![Así se fraguó que el 'Elogio' se alzase en Santa Catalina](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2024/01/11/90681620--1200x840.jpg)
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El azar siempre ha sido un aliado fiel del arte y lejos de surgir de la nada para llegar por casualidad al origen de cualquier obra de creación, acostumbra a manifestarse como una múltiple sucesión de causas y efectos que confluyen en una realidad. La ... Fundación Eduardo Chillida y Pilar Belzunce ha querido reunir los diversos actos de conmemoración del centenario del genial artista vasco bajo el lema 'Lugar de encuentro' y así podría titularse la historia de una de sus obras más emblemáticas, el 'Elogio del Horizonte' y cómo acabó donde hoy lo contemplamos a diario los gijoneses. Para que la monumental escultura terminara hallando su lugar en el Cerro de Santa Catalina fueron precisos una serie de encuentros y -azar mediante- de no haberse producido su destino final habría sido otro, el más probable en algún rincón de la costa francesa.
Tal como contaba ayer a EL COMERCIO el hijo del escultor vasco, Luis Chillida, al autor de 'El Peine de los Vientos' le había propuesto el gobierno galo de Francois Miterrand una gran escultura conmemorativa del bicentenario de la Revolución Francesa. Chillida recorrió con su hijo Luis la costa atlántica, de Normandía a Bretaña, buscando una ubicación para la obra y ninguno de los espacios visitados se ajustaba a su idea: unos eran demasiado elevados, otros excesivamente apartados de poblaciones o ya ocupados por diversos elementos constructivos: bastiones en ruinas, fortines militares. Mientras eso sucedía, en Gijón, el recientemente fallecido arquitecto Paco Pol, trabajaba en el PERI que rehabilitaría el barrio de Cimavilla y el Cerro de Santa Catalina. Su visión era la de que ambos proyectos debían ir estrechamente unidos con el Cerro como proa. Ese ambicioso pastel necesitaba una guinda que lo coronara y con la potencia para convertirse en auténtico emblema de la ciudad. Unas declaraciones de Chillida en la radio, relatando la búsqueda infructuosa de un lugar para su gran obra, impulsaron a Pol a contactar con él a través de amigos comunes como José Antonio Fernández Ordóñez y el encuentro feliz se materializaría en San Sebastián cuando el arquitecto ovetense le mostró los planos del PERI del Cerro. «A Chillida le dio un mareo al verlos», declararía a nuestro diario Pol, revelando que acto seguido le sacó una pequeña maqueta metálica. Era su 'Elogio del Horizonte', una piecita de 30 centímetros que para llevar a la escala del proyecto final fue necesario alquilar una nave y comenzar la minuciosa construcción del encofrado. Miles de piezas del puzle viajaron desde el País Vasco y el bombeo de hormigón adquirió proporciones homéricas. El coste total: 100 millones de las antiguas pesetas y los honorarios del artista, cinco millones.
La sorpresa final para el propio Chillida, el eco del mar sonando en el centro de la obra: «Este es un regalo que no tenía previsto», exclamó. Un regalo, en realidad, para toda la ciudad. Tampoco parecía previsto que su escultura acabase convirtiéndose en el monumental símbolo de Gijón que es ahora, cuando se celebran los cien años de su creador.
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