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'La luz que se esconde'. El título no puede ser más elocuente. Sus cinco vocablos encierran un homenaje a la noche, la creación, la ... abstracción, el silencio, el renacimiento… Y con todo ello a quien se ha pasado la vida haciendo poética de la oscuridad, reuniendo esos tributos ante el objetivo de su cámara.
'La luz que se esconde' es, al fin, un viaje por la obra del fotógrafo Manel Esclusa (Vic, Barcelona, 1952), el nuevo invitado en el Centro Niemeyer. Una selección de su legado y la búsqueda formal que cobija ocupará la sala de exposiciones del espacio avilesino, bajo el comisariado de la doctora en Bellas Artes Laura Terré, responsable de este primer encuentro de Asturias con el fotógrafo catalán, que abrirá sus puertas este viernes, con el fin de mostrar su constante necesidad de «poner a prueba la capacidad de la fotografía para hacer nacer lo visible desde la oscuridad».
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En total se exhibirán, hasta el 16 de junio, 160 imágenes que viajan desde los primeros trabajos de los años setenta hasta hoy. Algunos de enorme formato, como el mural que reúne 60 piezas de la serie 'Aiguallun' (Luna de agua), parte de ella creada en las noches de pandemia, sin más herramientas que un móvil y una linterna. Nunca hasta ese momento había utilizado Esclusa el teléfono para fotografiar. Pero no fue esa la única vez que las circunstancias le obligaron a abandonar su cámara y trabajar con otros elementos.
En otra de las series, 'El jardí d'humus', aprovecha, cuenta Terré, un accidente en el estudio para crear una metáfora sobre «la belleza que puede subyacer del deterioro». En su afán experimental y de encontrar la perfección de la imagen en las condiciones más precarias, «provoca reacciones en las diapositivas deterioradas, añadiendo tierra, dejando que crezcan los hongos… y así descubrir su evolución, que es la propia evolución de la naturaleza».
Pero al margen de esas dos ocasiones extraordinarias, la obra Manel Esclusa, hijo de fotógrafo (como la propia Laura Terré, descendiente del recordado Ricard Terré), en cuyo estudio empezó con tan solo ocho años a investigar y a buscar respuestas, es fruto de «jugar con los límites de la luz». Esa luz que se ocultaba en el estudio de su padre, en las cuevas que visitaba con él y en las muchas tardes de cine que dibujaron sus primeros recuerdos.
Becado en su juventud en Arlés, la ciudad que inspiró al mejor Van Gogh, Esclusa es uno de los fotógrafos españoles más laureados, que siempre, dice Terré, «huyó de la fotografía documental en busca de simbolismo, investigación, técnica y reflexión». Y el fruto de esa búsqueda estará ahora al alcance de nuestra mirada.
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