![Las voces de Romeo y Julieta vuelven a brillar](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2025/02/07/102169106.jpg)
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Verona, la bella ciudad italiana en la que situó William Shakespeare el inmortal drama de Romeo y Julieta, volvió ayer a revivir en las tablas del Teatro Palacio Valdés con un musical español que la adapta con libreto de César Belda y Chemari Bel, ... bajo la dirección escénica y coreográfica de Silvia Villaú. Esta tarde volverá a representarse en el coliseo avilesino con sendas funciones a las 17 y 20 horas, para las que ayer aún quedaban localidades.
Unos espectaculares decorados y una puesta en escena igual de sorprendente, como el vistoso vestuario, hicieron las delicias de un público de todas las edades en el pase de estreno de esta nueva versión.
Y es que la pasión desbordada de los dos amantes veroneses frente a la oposición a ella de sus irreconciliables familias, sigue conquistando el alma de los espectadores con la misma emoción que cuando el bardo inglés la levantó por primera vez en un entablado. Transformado en musical de nuestro tiempo, el drama original cobra una nueva dimensión y en este caso, cuenta con una partitura escrita expresamente por Belda, responsable igualmente de la dirección musical. El elenco, encabezado por Villaú, como Julieta, y Gianpaolo Picuci, en el papel de Romeo, despliega su potencial sostenido por todo el conjunto de actores-cantantes: Antonio Ródenas (Shakespeare), Santiago Cano (Tebaldo), Amparo Saizar (Ama), Jaume Giró (Fray Lorenzo), Javi Mota (Mercucio), Guillo Rist (Benvolio), Cristina Gallego (Rosalía), Alejandro Pantany (Capuleto), Jesús Lara (París) y en el coro, Claudia Zamora e Iris Castro.
El juego de intrigas y azares entre Montescos y Capuletos que mueve el drama shakespeariano adquiere en esta versión musical la agilidad necesaria para mantener en vilo toda la acción, con momentos de gran ritmo como las luchas a espada o de no menor efectismo como en los bailes y el resto de las escenas corales, también en las más íntimas que interpelan directamente a la atención del espectador.
En esa clave funcionan momentos álgidos como los del balcón, la fiesta de máscaras, el duelo mortal de Romeo y París o el del sepulcro. Se ven distintos y muy condicionados al propio montaje ajustado al espacio del Palacio Valdés, donde se gana en proximidad y por ello resulta más intenso. El ambiente creado con toda la fuerza trágica y también sus ocasionales respiros de humor, atrapan a quien lo ve y no decaen.
Al público, claramente, le entusiasmó, y la prueba fueron los sonoros aplausos en los distintos números y en la aclamación final que reconoció a todo el equipo artístico de un musical con mucha garra para seducir.
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