«Todo el mundo debería bailar»

-¿Cómo esta su alma?

-(Ríe) Pienso que estupenda, porque la tengo llena de baile.

-Sé que recomienda bailar incluso a los arrítmicos...

-Sí. Creo que es súper importante y que el verdadero baile es el que uno hace feliz. Algunos nos preparamos, estudiamos, ensayamos... Pero todo el mundo debería bailar. Estoy segura de que nuestras vidas serían un poquito mejores.

-Este nuevo espectáculo fue concebido durante el confinamiento. ¿Cómo fue el parto?

-Estar en casa, tranquila, sin viajar de un sitio a otro, te da tiempo de crear y no hemos bajado la guardia.

-¿Cómo lo hicieron?

-Estando en contacto todos los miembros de la compañía todo el rato. Aprendimos a ensayar a través de una pantalla. En general, yo lo he llevado bien. Por momentos más asustada, más preocupada... Pero mis padres viven cerca y hemos estado muy pendientes de ellos, de llevarles la compra... Y poder hacer de mami de mi hijo durante más tiempo también fue un regalo. Yo soy muy de casa.

-Hija de militar y de profesora de danza, tiene fama de exigente. Empezando por usted misma.

-Por supuesto, está el sacrificio. Las horas de ensayo. Porque nada se regala. Para poder tener una técnica muy buena de la que consigas olvidarte y guiarte por el corazón, tienes que cuidarte mucho. No hago locuras y no tengo palabras suficientes para agradecerle al público todo su apoyo, porque, gracias a él, yo estoy ahí y mi compañía está ahí. El respeto que le debo se lo tengo que devolver también así.

-Han cronometrado sus 'zapateaos' de vértigo y la comparan con una deportista de élite.

-Mantenerse es muy importante. Y tampoco tengo una edad para, de pronto, dejarlo todo de la noche a la mañana. Mi entrenador está muy pendiente de mí y llevo también una alimentación muy sana. En general, en casa nos gusta la vida saludable, el deporte, los paseos... mi pareja también es así.

-Premio Nacional de Danza, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes... ¿Le queda algún sueño por cumplir?

-Tengo muchos, pero sueño, sobre todo, con que la investigación del Síndrome de Rett dé pasos adelante, que pueda aliviar a las niñas... Yo siempre digo que ayudar no es una obligación, sino un privilegio. Y, si bailo bien, mi voz todavía tiene más fuerza.

-¿El flamenco en particular y la cultura en general tienen suficientes apoyos?

-Ahora, al pararse todo, hay muchísima gente sufriendo sin trabajo, sin nada... Es una situación muy difícil, pero te emociona pensar en el cariño con el que nos tratan fuera. En los países que le dan más importancia a la cultura, el flamenco está considerado como un arte grande. Y eso es gracias a Paco de Lucía, a Camarón, a Carmen Amaya, a Morente... A todos esos artistas que nos abrieron puertas en el mundo. Pero, cuando llegas a España, te da pena que no lo tengamos tan cuidado como si fuera de otro sitio. Y, dicho esto, el público está aparte. Nosotros llevamos veinticinco años soñando y haciendo soñar gracias a que el público responde. Además, me siento muy orgullosa de ser marca España.

-¿El duende siempre aparece o hay noches en las que se resiste?

-Siempre te da miedo. Pero, si tú estás muy preparada, muy concentrada y con todo en tu sitio, esa magia en el aire sí que aparece. No sabes dónde, no sabes en qué momento, pero, de pronto, te da un pellizquito que te pone los vellos de punta.