CECILIA PÉREZ
oviedo.
Miércoles, 22 de julio 2020, 00:08
Hace un año, por estas mismas fechas, nadie se hubiese imaginado una estampa donde las mascarillas de los visitantes, turistas y guías de los monumentos Prerrománicos de Oviedo formasen parte tan esencial del paisaje como la propia Santa María del Naranco o San Miguel de Lillo. Pero hoy vivimos en un contexto en el que cubrir nariz y boca es tan cotidiano como indispensable.
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Las medidas sanitarias y de prevención han obligado a limitar los aforos de visitas a estas joyas arquitectónicas. Veinticinco personas para Santa María del Naranco y trece para San Miguel de Lillo, que resultan de dividir en dos, el primer grupo. Todo para evitar aglomeraciones innecesarias. El pasado año, el aforo para el primer monumento era de 35 personas y 16, para el segundo.
La reducción de aforo facilita el poder cumplir con el distanciamiento social. Importante también, seguir los protocolos de desinfección. Algo con lo que se topan los visitantes nada más acceder a la taquilla para hacerse con las entradas para realizar la visita guiada. La compra es presencial y solo pueden realizar reserva los grupos de más de veinte personas. «Con cada entrada que vendemos se procede a la desinfección del mostrador y no tocamos nada hasta que esté limpia de nuevo», explica una de las guías de los monumentos.
Los visitantes acceden a cumplir el protocolo, aunque a veces los guías se vean obligados a recordarles que el uso de la mascarilla es obligatorio en todo el recorrido, interior y exterior. «Hay que decirles que no se pueden quitar la mascarilla, ni siquiera cuando salen a los balcones de Santa María para hacerse la foto».
La mayoría cumple. El ejemplo lo pone Almudena Seco. Esta madrileña y su pareja se animaron a subir desde su hotel del centro de Oviedo a los monumentos del Naranco. Lo hicieron caminando porque «el Prerrománico me encanta», ponderó. Lo mismo que la familia San Juan-González, que llegó desde Logroño. «La mascarilla no importa cuando estás ante un lugar tan impresionante», apuntó Zaloa González.
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De Madrid, Logroño, Murcia, País Vasco es el grueso del turismo este año, donde «apenas hay extranjeros», remarca la responsable de las visitas. Con una media de cien personas diarias, dependiendo de la jornada, no ha sido hasta la semana pasada cuando se incrementó la actividad. Con la vuelta del movimiento, a los guías les llama la atención «el número de personas que entran por primera vez» a descubrir dos de las joyas del Prerrománico asturiano. Nunca es tarde.
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