
María Velasco
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María Velasco
'Primera sangre' llega este sábado al Jovellanos con el aval del premio nacional de textos dramáticos concedido el pasado año. María Velasco es ... la autora y directora de una propuesta teatral que se adentra en un territorio difícil pero necesario. El crimen de una niña está en el origen de esta historia que sube al escenario a Valèria Sorolla, María Cerezuela, Francisco Reyes, Javiera Paz y Vidda Priego.
–Es un tema tan duro que uno se pregunta por qué meterse en ese lío.
–En mi infancia yo fui atravesada por esto porque había habido un caso real en mi ciudad, uno entre tantos en ese momento en el que justamente empezó un tipo de abordamiento mediático, la telebasura, y estos casos se hacían masivos. Ya adulta, las vecinas de esa víctima empezamos a ser mamás de otras niñas y surgió la necesidad de organizar esos recuerdos, esos temores. La obra es una ficción con guiños a una historia real pero también una especie de ceremonia diferida por las víctimas.
–¿Y cómo se lleva todo eso al teatro?
–Ahora está muy de moda el 'true crime' y las producciones en el audiovisual que abordan estos hechos reales. Este es un enfoque completamente distinto. A nosotras no nos importa tanto quién era el asesino, sino cuál era la cultura, una serie de comportamientos muy normalizados, donde estas violencias con víctimas mortales eran el máximo exponente, pero ya había una serie de avisos en la vida cotidiana. Yo me baso en esta historia casi desmembrada de cómo van viviendo la desaparición, el homicidio de una niña, tanto las chicas de su generación como uno de los responsables policiales del caso. Cómo se vive desde los hallazgos a la experiencia de sus propias vidas, de manera especial las niñas, cómo son sus primeras experiencias sexo-afectivas en la adolescencia, cómo se van a enfrentar ellas a la maternidad de otras niñas. Ese es el viaje. Y cómo también un hombre va a afrontar sus experiencias vitales a partir de esa experiencia.
–Cita al 'true crime', también está de moda el teatro documento. ¿Se inscribe ahí?
–No, a mí me interesa ir a por qué el teatro sigue vivo después de tantos siglos. Es un derecho de reunión, es una asamblea, es una ceremonia. La obra no tiene relación ni con el documento ni con el 'true crime'. Yo siempre utilizo una visión poética de los hechos reales. Quien quiera información, para eso está el periodismo, y para el que quiera un enfoque más real, el ensayo. Lo que podemos aportar nosotros es una disección poética de la realidad.
–¿Cómo sale el público?
–Conmovido después de haber hecho una purificación. Ha habido una carencia de reflexión profunda sobre estos hechos. Se quedaban en la información o en la telebasura, pero ni a nivel familiar ni educativo pude volver a esto y ver cuáles son las causas de estas violencias y qué pueden hacer las niñas con el miedo. Obviamente hay una reacción a veces muy catárquica. Hay sesgo de género en la experiencia que sacan los hombres y las mujeres de esta obra, lo siento así. Las mujeres se sienten reconocidas en un montón de temores y por ello muy arropadas. De pronto hay gente que se te acerca y te dice 'yo he sido una niña abusada' y en el abrazo se sienten reconocidas y se liberan del tabú. Es distinto para ellos. Es una experiencia removedora, pero lo que nos remueve nos libera y nos conforta en el fondo.
–¿Cómo fue ponerlo en el escenario?
–En el montaje convergían tres chicas muy jóvenes, una mujer trans ya de una generación anterior y un hombre mayor. Era un encuentro intergeneracional y en los ensayos surgió el debate. Todas las mujeres de la obra teníamos historias de abusos. El actor Francisco Reyes nos decía que se había dado cuenta de cómo él había recibido una educación muy diferente a la de su hermana, a la hora de experimentar ocio nocturno o tener límites a la hora de volver a casa.
–Cinco personajes y todos importantes.
–Es una obra muy coral en la que también lo que hacemos es traer a la niña ausente a la escena. Y hay dos personajes fundamentales, el policía, que va a experimentar una transformación a partir de este caso, y una niña cercana que va a vivir muy unida al recuerdo de esta ausencia.
–¿Han cambiado las cosas de los noventa a hoy?
–Cuando hicimos la investigación de la obra una persona experta me contó que hay estudios sobre el miedo en las nuevas generaciones y sigue habiendo un sesgo de género, los temores de ellos no tienen que ver con los de ellas, y estos miedos se van reinventado pero siguen muy vigentes. Ahora mismo, por ejemplo, hay mucho miedo asociado a la sumisión química. Incluso yo creo que hombres y mujeres hacemos distintos usos del espacio público. No ha cambiado tanto, aunque el enfoque periodístico es ahora más consciente.
–Está ensayando un nuevo proyecto. ¿Cómo se afronta un nuevo proyecto después de un premio nacional?
–Un poquito de respeto da, pero yo lo he tenido siempre. Cuando uno tiene un altavoz tiene una responsabilidad. Los nuevos proyectos tienen ese plus porque el público se ha ampliado un poquito.
–Háblenos de esos nuevos proyectos.
–Ahora estreno el 25 de abril en el Matadero un proyecto que también va a viajar a Ecuador que se llama 'Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos', que es un poema de amor escénico. Es una obra de la recuperación de las grandes utopías. Y vuelvo a las salas alternativas, a mí me ilusiona siempre trabajar con artistas jóvenes y voy a hacer un proyecto con alumnos egresados de Cuarta Pared. Me ilusiona volver al teatro alternativo.
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