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Picasso y Gómez de la Serna se unen en el escenario de la mano de la compañía Rhum& Cia, que ha matrimoniado a estos personajes fundamentales de la cultura española del siglo XX en 'Picasso (rey, monstruo y payaso)', que el 2 de noviembre ... llega al Teatro Jovellanos de Gijón. María Folguera firma un texto crítico y ácido que dirige Joan Arqué, que ejerce también como actor en un espectáculo muy coral con Jordi Martínez, Piero Steiner, Mauro Paganini, Queralt Albinyana, Xavi Lozano y Lluc Armengol.
Hay diversión y hay crítica en este montaje tan singular con el sello de una compañía que también lo es: «A través de un lenguaje muy particular, el del payaso, María ha armado una estructura muy eficaz en la que se pone en duda la idea de genio, a qué llamamos genio y qué se esconde detrás», revela Arqué. Es una forma de mostrar a la humanidad con todas sus aristas. Un cóctel que habla del artista y de mucho más, y en el que los actores, y él como director, se sienten muy cómodos.
La elección de Ramón Gómez de la Serna para acompañar en escena al genio malagueño no es baladí. Es fruto de la admiración que este sentía por Picasso y por ensalzar una figura tan icónica y que sigue viva después de muerta. Se sigue bebiendo de Picasso y la compañía se pregunta quién saca provecho de esa figura hoy y nos presenta su universo particular a partir de sus amigos y quienes lo circundaron. «Creo que es una biografía pasada por un filtro actual, vista desde el siglo XXI, con ironía, cinismo y también amor y respeto, pasamos por un trozo de la vida de Pablo Ruiz Picasso con poesía y musicalidad», señala Arqué, que insiste en que hay una crítica a esa figura y a todas que merecen la definición de genios. Ante ellas se ponen tres máscaras: las del rey, el monstruo y el payaso. Porque esa genialidad no convierte sus vidas en hagiografías. Y a ese lugar viajan ellos conceptualizando de una manera simple, pero no vacía y con agilidad y frescura. Con la teatralidad como mejor aliño pero sin dejar de lado esos prismas oscuros del pintor malagueño. «Bajo la idea de genio siempre y en todas partes hay una imagen unidireccional que va a ensalzarlo sin mirar nada más, va al resultado y no al proceso, a lo que consiguió y no a cómo lo consiguió», señala Arqué. Ellos sí se detienen en los pecados, que en este caso son unos cuantos: «Podría hablar de ambición sin límites, de machismo, de maltrato, podría hablar de colocar un espejo a nosotros mismos y la sociedad del momento», señala el director, que subraya que hay en todo caso una mirada absolutamente respetuosa. «Hay claroscuros, como en toda historia, y las zonas grises son las más interesantes». En ellas se muestra lo poliédrico del personaje. Es ahí donde reside el conflicto.
Señala Arqué que llegar a este montaje estrenado hace año y medio fue un proceso maravilloso para todo el equipo artístico. «María nos ha dado un material muy bueno, ha apoyado el proyecto con su presencia y nos ha ayudado a construir de manera muy fácil», señala quien se ha dirigido a sí mismo y eso no es algo que le guste demasiado. «Te genera más estrés y no creo que sea una cosa muy buena», concluye el actor.
La respuesta del público ha sido buena. En Barcelona donde todo comenzó, en Málaga y en esta gira que ahora les acerca a Gijón. «Es muy interesante, por cómo la gente redescubre la figura de Picasso y ocurre que los jóvenes reaccionan de una manera y los no tan jóvenes de otra», concluye el director de un montaje con siete actores en escena, lo que les convierte en «unos locos y unos inconscientes» que solo aspiran a hacer teatro del bueno.
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