Yacimientos romanos

La Asturias romana lucha por salir a la luz

Los arqueólogos reclaman proyectos estables de investigación y un itinerario que vincule los yacimientos

Sábado, 29 de mayo 2021, 22:09

Entre los años 29 y 19 antes de Cristo, el Imperio romano levantó una tupida red de campamentos para aplastar las revueltas del norte de la Península Ibérica y conquistar el último territorio independiente del poder imperial: las zonas dominadas por los irreductibles ... cántabros y ástures. Unos enfrentamientos bélicos conocidos como guerras asturcántabras y de los que el colectivo científico Roman Army -conformado por investigadores de distintas instituciones repartidos por varios puntos del planeta- ha logrado identificar en lo que hoy es territorio asturiano buena parte de las veintidós de aquellas fortificaciones que Roma levantó para sus cohortes localizadas hasta la fecha. Asentamientos temporales adaptados al terreno y con distintos tamaños y características. Algunos, tan grandes como el de Santa Eulalia de Oscos, de entre diez y quince hectáreas, diseñados para acoger a una legión completa, unos 6.000 hombres.

Publicidad

«Cuando empezamos a investigar, se conocían una docena de estos recintos militares en todo el noroeste de la Península y, ahora mismo, la cifra total asciende a doscientos reconocidos entre Galicia, Asturias, Cantabria, Burgos, Palencia y León. Ha sido una auténtica explosión», cuenta el salense David González, arqueólogo del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC, con base en Santiago de Compostela.

Para conseguirlo, más de dos milenios después del paso de las huestes romanas por estas tierras, han utilizado técnicas punteras como la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permite radiografiar zonas boscosas o de frondosa vegetación, combinadas con fotografías aéreas e imágenes satelitales que ya han empezado a arrojar luz sobre sus tácticas guerreras. Porque -como explica David González-, «si bien localizarlos en un mapa es interesante, lo importante es tratar de comprender, en primer lugar, por qué están donde están, y así hemos sido capaces de identificar las lógicas de movimiento del ejército romano, cómo se desplaza sobre un territorio hostil, qué posiciones elige de manera preferente para establecer los campamentos, qué relaciones tienen estos asentamientos con los castros, los poblados indígenas que estaban ocupados hasta ese momento...».

Cientos de preguntas para las que ya han empezado a barajar hipótesis, como que, «al llegar a la Cordillera Cantábrica, el ejército romano transitó por lo alto de las sierras, por lugares desde los que pudieran controlar en todo momento su entorno próximo. Es decir: evitaron transitar por fondos de valles, porque trataban de protegerse de emboscadas, accidentes y otras posibles amenazas. Pero, además, hemos podido observar cómo, en la mayor parte de los casos, no les preocupa demasiado controlar los poblados indígenas. Y esto es un poco diferente a lo que observamos, por ejemplo, en los campamentos del norte de Burgos y Palencia y del sur de Cantabria, donde sí se ve cómo el ejército romano llegó, los asedió y los terminó asaltando. Allí hay un proceso muy claro de enfrentamiento, de resistencia por parte de los grupos indígenas y luego de imposición. Las crónicas romanas relatan episodios en los que, bajo el prisma de la actualidad, hablaríamos sin duda de genocidios y de situaciones muy violentas, con represalias muy duras frente a los derrotados en esos procesos de conquista».

Publicidad

Sin embargo, en territorio de los ástures, «probablemente los indígenas no opusieron esa resistencia frente al avance» de la bota romana. Así que ahora una de las grandes incógnitas es por qué. «Ese es uno de los principales retos de la investigación que tenemos sobre la mesa. ¿Quizá las sociedades indígenas que vivían en los castros que conocemos en Asturias no tenían una capacidad productiva y demográfica para hacer frente al ejército romano? Tenemos que pensar en un ejército profesional compuesto por miles de hombres que estaban entrenados en la guerra y que, en algunos casos, eran veteranos que venían de otros conflictos, una maquinaria bélica tremendamente sofisticada. Y, enfrente, las comunidades indígenas. Grupos en los que, por supuesto, no había ejército profesional. Eran simplemente personas que en momentos concretos debían defender su comunidad frente a amenazas externas».

Dudas que, por el momento, seguirán sin despejarse pese a la férrea voluntad de estos investigadores que trabajan desde Italia o Reino Unido, porque «el problema es que la arqueología de investigación hecha desde Asturias está parada», lamenta David González.

Publicidad

Y es que, si algo tienen claro los arqueólogos es que «esa es una de las patas que flojean en el Principado: hace falta que se definan proyectos de investigación amplios y bien articulados que nos permitan avanzar en esas preguntas que son necesarias; que conecten, por ejemplo, los yacimientos romanos con los castros. Porque la alternativa, que es lo que sucede en Asturias y en otros lugares, es que se planteen proyectos muy ligados a yacimientos concretos».

Una falta de estrategia global que se suma a los «obstáculos financieros», claro: «El Gobierno de Asturias está más enfocado a conservar yacimientos que a la investigación arqueológica». Así que una opción es «que sean los ayuntamientos los que apuesten por investigar»: «Porque, además, ese tipo de proyectos financiados por los municipios son los que conectan más con la gente del lugar, generan interés por el pasado, por el patrimonio arqueológico, y despiertan conciencias de que debemos conservar eso, que es parte de nuestra historia, además de que también pueden dar lugar a iniciativas de aprovechamiento cultural y turístico, pero sus recursos son limitados».

Publicidad

En busca del turismo

Eso es lo que sucede, por ejemplo, en Las Regueras, donde la Consejería de Cultura acaba de apoyar la propuesta lanzada desde el Consistorio para que las termas de Valduno, «las mejor conservadas del norte de España», en palabras del arqueólogo Rogelio Estrada, sean declaradas Bien de Interés Cultural (BIC).

O en Llanera, donde el equipo de arqueólogos y voluntarios de la excavación de Lucus Asturum liderados por Esperanza Martín espera determinar pronto -posiblemente, a partir de julio- la magnitud real del asentamiento romano que se encuentra enterrado bajo el suelo del concejo, una de las grandes incógnitas de la arqueología asturiana.

Publicidad

En La Estaca, también en suelo de Las Regueras, el equipo dirigido por Juan Muñiz ha puesto en marcha incluso una campaña de micromecenazgo y coincide en que «es necesario un plan estratégico de intervenciones impulsado por la Administración», toda vez que «en los últimos años está saliendo a la luz mucha información nueva y sería una buena forma de concentrarla. Y si eso luego es compatible con que la Administración lo utilice para la promoción cultural y turística, sería redondo», defiende Muñiz.

La realidad es, sin embargo, tozuda: «Ahora mismo, cada uno libra la batalla por su cuenta. Mientras esto dependa de los intereses individuales de los investigadores, no va a progresar nunca, porque estamos cada uno con nuestras cosas. Y, luego, cuando no podemos llevarlas adelante, se olvidan y quedan paradas. Eso es lo que no puede ser».

Noticia Patrocinada

«Tenemos las termas de Campo Valdés, Veranes, la Campa Torres, el Museo Arqueológico, Lugo de Llanera, Valduno, La Estaca... Todo eso es visitable y todo eso es lo que se está desaprovechando, porque no hay ni un itinerario que lo conecte. Y hablamos solo de la zona central de Asturias. Todo eso hay que vertebrarlo».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad