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A. RANERA
GIJÓN.
Viernes, 3 de diciembre 2021, 05:05
Los secretos de los corsarios salen, a partir del viernes, 3 de diciembre, a la luz, gracias a la apertura de la exposición 'Piratas. Los ladrones del mar', que cuenta con la colaboración de EL COMERCIO y que ocupará el Palacio de Revillagigedo hasta ... el próximo 6 de marzo. Por las tres plantas de este emblemático edificio, se reparten ya sus embarcaciones, sus armas y algunos de los nombres más conocidos de este universo, que, desde el mundo clásico hasta hoy, ha estado bañado por el salitre y por la violencia.
«La historia de la piratería sale a relucir en esta muestra», aseguraba ayer, durante la presentación de la misma, Francisco Molina, su coordinador. Y es verdad, el recorrido comienza en Grecia y Roma y lleva al visitante a navegar, junto a los vikingos y los berberiscos, y a zambullirse en las aguas del Caribe.
Pero estos lugares exóticos no son los únicos en hacerse hueco, porque hasta hubo bucaneros en nuestra tierra. «Asturias también tiene sus historias de piratería», señalaba Molina, al tiempo que recordaba «a un gijonés, Pedro de Valdés, que fue preso de Drake», relataba. «La parte local también es importante», añadía, dentro de este palacio que vigila el puerto de la ciudad.
Junto a Molina, estuvo ayer también en la presentación Carlos Siñeriz, el director de la Fundación Cajastur, quien aseguraba que, para ellos, «es una satisfacción colaborar con una exposición tan didáctica, que puede aportar mucho a nuestra ciudad», consideraba. «Creo que a la sociedad asturiana le puede resultar muy interesante, sobre todo, a los escolares», contaba. Por eso, ellos animan a los colegios e institutos a llevar a los alumnos, que tendrán un precio reducido si deciden sumergirse en esta exposición.
Merece la pena que lo hagan y que disfruten de las recreaciones, de las maquetas y de los cien objetos reales que se reparten por sus vitrinas. Porque, aparte de diversión, esta exposición ofrece una aventura por la historia, para saber lo que ocurría en los océanos que, por supuesto, repercutía en lo que sucedía en tierra.
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