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Fue un artista polifacético. Y, aunque su vertiente como escultor fue la que le dio más alegrías, José María Navascués (Madrid, 1934-Oviedo, 1979) fue antes que nada pintor. Es sabido y reconocido ese gusto por el pincel y el lápiz, pero una exposición que ... prepara su familia y abrirá sus puertas en Nueva de Llanes el mes próximo servirá para dar luz sobre esos trabajos, muchos de los cuales se guardaban hasta ahora en el desván, ajenos por completo a cualquier mirada. Laura Navascués es la única nieta del creador y, por tanto, quien atesora esa obra que ahora, gracias al empeño de Marta Fernández, sobrina, verá la luz en la Casa de Cultura del Valle de San Jorge, en Nueva de Llanes. El 28 de mayo abrirá sus puertas para quedarse hasta el 25 de junio. Quiere Marta Fernández con esta exposición no solo abrir una ventana y poner luz sobre esas obras más desconocidas, sino también llevar la cultura a los pueblos pequeños, generar en ellos una actividad cultural que pueda llevar aparejada también actividad económica.
Pero, ante todo, se trata de poner ante los ojos de los amantes del arte otra cara de un creador asturiano reconocido y querido que cuenta con obra en el Museo de Bellas Artes de Asturias, que el año pasado realizó un catálogo sobre ella, y la Casa Natal de Jovellanos, que igualmente en 2021 le dedicó una exposición y que conserva, además de numerosas obras, su archivo de artista.
La idea es mostrar una docena de piezas aproximadamente que habrán de pasar por un proceso de limpieza y restauración antes de ser expuestas para desvelar esa parte menos pública de un artista que se fue demasiado joven y de manera dramática.
Pero su legado está ahí. Su arte, la memoria de las clases de dibujo y pintura que daba en su academia de la calle San Bernardo, de sus trabajos en el mundo del diseño y la publicidad, de su salto a la escultura, primero en un ático en el paseo de Begoña y más tarde, cuando empezó su obra a crecer en tamaño y complicarse en los modos y maneras de hacerse realidad, en Somió, en la villa de San Antonio. Trabajaba con volúmenes inmensos, con planos arquitectónicos y detallados esas grandes esculturas que fueron las que le dieron la fama y un nombre mayúsculo en el mundo del arte asturiano. Pero antes de enfocarse en esta faceta de dar forma a las maderas del Báltico, hubo muchísimo trabajo de mesa y caballete.
La selección de las obras a exponer no está hecha aún de forma definitiva. Pero, a buen seguro, se mostrarán diferentes técnicas. Entre las obras que guarda su nieta, hay un poco de todo. Aunque son mayoritarias las tablas, hay lienzos, y se advierten las pinceladas de los óleos y los acrílicos. Igualmente hay dibujos, algunos de ellos preparatorios para esas grandes esculturas que habría de ejecutar después. Es curioso que también se conservan algunas de las planchas que se emplearon para la obra gráfica.
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