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No es un diálogo. Es una crónica certera de esta España nuestra en el siglo XX. Es mirar a los márgenes desde el lienzo y el papel, plasmando sus realidades un pincel y un visor mediante, desde la pintura, desde la obra gráfica y a través de la fotografía.
El Museo de Bellas Artes de Asturias inaugura el jueves 6 de febrero 'De la España negra a la España desposeída. Solana-Pérez Siquier', una exposición absolutamente inédita que reúne a un pintor nacido en Madrid en 1886 y fallecido 1945 y a un fotógrafo que vio la luz en Almería en 1930 y dijo adiós a la vida en 2021, dos personajes que nunca se conocieron, pero que tuvieron sensibilidades similares desde distintos lenguajes, que demostraron en su arte idéntico gusto por retratar a los excluidos, los marginados, esos personajes anónimos que no aparecen en los libros de historia.
Es la suya, pues, una crónica histórica que se contará de manera cronológica y estanca. Cada uno en su lugar. Sus tiempos en el extinto siglo XX fueron diferentes, pero en cierto modo se fueron dando el relevo y sus obras sirven para componer ese atractivo relato que une a la Fundación Mapfre y al Museo de Bellas Artes de Asturias.
Comisariada por Sara Moro y Leyre Bozal, la muestra presenta diez pinturas de Solana más una treintena de estampas y unas ochenta fotografías de Carlos Pérez Siquier. «Se trata de mostrar dos Españas a lo largo del siglo XX, a través de dos creadores con una sensibilidad muy parecida, que miran hacia lo marginal, lo negro», revela Sara Moro, que explica cómo en un viaje a Madrid surgió la propuesta de Mapfre de unir sus fondos y los del museo asturiano para componer un fresco que no por doloroso y desabrido está exento de belleza, porque las imágenes de uno y otro acaban entrando por los ojos y epatando. «Solana no siempre gusta, pero impacta, nunca te deja indiferente», revela Moro, que subraya que ambos son a la postre testigos de un tiempo vivido. Cada uno el suyo. Cada uno a su manera dejó constancia de él.
Seis pinturas de Mapfre y cuatro que forman parte de los fondos del museo asturiano de Solana se unen a la obra gráfica compuesta por unas treinta estampas que realizó en los talleres de Castro Gil en los años treinta. De ese modo, «vamos a ver las carnavaladas, sus imágenes costumbristas, esos personajes de extrarradio que tanto le interesaban», explica la comisaria sobre la muestra que ocupará al completo la planta menos uno de la ampliación hasta el 11 de mayo.
Entre 1917 y 1938 están fechadas las obras, que permiten por tanto hacer un recorrido por gran parte de su producción y advertir el trabajo de un artista genuino que se imbuye del espíritu de la España de las pinturas negras de Goya y que siempre miró a su tierra, a los temas españoles, incluso cuando se exilia en París en 1937.
Pérez Siquier, uno de los revolucionarios de la fotografía española de los años cincuenta a través del grupo Afal, del que formó parte el gijonés Gonzalo Juanes, también puso el foco en el extrarradio. Son las fotografías del barrio de la Chanca las que ocuparán su lugar, tanto en blanco y negro como en color. Leyre Bozal desvela dónde está el foco: «Cuando en 1956 Carlos Pérez Siquier comenzó a interesarse por el barrio almeriense de La Chanca, el arrabal no era motivo de interés para otros fotógrafos. Influido por la estética del cine neorrealista, el artista se sintió profundamente atraído por la vida cotidiana de las gentes que habitaban en aquella zona pobre de la ciudad, pero con dignidad, esperanza y alegría, en un lugar en el que el tiempo parecía detenido», ha dejado escrito en un texto que se podrá leer en la sala.
Habla en él de esas imágenes del mísero barrio dejado de la mano de Dios en las que aparecen mujeres que acuden a la fuente a por agua porque no hay suministro en sus casas, niños que corretean por calles polvorientas y sin alcantarillado, mujeres de negro haciendo la colada a mano o las bocas de las cuevas habitadas por los más desfavorecidos. «Imágenes que recogen la identidad de los habitantes de una España desposeída en plena dictadura», resume la comisaria de la muestra, que explica cómo años después, en el año 1963, regresó a ese barrio, esta vez con una cámara Rolleiflex.
Ahora la manera de disparar sobre la misma realidad es otra. Importa menos el paisanaje: «Se centró, por el contrario, en el paisaje y la geología; en los colores de las rocas, de las chozas, de la ropa tendida al sol, en las hendiduras y desconchones de los muros encalados. Con estas imágenes daba testimonio del paso del tiempo. La Chanca entendida en su conjunto, es testimonio de ello».
Se compone con estos mimbres tan dispares como cercanos un relato visual complementario, extraordinario, proverbial y portentoso, que es arte y es documento, que busca y halla la belleza en los márgenes.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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