![«Nunca aspiré a más que a tener tiempo»](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2023/07/29/as.jpg)
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El mismo guaje tímido e inquieto que traía sus dibujos en carboncillo cada verano a EL COMERCIO para ilustrar los cuentos de su padre, el recordado Juan José Plans, se desenvuelve hoy con soltura en el MOMA, museos de Corea y China o el metaverso, ... donde sus obras no dejan de batir récords de cotización. Edgar Plans colabora con marcas comerciales de todo el planeta, incluida la NBA, tiene una lista de espera de coleccionistas que, por momentos, se le antoja inabarcable y recibe llamadas al móvil de personajes que «hace nada eran referentes y hoy son mis amigos». Pero él sigue ahí, en su taller, en zapatillas, entre botes de pintura estrujados y lienzos, en casa.
-¿Cuándo se dio cuenta de que estaba jugando en otra liga?
-Me di cuenta cuando empezaron a llamar desde galerías y museos que me parecían imposibles. Esa gente está a otro nivel y esperan a que llegues, no van a buscarte.
-Y usted sigue aquí, se resiste a irse.
-Viajo mucho, pero cuando viajo no trabajo. Me cargo de información, de sensaciones que luego utilizo, pero necesito estar aquí, con mi familia, en mi rutina.
-Con los pies en el suelo.
-Soy una persona sencilla, no me gustan los lujos. Me gusta la música, el café, pasar tiempo con los míos...
-Se desplaza en bicicleta, pero hace tiempo que viaja en cohete profesionalmente hablando.
-Es así, pero la verdad es que nunca aspiré a más que a tener tiempo para pintar.
-¿Siempre quiso ser artista, nunca oyó en casa aquello de 'estudia algo con más salida'?
-Tuve suerte. Vengo de una familia que se puede decir que siempre vivió del arte. Me enseñaron a creer en mí mismo, me motivaron. Siempre tuve claro que para trabajar en otras cosas había tiempo, que había que intentarlo.
-¿Cuánto pesa en eso ser el hijo de Juan José Plans y llamarse Edgar por Allan Poe?
-Pesar no pesa nada porque es un orgullo. Me gusta mi nombre y la infancia que tuve, con más literatura y más fantástica que la mayoría. Con Julio Verne, Edgar Wallace... Allan Poe, por supuesto.
-¿Qué le diría hoy su padre?
-Imagínate. Siempre lo tengo presente, está en todos mis proyectos, igual que mi hija, la incluyo en muchas obras, le encanta buscarse...
-Usted también está ahí.
-Mucho, entiendo el arte como algo muy autobiográfico. El artista tiene que estar ahí.
-¿Y qué demonios es el arte?
-Buff, cada día es más difícil de definir, especialmente desde dentro. ¿Es arte un váter? Pues depende del contexto, de la idea que quieras darle, de que signifique algo.
-¿Y qué no es arte? ¿Hay algún límite?
-Yo soy un artista tradicional y confieso que hay performances o instalaciones a las que no les encuentro mucho sentido artístico. Que una pieza esté en una gran feria o un gran museo no implica que me vaya a decir más que un extintor o la puerta del baño.
-¿A dónde quiere llegar?
-Pues más que llegar creo que la cosa se trata de seguir disfrutando. No tengo metas, tengo proyectos y ahora, por suerte, también las puertas abiertas para hacer lo que de verdad me gusta.
-¿Qué es lo que de verdad le gusta?
-Pintar. Pintar cuadros enormes, por ejemplo, y estar un año entero para tres. O ayudar a artistas jóvenes que empiezan. A mí también me ayudaron y creo que es importantísimo hacerlo. Me gusta ser agradecido.
-Está metido en mil y un proyectos solidarios.
-Es por eso, me gusta colaborar y creo que es una obligación, además. No solo dar dinero, que también, sino motivar a otros a que pongan su grano de arena. A mí no me van los lujos, ya digo que yo no necesito más que tiempo y eso es lo que he ganado, tiempo.
-¿Qué queda de aquel crío que dibujaba sin parar?
-Las ganas. Esas las tengo todas. Tengo muchas ideas, muchos proyectos y ninguna pretensión económica.
-Venga, una curiosidad: ¿le mandó a la Reina la obra que le prometió en Arco?
-Hombre, claro, una escultura de mi padre. También otra para el Rey y unos libros para sus hijas, no se fueran a poner celosos (risas). Me apoyaron bastante y se lo agradezco mucho.
-Nunca lo cuenta pero tiene piezas, además de en grandes museos de todo el mundo, en algunas casas tan ilustres como la Zarzuela.
-No creo que sea importante. ¿Influye eso en que te guste o no mi obra? No debería. A mí me gusta la tortilla del bar de mi barrio porque está muy buena, no por quién se la coma. Esto debería ser lo mismo, ¿no?
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