversas. Tienen una deontología profesional y un propósito de favorecer a la sociedad, de servicio público». Rigor, frente a las redes sociales, «lugares donde se chapotea en un barro maloliente».

Porque los bulos existieron siempre y nunca morirán, pero lo que antes no había eran estos canales de propagación inmediata que tanto daño nos hacen. «Forman parte de la posverdad, que es la mentira posmoderna y que ahora tiene como novedad la proliferación de lo digital», aseguraba.

Al mismo tiempo, aprovechaba para desterrar de nuestro vocabulario el término 'fake news', que para algo tenemos el nuestro propio. «'Fake news' tiene una traducción magnífica que es bulo». Y, si no, patrañas, «que son bulos más elaborados».

Una férrea defensa del castellano es la que hace Villanueva, gallego de padre luarqués, y que deberían hacer todos los que han nacido con esta lengua materna, en ocasiones denostada en vez de protegida.

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